jueves, marzo 28, 2024

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Biden necesitará del Congreso para no incurrir en default

Estados Unidos tiene dinero hasta junio. Que su economía pueda caer en default añadiría mayor leña a una hoguera internacional que lleva tiempo ardiendo al calor de la pandemia y de todos los efectos colaterales de la invasión rusa a Ucrania incluido el shock de los petroprecios y de otros insumos básicos.

La alerta ha sido lanzada por el Departamento del Tesoro, tras advertir que las cuentas nacionales alcanzaron su límite de deuda, para el Gobierno del presidente Joe Biden implica su primera gran prueba de fuego –este año– dado que el demócrata deberá negociar con la mayoría republicana en la Cámara de Representantes para que suspenda dicho límite o bien, en todo caso, lo incremente. El techo de la deuda es por 31.4 billones de dólares.

¿A qué se refiere con techo de deuda? También llamado límite de la deuda, es un tope en la cantidad total de dinero que el Gobierno Federal está autorizado a pedir prestado a través de valores del Tesoro (treasury bonds), como letras y bonos de capitalización, para cumplir con sus obligaciones financieras.

No será una negociación, ni rápida, ni sencilla, para un Biden que atraviesa un año preelectoral; en medio de crecientes presiones, por parte de un grupo de republicanos, que no ve con buenos ojos cómo la Casa Blanca concede a diestra y siniestra ayuda y fondos destinados para que el Gobierno de Kiev no sucumba ante la guerra de Putin.

El próximo 24 de febrero, se cumplirá el primer año de la invasión y desde entonces hasta la fecha, Washington ha concedido al Gobierno del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, cuantiosos recursos como no se había visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial en apoyo a un país europeo tal y como en su momento aconteció con el Plan Marshall para reconstruir a la Europa aliada.

Con datos proporcionados por el Council on Foreign Relations, el año pasado, Ucrania recibió –al menos hasta noviembre– una cantidad de 47.9 billones de dólares. La Casa Blanca envió a Kiev tanto ayuda humanitaria (9.9 billones de dólares); como ayuda financiera (15.1 billones de dólares) y asistencia militar con armamento (22.9 billones de dólares) y una pequeña parte de créditos para armamento.

Ante Zelenski, el presidente Biden ha refrendado públicamente su compromiso de continuar apoyando a Ucrania a pesar de haber perdido fuerza política en el Congreso: resultado de las elecciones del pasado 8 de noviembre, la nueva composición de la cámara baja es de 222 legisladores republicanos contra 212 congresistas demócratas y permanece un asiento vacante.

Y mientras la guerra alargue sus días, habrá mayor demanda de armas y de asistencia para las tropas ucranias para resistir el asedio ruso, el escenario puede volvérsele en contra y dantesco para un Biden que, además, pretende contender otra vez en 2024 por la Presidencia.

Por lo pronto, si en la Cámara de Representantes no logran desatascarse los apoyos necesarios para ampliar el límite de la deuda, la economía global podría resentir esta vez una volatilidad derivada ya no de la pandemia o de la guerra: de la falta de cumplimiento de pago de la Unión Americana de sus compromisos financieros, por ejemplo, el pago de intereses inmediatos del principal deudor del mundo

¿Es esto anormal? No. El propio Departamento del Tesoro explica que desde 1960, el Gobierno de Estados Unidos se ha visto abocado a solicitar al Congreso un incremento en el límite de su deuda para poder cumplir con todas sus obligaciones. Desde entonces, lo ha hecho unas setenta y ocho veces.

La Oficina de Responsabilidad del Gobierno recuerda que, hasta el momento, el Gobierno norteamericano nunca ha dejado de pagar sus cuentas aunque el techo de dicho endeudamiento se haya elevado veintidós veces desde 1997 hasta 2022.

A Biden, le tocará ser diligente con la mano derecha porque tendrá que convencer a sus opositores. En este sentido, el canal CNBC difunde que la Casa Blanca dará prioridad a las negociaciones de un nuevo proyecto para aumentar el techo del endeudamiento.

Lo inusual sería que la cámara parlamentaria no le concediera el aval al gobierno para ampliarlo y podría hacerlo por razones políticas para crearle un caos al gobernante de turno si no pertenece al propio partido político. Condición que cumple Biden aderezada por un agrio clima de crispación social y confrontación política.

BonosLos propios republicanos podrían agotar todos los plazos para fastidiar al actual inquilino de la Casa Blanca; incluso, para orillarlo a aceptar una serie de recortes en el gasto.

Por lo pronto, Janet Yellen, la titular del Tesoro, anunció una serie de medidas necesarias y extraordinarias ante la situación del techo del gasto del Gobierno de Estados Unidos; una primera, relacionada con la suspensión temporal de la emisión de deuda para el Fondo de Jubilación y Discapacidad del Servicio Civil –por lo pronto hasta el 5 de junio– y la suspensión de todos los pagos del Fondo de Beneficios de la Salud para los Jubilados del Servicio Postal.

“El período de tiempo que pueden durar las medidas extraordinarias está sujeto a una incertidumbre considerable, incluidos los desafíos de pronosticar los pagos y recibos del gobierno en los próximos meses”, declaró Yellen.

La titular del Tesoro privilegiará el pago de las cuentas del Gobierno Federal como las nóminas pero quedarán suspendidas las retribuciones de varios fondos. Trata de asegurar la liquidez existente para el primer semestre del año. Además lo que está en juego es que, la Unión Americana, el mayor deudor del mundo no pueda pagar sus compromisos de deuda y de amortizaciones adquiridas con terceras personas y países.

“El incumplimiento de las obligaciones del Gobierno causaría un daño irreparable a la economía estadounidense, a los medios de subsistencia de todos los estadunidenses y a la estabilidad financiera mundial», advirtió Yellen.

Republicanos: cortar gastos

La realidad es que ni los republicanos se entienden entre ellos mismos. No hay una fuerza lo suficientemente cohesionada porque persiste un ala dentro del Congreso que es mucho más radical y se mueve dentro del espectro de la ultraderecha en el ala republicana.

Al californiano, Kevin McCarthy, le tomó quince intentos convencer a sus propios correligionarios republicanos (la parte más reacia formada por los miembros del Freedom Caucus) para que lo eligiesen presidente de la Cámara de Representantes, en sustitución de la demócrata, Nancy Pelosi.

McCarthy tiene la delicada tarea de gestionar la agenda legislativa y desahogar todos los temas relacionados con las iniciativas, leyes, las reuniones con los lobbies. Su cargo es tan relevante que es el segundo en la línea para la Presidencia después de la vicepresidenta, la demócrata, Kamala Harris.

Como speaker deberá tener mucha capacidad para aglutinar a su propio grupo considerando que una parte no lo quiere al frente: la BBC reveló que los legisladores republicanos, Matt Gaetz, por Florida y Mike Rogers, de Alabama, estuvieron a punto de llegar a las manos por sus discrepancias por McCarthy.

Para negociar ante un Biden que querrá elevar el techo de la deuda, los republicanos primero deberán ponerse de acuerdo entre ellos con temas torales relacionados con el recorte de gastos.

Habrá una presión incesante contra el mandatario a pesar de la volatilidad económica que pueda generarse, usarán su programa de recortes como una moneda de cambio. Algunos legisladores republicanos presionan a favor de implementar recortes en los programas oficiales, tanto del Seguro Social, como del Medicare.

Lo hicieron en 2011, con el entonces presidente Barack Obama, los republicanos consiguieron recortar gastos por más de 900 mil millones de dólares a cambio de aumentar el límite de la deuda.

El legislador McCarthy, querría incluso una mayor transformación presupuestaria, según lo declaró ante la cadena Fox News Channel: “Sentémonos y cambiemos nuestro comportamiento por el bien de Estados Unidos. Porque lo que vamos a hacer es llevar a la bancarrota a este país y llevar a la bancarrota estos derechos si no cambiamos su comportamiento hoy”.

También hay voces como la de los legisladores Ralph Norman, de Carolina del Sur y la del texano, Chip Roy, que exigen reducciones en los gastos antes de elevar otra vez el techo de deuda de Estados Unidos.

Rifirrafe con consecuencias

Dolares

Instalada desde el 7 de enero pasado, en la Cámara de Representantes los republicanos amenazan a Biden con una investigación sobre su Administración, su hijo Hunter Biden y sus negocios y la indagación de unos papeles oficiales localizados en casa del mandatario. Una situación muy similar, a la del expresidente, Donald Trump con papeles oficiales encontrados en su mansión de Mar-a-Lago a él se le encontraron 48 carpetas.

También hay una tensa situación económica: el FMI estima un PIB del 1% este año; una inflación media esperada en torno al 4% y la propia Reserva Federal anticipa que las solicitudes de desempleo en la Unión Americana crecerán un 4.6 por ciento.

A esa ralentización económica bordeando la recesión se suma un clima social crispante, el descontento domina entre los ciudadanos y la confrontación es cada vez más notoria por diversas causas, no solo raciales, sino ideológicas y políticas.

Eso dentro y hacia fuera, la política exterior de Biden no ha hecho tampoco buenos amigos: siguen los roces con Corea del Norte; hasta el momento no ha logrado regresar con Irán al acuerdo nuclear; con China, los rifirrafes también escalaron y no ha menguado la guerra comercial iniciada por Trump. Hasta el momento, la postura más delicada y de la que no se sabe, bien a bien, qué consecuencias habrá es el apoyo abierto y decidido al gobierno de Zelenski ante la invasión para evitar que Ucrania caiga en manos de Putin.

Por lo pronto, Biden también libra su guerra interna contra los republicanos decididos a hacerle la vida imposible el tiempo que le resta de mandato (habrá elecciones en 2024) y ya planean maniobrar de forma legislativa.

Desde la Casa Blanca su plan económico busca reducir la inflación que está llegando a través de los elevados precios de los energéticos como efecto colateral de la guerra de Ucrania y Rusia. El 24 de febrero pasado –justo el día que arrancó la invasión– el galón de gasolina costaba 3.54 dólares; para el 14 de junio de dicho año subió hasta 5.02 dólares y la escalada amenazaba con duplicar el precio de febrero. Biden ordenó utilizar reservas para bajar los costos y el precio de la gasolina, al 24 de enero pasado, se vendió en 3.42 dólares.

Esta maniobra que Biden presume de forma recurrente, podría quedar eclipsada muy pronto y así lo refirió el mandatario estadounidense en su cuenta de Twitter @POTUS hace unos días: “Nuestras liberaciones de reservas de petróleo trabajaron para bajar los precios y tenemos un plan para volver a llenar la reserva con una ganancia para los contribuyentes. Los republicanos de la Cámara de Representantes están tratando de debilitar esa herramienta crítica. Y los precios de la gasolina subirían por eso”.

¿De qué se trata? Los republicanos están discutiendo un impuesto nacional sobre las ventas para tratar de abolir la Agencia Tributaria Federal a lo que se oponen los demócratas. El legislador E arl Carter ha presentado dicho proyecto de ley que, además, contempla, un impuesto nacional sobre las ventas del 23% que algunos organismos privados proponen en 30% una vez sean eliminados los impuestos sobre la renta, las sucesiones y la nómina.

Biden se ha manifestado contrariado porque esta medida de prosperar la llamada Ley de Impuestos Justos subiría el precio de todos los bienes y servicios afectando a la clase media baja y a los pobres. No, Biden no lo tendrá fácil.

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