viernes, octubre 3, 2025

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Trump cae embelesado en la trampa de un Putin imperialista

Trump y Putin se reunieron en Anchorage para discutir un alto el fuego en Ucrania, con Putin exigiendo el levantamiento de sanciones y la descongelación de activos rusos. Trump, enfocado en la reconstrucción económica de Ucrania, busca un acuerdo que beneficie a las empresas estadounidenses.

Persiguiendo la paz. El lema de la cumbre entre el mandatario norteamericano, Donald Trump y el  autócrata ruso, Vladimir Putin, evoca la promesa de  campaña que el político republicano reiteró de manera insistente señalando que en 24 horas terminaría con la guerra en Ucrania. Ha tardado siete meses en convencer a Putin de tener un cara a cara en busca de ese camino, primero de un alto el fuego y, después, de un acuerdo de paz.

La última vez que  Putin estuvo en Estados Unidos fue el 28 de septiembre de 2015. En aquella ocasión asistió a la 70 asamblea de la ONU en Nueva York y al día siguiente  mantuvo una breve reunión bilateral con el entonces presidente norteamericano, Barack Obama. Para entonces, Rusia ya había invadido Crimea desde marzo de 2014 y, en consecuencia, había sido expulsada de las reuniones del G7.

          A la histórica cita en  la base militar, Elmendorf-Richardson, de la ciudad de Anchorage arribó Putin con la misma agenda geoestratégica que lo llevó a invadir a Ucrania, desde el 24 de febrero de 2022. Su retórica no ha cambiado ni un ápice frente a un Donald Trump que pretende desde hace mucho tiempo llevarse lo mejor posible con el dictador ruso.

          En el encuentro bilateral entre Trump y Putin,  del 16 de julio de 2018 en Helsinki, al que yo asistí como corresponsal internacional,  en su primer mandato de Trump como presidente planeaba la sombra de la sospecha de la injerencia rusa en las elecciones para maniobrar a favor del magnate republicano. De ello hablaron pero también de la necesidad de llevarse bien entre las dos potencias, de hecho, Trump insistió en varias ocasiones en invitar a Putin a una visita oficial a la Casa Blanca pero las condiciones propicias no se dieron.

          Siete años después, el reencuentro entre ambos  aconteció en medio de un puzle geopolítico descompuesto, con las tropas rusas intensificando sus bombardeos en diversas regiones del este de Ucrania y una invasión que va camino de los cuatro años y que, según el Wall Street Journal, ya ha dejado en cifras estimadas  80 mil muertos y 400 mil heridos. Y, en el bando ruso,  las estimaciones rondan en los 800 mil rusos, la mayoría soldados entre muertos y heridos.

          Nunca un escenario había sido tan elocuente para reflejar la  gélida temperatura en las relaciones entre EU y Rusia como la estepa nevada de Alaska. Un territorio que alguna vez  perteneció al imperio ruso que vendió  a Estados Unidos en 1867 por 7.2 millones de dólares.

          Rusia quiere el levantamiento de las sanciones económicas, financieras, comerciales y diplomáticas  y que sean descongelados los activos rusos en Europa.  Hay 260 mil millones  de euros  en fondos rusos congelados. Estos activos, incluido el efectivo, las acciones y los bonos soberanos propiedad del Banco Central de Rusia, permanecen atrapados en sus cuentas debido a las sanciones. La legislación de la UE prohíbe su liberación y permite al Banco Central utilizar los intereses que devenguen.

          Hace unas semanas, Euroclear estableció una línea de crédito dedicada a Ucrania, asignando 1 mil 550 millones de euros en ingresos por intereses en 2024 y aproximadamente 2 mil millones de euros en marzo pasado.

          Putin exige que sean descongelados estos activos y no ha movido un solo dedo en su larga lista de peticiones para un proceso que, a pesar de darse un alto el fuego en el frente ucranio, no necesariamente significa la paz.

          Detrás de esta consigna están  los oligarcas rusos que tienen confiscados desde yates, propiedades de lujo y hasta viñedos dentro de Europa como lo divulgó el periódico italiano Il Messaggero reiterando que la oligarquía rusa había pedido al líder ruso  la pronta liberación de esos activos y el fin de todas las sanciones. Así se lo expresó Putin a Trump.

De hecho, el propio Dmitri Medvédev quien fue presidente de Rusia entre 2008 y 2012 y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad  de Rusia, es dueño de viñedos de Chianti.

Restablecer las relaciones EU y Rusia

          La diplomacia de Trump es  equidistante a la de Putin como sus visiones: el primero, cree que el problema en el traspatio europeo y para los ucranios terminará con el alto el fuego y el segundo, lo que pretende es un  nuevo orden mundial.

           Además de la enorme improvisación que caracteriza a la personalidad del republicano en una cumbre por demás atropellada y casi forzada por las amenazas arancelarias contra Rusia si no se sentaba a dialogar un alto el fuego. El Kremlin llevaba semanas organizando el encuentro con Trump en Emiratos Árabes Unidos pero fue finalmente la voluntad de la Casa Blanca la que se impuso. “Los negociadores de Washington justificaron que los médicos no aconsejaban  al presidente Trump viajes demasiado largos, con mucho tiempo sentado porque está bajo tratamiento médico por insuficiencia venosa crónica”, comenta una fuente consultada por Vértigo.

          De casi veinte horas de avión, desde Washington, hasta Emiratos Árabes y menos de cuatro horas de vuelo para Putin viajando desde Moscú hasta Abu Dhabi ambos líderes tuvieron casi el mismo plan de vuelo de entre 8 a 9 horas para llegar a la base militar Elmendorf-Richardson.

Habrá mas reuniones

          No será la última reunión: hay demasiados temas en el tintero desde la postura de Rusia por el levantamiento de las sanciones hasta el alto el fuego exigido por Trump. La ausencia del mandatario ucranio, Volodímir Zelenski, ha sido muy criticada aquí en Europa porque hablar de un alto el fuego sin que esté presente el país invadido es dejar su destino en manos de terceros… De Trump y de Putin.

          En este acercamiento el mandatario norteamericano ha señalado a Putin el enorme potencial de las relaciones económicas y en materia de cooperación que podría darse entre EU y Rusia. Bajo la mentalidad mercantil de Trump, un alto el fuego y la posibilidad de una paz, significan que multinacionales y corporativos norteamericanos estarían en Ucrania trabajando en su reconstrucción y en la explotación de sus recursos energéticos y sus tierras raras.

          Un punto en el que ni Trump, ni Putin, logran ponerse de acuerdo es cómo administrar la central nuclear de Zaporiyia que el mandatario norteamericano ha metido en la ecuación del alto el fuego. La Casa Blanca ha llegado a proponer que sea terreno neutral mientras Putin quiere que Ucrania acepte que ha perdido las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón.  Es decir, cerca de 20% de su territorio y buena parte de la salida de Ucrania hacia el mar Muerto desde donde navegan sus barcos cargados de cereales, petróleo y mercancías para exportarlos al mundo.

          “Ucrania nunca aceptará perder territorio. No es una condición para el alto el fuego que nosotros cedamos  nuestras tierras; en todo momento los ucranios queremos garantías creíbles de que Rusia no volverá  a invadirnos… Putin solo juega con Trump”, advirtió el presidente de Ucrania en vísperas de la reunión entre ambos líderes.

          Desde el alto el fuego, un acuerdo de paz, el levantamiento de las sanciones o el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EU y Rusia; así como el tema del intercambio de territorios y la búsqueda de nuevos acuerdos para los misiles y el armamento nuclear son muchas las aristas que fueron abordadas entre Trump y Putin y sus respectivos equipos en su cita en Anchorage.

          Habrá nuevas cumbres bilaterales en busca de los nuevos contrapesos entre Washington y el Kremlin. Mientras sigue en el aire, la posibilidad de una reunión en la que se incluya al mandatario Zelenski y a un grupo de líderes europeos, junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen  y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Putin ha puesto sus líneas rojas: “Primero el levantamiento de las sanciones”.

Putin lo vende como un éxito

          El mandatario norteamericano ha salido de la reunión en Anchorage convencido de que le darán el Nobel de la Paz y Putin ha vuelto a Rusia para vender que EU quiere que se lleven bien. “Trump volvió a reiterarle a Putin que la próxima vez lo espera en la Casa Blanca y Putin le ha sonreído señalando que él también será muy bien recibido en el Kremlin con todos los honores”, de acuerdo con una fuente consultada que asistió a la reunión en Alaska.

          Para Putin todo es sumar a favor: el periódico Komsomolskaya Pravda destacó una imagen de Putin a pie de pista en la base militar en Anchorage arropado por Trump que lo recibe gesticulando con los brazos abiertos. “Rusia no hará otra cosa más que salir victoriosa”, destacó el medio ruso.

          Para Rusia, hasta los más mínimos detalles son una declaración de intenciones como el menú con pollo estilo Kiev que comieron los periodistas rusos que se trasladaron a Alaska o la sudadera blanca que lucía Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, con  las siglas en negro CCCP que son las iniciales rusas de la URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas) acaso para remarcar que Ucrania hasta, antes del 24 de agosto de 1991, era territorio soviético. Putin y su equipo en el poder nunca han escondido sus ilusiones y ambiciones por recuperar la potestad territorial soviética que tras desmembrarse a partir de 1990 vio surgir 15 repúblicas independientes.

          Putin, afirma Javier Jiménez Olmos, pertenece a esa generación de rusos que sintieron una profunda decepción por perder su gran imperio soviético. “Él nunca ha negado que lo quiere recuperar”.

          “El dictador ruso siempre lo ha tenido claro llegó a esta cumbre con su agenda perfectamente definida y no ha cambiado y eso Trump lo sabe porque ambos equipos llevaban semanas preparando esta reunión y las líneas rojas para Rusia no van a cambiar. Trump ha ido a buscar la foto de cara a la galería”, me confió  este experto miembro del Observatorio para la Paz de Zaragoza.

          Autor de diversos libros, Jiménez Olmos, remarca además que un alto el fuego no es sinónimo de un acuerdo de paz y en un conflicto bélico hay que revisarse hasta la última clausula de lo que significa el cese de las hostilidades. No es tan simple como sacar las tropas del territorio invadido.

“Primero habría que revisar cuáles son las condiciones de ese alto el fuego y Ucrania por supuesto debe estar de acuerdo con esas condiciones. Y, después, hay que construir una paz duradera y creíble porque si no será una paz negativa que volverá a recrudecerse con el tiempo porque Putin puede, en unos años, más querer todo el territorio”, remarcó.

Como coronel retirado del Ejército del Aire, Jiménez Olmos, explica toda la complejidad que hay cuando surge un conflicto bélico no es solo restituir las relaciones entre los países. Europa deberá volver a entenderse con Rusia buscando equilibrios regionales  y también habrá un  golpe moral a la población que se sienta vencida: “El efecto que esto tendrá en la población ucrania que se sentirá derrotada y humillada, no sabemos qué puede pasar y puede revolverse aún más la situación… Y, honestamente, no creo que ni Putin o Trump estén capacitados para hacer un proyecto de paz”.

De esta cumbre realizada, el asesor español, destaca que ha sido una humillación más para Ucrania pero también para Europa e inquiere que le trae a la memoria las conferencias de la Segunda Guerra Mundial.

          “Después de todas las humillaciones a las que nos ha sometido Trump  esta es una más que se suma a los aranceles. El problema es que el presidente estadunidense cree que puede creer y confiar en Putin que es frío y calculador   incluso se han intensificado los bombardeos en Ucrania”, recalcó.

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