Este año, países como España, Irlanda y Noruega también dieron se sumaron al reconocimiento del Estado palestino y hay otros como Canadá, Australia, Malta, Portugal y Bélgica que podrían hacerlo durante la Asamblea General de Naciones Unidas. E incluso, Reino Unido daría la sorpresa.
La mayoría de los países del mundo reconocen a los territorios palestinos como un estado: el 11 de mayo de 2024, 143 de los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU votaron a favor de esta resolución.
Cabe señalar que Palestina tiene el estatus de observador no miembro, pero la membresía plena de la ONU solo puede ser decidida por el Consejo de Seguridad de la ONU. En abril de 2024, Estados Unidos, miembro permanente con poder de veto, bloqueó un proyecto de resolución que habría recomendado otorgar a Palestina la membresía plena.
En junio de 2023, México dio su pleno apoyo para la creación de un Estado palestino y el año pasado, lo hicieron Jamaica, Barbados, Bahamas, Trinidad y Tobago.
Sin embargo, hasta ahora las grandes potencias no se habían pronunciado tan claramente y Francia podría ser el aliciente para que Canadá y Reino Unido también se posicionen abiertamente.
La doble vara de medir
España lleva una campaña internacional para que a Israel se le sancione al igual que a Rusia. Tanto el presidente Pedro Sánchez, como su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, hablan de una doble vara de medir y exigen que haya coherencia.
Y es que además, la ONU y otros organismos internacionales, creados al final de la Segunda Guerra Mundial para guardar los equilibrios en aras de conservar la paz y el entendimiento entre las naciones, hacen aguas por doquier y en buena medida, siempre respondiendo a los intereses de Estados Unidos.
Durante el gobierno del presidente demócrata, Joe Biden, en la ONU se acordó sancionar a Rusia y se le condenó por iniciar su invasión contra Ucrania, el 24 de febrero de 2022.
Luego, la Corte Penal Internacional ordenó la captura del dictador ruso, Vladimir Putin, acusado por crímenes de guerra, tras la sustracción de centenares de menores de edad ucranios que durante la invasión han sido trasladados a territorio ruso.
Con Trump, a penas retornó a la Casa Blanca, su país que no forma parte de la Corte Penal Internacional decidió ignorar tales medidas anunciadas e invitó a territorio de EU a Putin para llevar a cabo la cumbre de Anchorage en la base militar de Elmendorf-Richardson.
El propio presidente además dio a conocer que su país sancionaba a la CPI con sede en La Haya, luego de que un panel de jueces de la Corte Penal Internacional emitiera órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant.
La orden ejecutiva de Trump que puede leerse en la página web de la Casa Blanca llega a calificar de “malignas” las intenciones de la CPI contra Israel y el gobierno de Netanyahu.
¿Por qué sí Putin y no Netanyahu? Esa misma disyuntiva moral que tiene detrás motivaciones políticas (y económicas) ha sido condenada por los relatores especiales del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que instaron a la comunidad internacional a responsabilizar a Israel por las violaciones del derecho internacional
Margaret Satterthwaite, relatora especial sobre la independencia de magistrados y abogados, criticó al gobierno de EU por socavar la Corte Penal Internacional con amenazas escandalosas y subrayó la necesidad de que la justicia internacional se aplique equitativamente para todos. «Es hora de poner fin a los dobles estándares”.
No hace nada bien que haya impunidad y ni la ONU, ni otros organismos internacionales, están frenándola mientras el portugués António Guterres, cabeza de Naciones Unidas, desde el 1 de enero de 2017 es un mero fantasma ignorado constantemente por los países en sus ambiciosas disputas. Está en juego además la credibilidad de la comunidad internacional, el respeto mutuo al reconocimiento del derecho internacional, los tratados, los acuerdos y las diversas convenciones en aras de defender los derechos humanos universales.
Los BRICS exigen una reforma de la ONU
Durante la Asamblea General de Naciones Unidas serán abordados los pasos dados a nivel mundial para la consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible; la reunión de alto nivel sobre el 30 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer; un balance acerca de la Cumbre sobre el Clima y la reunión de alto nivel para lanzar el Diálogo Global sobre la Gobernanza de la Inteligencia Artificial.
También soplan ligeros vientos de cambio porque Guterres se vaya: su período al frente de la ONU concluirá en 2026. Este año, la alemana Annalena Baerbock asumió la presidencia de la Asamblea General de la ONU es la quinta mujer en ocupar este cargo.
Baerbock fungió como ministra de Exteriores en Alemania con el anterior primer ministro y en su nuevo encargo ya ha recogido las peticiones de países como India, Brasil, Sudáfrica, China y Rusia miembros de los BRICS sobre la necesidad de realizar una serie de reformas en el organismo a fin de reequilibrar el juego de fuerzas en el sistema multilateral.
India, con su primer ministro, Narendra Modi, es uno de los que más presiona a este respecto, con la intención de expandir el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a un total de 25 o 26 miembros
En la actualidad, el Consejo de Seguridad de la ONU está formado por 5 miembros permanentes: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos que tienen poder de veto lo que permite que cualquiera de ellos detenga las aprobaciones de cualquier proyecto resolutivo de este Consejo como establecer sanciones contra países belicistas.
Parvathaneni Harish, representante permanente de India ante la ONU, esgrime que las realidades geopolíticas actuales justifican una revisión de esta arquitectura: “La reforma es esencial para que la ONU sea adecuada para su propósito, para que pueda responder de manera significativa a los desafíos globales actuales… Y aquellos que no respaldan reformas reales que reflejen las realidades contemporáneas caen en el lado equivocado de la historia, lo que es perjudicial para todos nosotros”.
Los BRICS además defienden la necesidad de garantizar una representación geográfica equitativa: los seis nuevos miembros permanentes propuestos serían dos de África; dos de Asia y Pacífico; uno de América Latina y el Caribe; y, uno de Europa Occidental. Esos seis nuevos miembros permanentes ampliarían el número de miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 15 a 21 miembros.
Finalmente, para los miembros no permanentes, los BRICS estarían proponiendo: uno de Asia Pacífico; uno de América Latina y el Caribe; uno de Europa del este; y, uno o dos de África, lo que elevaría el número total de miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a 25 o 26. ¿Cuándo va suceder? Ya suman años las discusiones al respecto y no se lleva a cabo por temor a que siendo tan polarizadas las diferencias actuales entre los países miembros de la ONU, en lugar de avanzar en positivo, pueda retrocederse en negativo. Son los signos de los tiempos.