sábado, octubre 4, 2025

Palabras Más / ¡Cuidar a los jaguares!

La mediocridad posiblemente consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta Gilberth Keith Chesterton Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez Ahí, en la selva maya,...
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Palabras Más / ¡Polvo de estrellas!

Saber que sabemos lo que sabemos y saber

que no sabemos lo que no sabemos;

ese es el verdadero conocimiento

Nicolás Copérnico

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

No hay civilización que no haya volteado al cielo para intentar explicarse de dónde viene, mirar los astros y las estrellas, y luego concebirse como habitante del infinito, con dioses, mitologías, cuentos, héroes, villanos y mucho más. La astronomía es una de las disciplinas más antiguas, tanto como la Mesopotamia en la que sus habitantes comenzaron a observar y registrar el movimiento de los cuerpos celestes. Más tarde, Nicolás Copérnico, en el siglo XVI, la inauguró como ciencia moderna con aquello de que la Tierra giraba alrededor del Sol; luego, Kepler, Galileo y Newton establecieron los fundamentos de cómo la conocemos hoy.

En 1980 se estrenó en la televisión de Estados Unidos una de las series más impactantes de todos los tiempos: me refiero a COSMOS, una obra maestra del astrónomo Carl Sagan, un gran éxito para la divulgación y el punto de partida de un trabajo que traspasó fronteras geográficas y temporales. En los años 90, varios de mis amigos y yo tuvimos la posibilidad de leer textos como Un punto azul pálido, El mundo y sus demonios, El cerebro de Broca y la novela Contacto, que incluso llegó al cine. Aquellos trabajos resultaron —y siguen siendo— realmente inspiradores para millones que se dedican a la ciencia y a la divulgación.

Tener la facilidad de explicar cosas tan complejas con palabras sencillas, de modo que todos podamos entender, resulta un verdadero don para quien lo realiza, además del enorme aporte educativo a la sociedad. Las preguntas son fáciles, pero fundamentales: ¿de dónde venimos?, ¿qué hay más allá?, ¿estamos solos? Las respuestas se vuelven obsesivas, porque buscan comprender lo que se escapa a la vista cotidiana, lo que rebasa lo inmediato y lo material. Esa curiosidad ha marcado nuestra evolución. La astronomía nos ha dado calendarios, navegación, tecnología satelital y hasta certezas sobre nuestro origen estelar: todos, literalmente, somos “polvo de estrellas”.

Aunque decidí estudiar Ciencias de la Comunicación y luego Periodismo, siempre me ha llamado la atención el mundo de la ciencia, la tecnología, la física y, obviamente, la ciencia ficción. Recuerdo que cuando cursaba la preparatoria, en dos ocasiones nos llevaron a Ciudad Universitaria a la feria de ciencias. Ahí se presentaban trabajos y se daban charlas sobre química, los elementos, biología, la evolución y astronomía. El momento estelar llegaba cuando Julieta Fierro hacía su aparición. Era todo un espectáculo escuchar sus explicaciones: usaba ejemplos cotidianos, palabras llanas y, si era necesario tirarse al piso para mostrar el movimiento rotatorio del planeta y su inclinación, lo hacía. No había en el público quien perdiera la atención.

Con Julieta Fierro tuve la oportunidad de platicar en dos ocasiones, cuando yo conducía noticias en radio. Hablamos sobre la importancia de la ciencia en el siglo XXI, sobre los eclipses y también sobre aquellos fantasiosos que, sin rigor científico, explican fenómenos con especulaciones y sin método.

Siempre me pareció una maravilla: amable y con tiempo para atender a quien quisiera saber más. Una docente en toda la extensión de la palabra; lo mismo enseñaba en el aula, en congresos o en el transporte público (Puma Bus), total, el universo está en todos lados. Julieta fue un faro en tiempos en que la ignorancia se ha convertido en política de Estado.

La gran Julieta Fierro murió hace unos días. Su legado es enorme, entre ellos, la convicción de que la ciencia no debe estar encerrada en un laboratorio ni reservada para la élite académica. Como Carl Sagan, sabía que el conocimiento debía ser compartido.

Hoy que Julieta Fierro ya no está, nos queda su legado y la deuda de seguir mirando al cielo con curiosidad…

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.

Hasta la próxima.

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