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Palabras Más / ¡Cuidar a los jaguares!

La construcción del Tren Maya, a pesar de las promesas de protección ambiental, ha causado la muerte y desplazamiento de especies, incluyendo el jaguar, un símbolo cultural y en peligro de extinción. La tala de árboles y la contaminación del agua han afectado gravemente la biodiversidad de la selva maya. Greenpeace México realizó una protesta para visibilizar los impactos de este megaproyecto y otros en la región.

La mediocridad posiblemente consiste en estar

delante de la grandeza y no darse cuenta

Gilberth Keith Chesterton

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Ahí, en la selva maya, donde la vegetación se funde con los misterios de viejas culturas, habita uno de los felinos más emblemáticos de América: el jaguar. El Balam fue símbolo de poder y conexión entre lo terrenal y lo divino, mediador entre los mundos y guardián del inframundo. Desde las estelas de piedra hasta los códices, el jaguar aparece como protagonista de escenas rituales, combates y ceremonias.

El discurso oficial asegura respeto y protección al medio ambiente, sobre todo en la región donde se construyó el Tren Maya. Sin embargo, la realidad es otra: la tala de siete millones de árboles, la instalación de pilotes y el concreto inyectado que contaminó cuerpos de agua provocaron la muerte y el desplazamiento de especies. Además, no se construyeron todos los pasos de fauna prometidos para que los animales pudieran transitar de manera segura.

Por si fuera poco, hace unos meses se dio a conocer que Susoma Soluciones Ambientales, empresa contratada por el Tren Maya, tenía autorización para exterminar a venados y jaguares que ingresaran a las instalaciones al ser catalogados como “fauna nociva”. Desde Palacio Nacional lo negaron, pero la denuncia quedó ahí.

La construcción del Tren Maya fue más un capricho político que una decisión basada en evidencias. Se vendió como motor de desarrollo, pero cada tramo de selva destruido es una estocada al corazón de la biodiversidad. Según el Segundo Censo Nacional del Jaguar, realizado en 2018, existen alrededor de 4 mil 800 ejemplares en México. Aunque la especie está protegida desde 1987 y considerada en peligro de extinción, la cacería clandestina y el tráfico ilegal continúan. La ley establece penas de uno a nueve años de prisión y multas de hasta 339 mil 420 pesos por matar a un jaguar, pero la impunidad prevalece.

El próximo año, México, Estados Unidos y Canadá serán anfitriones del Mundial de Futbol 2026. Ya se presentaron las mascotas: Zayu (jaguar), Clutch (águila calva) y Maple (alce). Más allá de simpatías o gustos, resulta interesante que se haya elegido a tres animales representativos de la fauna de cada país. Es un mensaje que va más allá del fútbol: la necesidad de proteger a especies emblemáticas de Norteamérica.

Ojalá que Zayu, el jaguar mexicano, sirva como recordatorio y como grito de conciencia para estas y las nuevas generaciones. Sería triste que, en el futuro, este felino solo se conociera en estampas, zoológicos o en el logo de un programa fallido, mientras la selva —que debería ser intocable— se convierte en un recuerdo cubierto de concreto por donde pasa un tren que nació del capricho.

Hace unos días, nueve activistas de Greenpeace México escalaron “La Estela de Luz”, en la Puerta de los Leones de Chapultepec. Desde ahí desplegaron una manta de 27 metros con la imagen de un jaguar y la leyenda: “La Selva Maya grita. Semarnat, sálvala”. La acción forma parte de la campaña “México al grito de ¡Selva!”, con la que buscan visibilizar los impactos de megaproyectos turísticos, el Tren Maya, la expansión de la agricultura industrial y la explotación de materiales pétreos en la región.

Defender al jaguar y a la fauna en general es defendernos a nosotros mismos. Sin selva no hay futuro, sin activistas no hay esperanza… pero mejor ahí la dejamos.

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmail.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.

Hasta la próxima.

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