Las tres en punto es siempre demasiado tarde
o demasiado temprano para lo que quieres hacer.
Jean Paul Sartre
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Un ejercicio inédito, incluso en el mundo, eran las conferencias de prensa “mañaneras” del ex presidente López Obrador, un ejercicio que duraba hasta tres horas o más contestando, improvisadamente, preguntas de los presentes, que no siempre de periodistas.
Para que la estrategia de comunicación y propaganda funcionara, se tuvieron que crear personajes que fueran comparsas del protagonista, sabían que los periodistas más críticos les iban a dar con todo y por eso eran los que menos preguntaban y cuando la cosa se ponía ruda salían al paso y mientras en redes sociales se les aventaban a las hordas rabiosas que los atacaban.
El ejercicio de comunicación continúa, en sentido estricto no hubo grandes cambios, quizá de algunos personajes, pero no en la que se busca y de nombre, ahora son “las mañaneras del pueblo”. Desde ahí se informa, se descalifica, pero también se miente o se es impreciso, se estigmatiza, se dicta la agenda del día y también se mete la pata como lo hizo López y ahora Sheinbaum.
En un “reality show” cargado de humor involuntario, con varias rutinas aprendidas que lo hacen predecible, eso sí, si lo que se busca es el absurdo, las “mañaneras”, los protagonistas y varios de los “youtuberos” no decepcionan siempre en el absurdo dignos de un cuento de Franz Kafka. Pero no llegamos a una cuestión filosófica como en el existencialismo, más bien como una política pública de la 4T. Solo como nota al margen y en afán de la justicia, el absurdo no es monopolio del Ejecutivo, ahí están las sesiones del Senado de la República, la Cámara de Diputados y hasta las de la tremenda Corte donde son capaces de votar en contra de sus proyectos.
Entre lo más absurdo de la mañanera se encuentran los halagos de una comunicadora al Pejelagarto, quiso quedar bien y lo comparó con un corredor keniata, por las críticas recibidas quiso componer las cosas, pero se empantanó todavía más y se metió en un embrollo al confundir la vida real con la de un personaje ficticio. Eso resultó hilarante para el respetable.
Luego le preguntaron a López Obrador sobre la reaparición de Juan Gabriel, porque supuestamente no está muerto, habría fingido su muerte y necesitaba la protección y aval del presidente para regresar triunfante. El cantante murió en Estados Unidos en el 2016. ¡Absurdo!
Algunos cuestionamientos para López Obrador fueron: ¿Qué desayunó hoy señor presidente? ¿Usted cree qué los sismos en México son provocados? ¿Apoya usted a Bad Bunny? ¿Usted es el nuevo Juárez? ¿Creé que el papa Francisco es un liberal como usted?
Algunas preguntas para el pitorreo que le han lanzado a Claudia Sheinbaum son: presidenta ¿Cómo le hace para verse tan joven y fresca todas las mañanas? ¿Usted va a salvar al mundo del cambio climático? ¿Qué opina de que hay quienes la comparan con Cleopatra? ¿Creé que la gente la ama más que a López Obrador? ¿Va a escribir poesía como lo hacía en la UNAM?
La semana pasada le preguntaron a la presidente sobre la existencia de material y sí cree en ovnis, aquello arrancó la risa de la mandataria y de los presentes, luego remató “para que no digan que hay cosas que no se tocan en la mañanera, aquí hay de todo, podríamos hablar”.
¡Vaya rigor periodístico de los interrogantes! Pero esos son los comunicadores que le gustan al régimen, porque con los otros lejos de argumentar o presentar datos para salir al paso, siempre viene la descalificación. No hay que perder de vista que la falta de seriedad no es inofensiva, desvía la atención de lo importante, tiene un propósito, sobre todo cuando el país arde en varios frentes… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.