martes, noviembre 25, 2025

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UNA CONCEPCIÓN MONETARIA EQUIVOCADA

Nayib Bukele ha demostrado ser un líder y gobernante excepcional, con niveles de efectividad poco comunes en la región. Sin embargo, como todo ser humano, no está exento de cometer errores.

Recientemente, Bukele declaró que Estados Unidos se financia fundamentalmente mediante la emisión de bonos del Tesoro, y que, al vencerse, simplemente se emiten nuevos, repitiendo el ciclo de forma indefinida. Según su interpretación, esto convierte a la deuda estadounidense —y por extensión al sistema monetario global— en una estructura sostenida “en el aire”, sin respaldo real. Incluso llegó a sugerir que Estados Unidos podría prescindir de la recaudación de impuestos, compensando el faltante únicamente con más emisión de deuda.

Estas afirmaciones, tan contundentes como inquietantes, merecen ser analizadas con cuidado.

¿Qué hay de cierto?

a) ¿Estados Unidos se financia casi exclusivamente con bonos?

No. Actualmente, alrededor del 25% del gasto público estadounidense se financia vía deuda, mientras que el 75% restante proviene de impuestos. Por lo tanto, la afirmación de que Estados Unidos se sostiene principalmente mediante la emisión de bonos es objetivamente falsa.
b) ¿Un país puede sostenerse indefinidamente solo con deuda?

De ninguna manera. Ningún sistema monetario es viable sin un nivel sólido de recaudación fiscal.

La confianza del mercado en la deuda soberana está directamente vinculada a la capacidad de pago del emisor, la cual depende en gran medida de sus ingresos fiscales y del nivel actual de endeudamiento.
Cuando una nación pierde esa confianza, es excluida del mercado de deuda. Tal fue el caso de Argentina, recientemente reincorporada tras años de marginación, gracias a una colocación liderada por JP Morgan, BBVA y Santander.

El problema real: el déficit estructural

Nada de lo anterior pretende justificar el preocupante nivel de déficit fiscal que enfrenta Estados Unidos.

La emisión excesiva de deuda pública para cubrir déficits sí es un problema serio. Refleja un gobierno sobredimensionado e ineficiente, como ya se abordó en el comunicado anterior sobre gobiernos obesos.

Lo que no aporta es sacar las cosas de contexto, ni simplificar un tema tan complejo con afirmaciones tajantes y poco fundamentadas.

¿Error técnico o exceso de confianza?

Surgen dos interrogantes inevitables:

  • ¿Nadie en el gabinete de Bukele, particularmente el ministro de Finanzas, le advirtió sobre este error conceptual?
  • ¿O fue advertido y decidió ignorarlo deliberadamente?

Es comprensible que un jefe de Estado no domine todos los temas. Pero en ese caso, lo sensato es documentarse y consultar a expertos antes de emitir juicios públicos, especialmente sobre asuntos tan sensibles como el sistema monetario global.

Probablemente, a Bukele le jugó una mala pasada el exceso de confianza, alimentado por sus innegables logros en El Salvador. Sin embargo, eso no lo exime de la responsabilidad de ser preciso, cauteloso y riguroso.

No es una revelación, pero sí un tema crucial

La afirmación de Bukele parece haber sido presentada como una revelación disruptiva. No lo es.

La sostenibilidad de la deuda pública, en EE. UU. y en el mundo, es sin duda un asunto crítico. Pero ya ha sido ampliamente debatido en ámbitos técnicos, académicos y políticos.

Lo que verdaderamente preocupa es el crecimiento acelerado del gasto y la deuda pública en muchos países —EE. UU. incluido—, lo cual contradice justamente los principios que deberían guiar a un gobierno eficaz y enfocado en el bien común.

Conclusión: precisión, prudencia y diplomacia

Incluso cuando se tienen buenas intenciones o se tocan temas válidos, “dar cátedra” sobre economía global exige un altísimo nivel de preparación y precisión.

De lo contrario, se corre el riesgo de dañar credibilidad y generar fricciones diplomáticas innecesarias con gobiernos que ya se sienten cuestionados o expuestos.

La diplomacia no está reñida con la verdad. Pero saber cómo, cuándo y con qué sustento decir las cosas, es parte del arte de liderar a escala global.

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