Francia podría cerrar este año sin presupuesto pero también sin gobierno: la presión social ejercida en estos momentos en las calles francesas y en la Asamblea Nacional, por grupos radicales de izquierda, como de ultraderecha, buscan acorralar al presidente Emmanuel Macron y forzarlo a unas elecciones generales adelantadas.
La popularidad del mandatario galo está en mínimos: de acuerdo con la cadena CNews France y un sondeo del Instituto Odoxa, la cuota de impopularidad de Macron ha alcanzado un nivel récord. “En ocho años y medio de ejercer el poder en el Elíseo, Macron nunca ha sido tan impopular como ahora; su calificación cayó hasta el 22%”, de acuerdo con este organismo independiente.
Casi cuatro de cada 5 franceses (78%) coincidieron en señalar que Macron no es un buen presidente y que su permanencia en el poder solo está echando más leña al fuego.
Macron que el próximo 21 de diciembre cumplirá 48 años se convirtió en el presidente más joven de la democracia francesa, con una plataforma centrista y en su momento ilusionante, conocida como En Marche, que luego se transformó en partido político como La République en Marche.
Sin embargo, las reformas acometidas a lo largo de su gobierno, lo han llevado reiteradamente a confrontarse con el sentir de la calle, primordialmente con el cinturón de las grandes urbes: en París, la banlieue se ha polarizado.
Las protestas en una Francia tradicionalmente quejicosa se han traducido en momentos de enorme tensión interna por la reforma del código laboral; también por las reformas a los ferrocarriles y el polémico incremento de la edad de jubilación. La última batalla callejera impidió que Macron elevase los impuestos sobre los combustibles.
Macron ha sido un presidente impopular hacia adentro y con un liderazgo respetable hacia afuera, sobre todo en la Unión Europea (UE) y si no logra en los próximos días un primer ministro sólido capaz de dialogar, aglutinar a las fuerzas políticas y sacar adelante consensos, no tendrá de otra que disolver a la Asamblea Nacional y convocar elecciones. Su período debería terminar en 2027.
Si algo evidencia el creciente deterioro de su gobierno es que en los últimos dos años ha tenido seis primeros ministros: los dos más recientes con un amplio rechazo como sucedió con François Bayrou que duró en el cargo nueve meses y terminó siendo desechado por la Asamblea Nacional en una moción de confianza.
Bayrou cayó porque propuso elaborar un presupuesto más ajustado con recortes por más de 44 mil millones de euros para frenar la deuda francesa. De hecho, llegó a comparar la situación de Francia con el rescate de Grecia, lo que hizo saltar todas las alarmas con especulaciones sobre una posible intervención del Fondo Monetario Internacional.
En sus planes estaba suprimir 3 mil empleos públicos y eliminar dos días festivos del calendario, lo que terminó sacando otra vez en masa a los mismos rijosos de siempre que esta vez convocaron diversas jornadas para bloquear a toda Francia.
El resultado ha sido la caída de Bayrou y el nombramiento de Sébastien Lecornu quien fungía como ministro de Defensa y a pesar de las expectativas que Macron depositó en él, no permaneció ni un mes en su encargo; renunció a los 24 días y lo hizo el 6 de octubre cuando acababa de nombrar a su gabinete. Lecornu se dio cuenta que no había forma de consensuar un presupuesto debido a la fragmentación política actual.
Ha sido un suspiro. El futuro del presidente Macron está en un limbo y todo depende, otra vez de Lecornu a quien se la ha dado otra oportunidad y esta vez lo ha hecho rodeándose de tecnócratas.
Segmentación y rispideces
Desde las elecciones de 2024, la formación de izquierda Nuevo Frente Popular ganó 178 escaños en la Asamblea Nacional quedando como primera fuerza política; en segunda posición, Ensemble, el partido que rebautizó Macron y obtuvo 150 escaños y a corta distancia, la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen con 125 escaños.
El temor de Macron es que de darse un inminente adelanto electoral y con el creciente descontento popular, Le Pen termine alzándose con la victoria y el poder en Francia sea ejercido por la extrema derecha.
Para salvar está situación, Macron tendría que hacer concesiones sociales. Desde París, Laura Gozzi, corresponsal para la BBC, señala que Macron sopesa nombrar a un nuevo primer ministro lo más rápidamente posible.
A Macron, subraya Gozzi, le afecta que ningún partido tiene mayoría y eso dificulta la aprobación de leyes o reformas, incluido el presupuesto anual. Además es un presupuesto que de entrada está contaminado fundamentalmente por la deuda nacional francesa que este año se situó en 3.4 billones de euros. Es decir, el 114% del PIB, es la tercera más alta de la zona euro después de Grecia e Italia.
Gozzi recuerda que los primeros ministros anteriores, Michel Barnier y François Bayrou, fueron destituidos en votos de confianza después de presentar presupuestos de austeridad.
¿Qué estaría dispuesto a ceder Macron para que su gobierno aguante hasta 2027? Diversos medios de comunicación franceses aventuran que estaría meditando dar marcha atrás a las reformas de pensiones que aprobó por decreto saltándose la votación en la Asamblea Nacional.
Estas reformas son las siguientes: 1) Elevar de manera gradual la edad de jubilación en Francia de los 62 años actuales a los 64 años en 2030; ya en 2010, cuando se introdujo el último cambio, la edad de jubilación en Francia se situaba en los 60 años; 2) la ampliación del período de cotización de los 42 años actuales a los 43 años para 2027; 3) la reforma establece una excepción en la nueva edad de jubilación para lo que denomina carreras largas para aquellas personas que comenzaron a trabajar antes de los 21 años y cumplan con el período requerido de cotización. Este grupo podrá jubilarse anticipadamente siempre que tengan 43 años de cotización, aunque en algunos casos serán 44; 4) fin de regímenes especiales e incentivar el empleo en los mayores. En este apartado fueron afectados los empleados de las industrias de la electricidad y el gas; del Banco de Francia; del transporte metropolitano de París (RATP) así como del Consejo Económico, Social y Medioambiental.
Si Macron da marcha atrás en estas medidas quizá podría lograr un respiro aunque tanto la izquierda radical, como la ultraderecha, están en plan de derribo exigiendo elecciones anticipadas de forma inminente.
Recientemente en declaraciones a los medios franceses, la presidenta de los diputados de Francia Insumisa, reiteró que el macronismo está muerto y que la única solución para la actual crisis política es su renuncia. Mismo discurso repetido por su polo opuesto, la líder de la derecha radical Marine Le Pen, quien ha culpado a Macron de todos los males y ha reiterado que no facilitarán la gobernabilidad en Francia.
La deuda preocupa
La imagen de Macron caminando solo por una parte del Sena y en actitud meditabunda que difundió Europe1, ha servido para que otros medios europeos aborden el papel clave de Francia (junto con Alemania) dentro de la Unión Europea; en Alemania, por ejemplo, Der Spiegel y el Frankfurter Allgemeine, analizaron la crisis política que acecha a Europa desde hace varios años con democracias cada vez más endebles por la fragmentación política, la polarización y el auge de la ultraizquierda y de la extrema derecha cuyas tesis siempre ponen en riesgo la construcción europea de la unidad a través de la Unión Europea.
Desde España hasta Bélgica, Italia y Alemania la prensa pone sobre de la mesa la inquietud de los analistas de que la situación en Francia termine contaminando al euro. El tema es mucho más profundo que un cambio de primer ministro: a la inestabilidad política hay que añadirle una crisis económica con temores sobre la deuda francesa y la solvencia de su economía de cara al futuro inmediato. Los primeros ministros macronistas han pretendido suavizar la crisis de la deuda a través de recortar el gasto del gobierno pero no han tenido de su parte los votos de la Asamblea Nacional y encima las calles se llenan de violentas protestas.
Si Francia gasta más dinero del que ingresa a sus arcas, entonces se ve obligada a endeudarse para cubrir su presupuesto y el déficit presupuestario del año pasado fue de 5.8% del PIB y se prevé que el de este año oscile entre el 5.4% y 5.6 por ciento. Por lo tanto, la deuda pública seguirá creciendo y uno de sus agujeros es su sistema de pensiones con una población cada vez más envejecida.
Los macronistas plantean reconducir la situación recortando derechos a los pensionados y alargando la edad de jubilación. Medidas poco populares. Mientras que los políticos de izquierda proponen subidas de impuestos y ningún recorte presupuestario. De allí que surjan ideas como la Tasa Zucman que es un gravamen especifico de 2% sobre todas las grandes fortunas superiores a los 10 millones de euros.
La izquierda política la reclama pero la ultraderecha no la apoya. De acuerdo con Le Fígaro este gravamen de aplicarse otorgaría 15 mil millones de euros anuales al fisco.
Temor a una inestabilidad en la UE
Para Euronews, el analista de mercados Piero Cingari, señala que la crisis política de Francia está alimentando la incertidumbre económica y del mercado, con riesgos para el crecimiento y el cumplimiento de las normas de endeudamiento de la UE.
“Los diferenciales de los bonos se han ampliado, las reformas están estancadas y los analistas advierten que el Banco Central Europeo podría tener que actuar si la situación continúa deteriorándose”, destaca.
Cingari subraya que la crisis política de Francia está alimentando la preocupación entre los economistas que advierten que la parálisis institucional sostenida podría socavar el crecimiento y complicar los esfuerzos para estabilizar las finanzas públicas.
¿Cómo está la salud de la economía gala? De acuerdo con el Banco de Francia, tras aumentar 0.1% en el primer trimestre de 2025, se espera que el PIB de la economía francesa crezca a un ritmo moderado en el primer semestre del año, antes de acelerarse ligeramente en el segundo semestre hasta alcanzar una media anual de 0.6% en 2025, tras aumentar 1.1% en 2024.
“En 2025, la actividad debería verse impulsada por la demanda interna, mientras que el comercio exterior pesará negativamente sobre el crecimiento. Se espera que el crecimiento se fortalezca al 1% en 2026 y al 1.2% en 2027, a medida que se recuperen el consumo y la inversión privada, seguidos de las exportaciones”, según proyecciones del banco central.
Respecto del empleo debería seguir siendo resistente, con un aumento limitado de la tasa de desempleo, combinado con una menor recuperación de las pérdidas de productividad. De la inflación, los precios al consumidor se han revisado a la baja: tras una inflación de 2.3 % en 2024, se espera que la inflación general se mantenga estable en 2025 en 1% debido a un descenso de los precios de la energía.
El problema de Francia es su déficit público. La reducción del déficit público por debajo de 5% del PIB en 2026 y 2027; de hecho, se espera que el radio de deuda pública entre el PIB seguirá aumentando hasta finales de 2027.
No hay una hoja de ruta clara para salvar a Francia de la debacle de su deuda y estabilizar su horizonte político. Es más lo político está contaminando el rendimiento de sus bonos a 10 años que cotizan en 86 puntos básicos por encima de los bonos alemanes.
Según Goldman Sachs, Francia ha experimentado el mayor aumento en el riesgo país entre los principales mercados desde las elecciones del año pasado. Los mercados también están comenzando a centrarse en el Banco Central Europeo y si puede verse obligado a intervenir para contener los crecientes riesgos en el mercado de bonos de Francia y evitar contagios en toda la eurozona. Macron pende de un hilo.