sábado, febrero 8, 2025

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La OTAN de Rutte en medio de dos flancos bélicos sensibles

Han contado, uno por uno, los días que el noruego, Jens Stoltenberg, estuvo al frente de la OTAN:  3 mil 654 días al mando. En total, una década de cambios vertiginosos y amenazas inimaginables como la pandemia; ahora  su sucesor, el holandés Mark Rutte, recibe una Alianza que tiene por el flanco derecho la invasión de Rusia a Ucrania camino de cumplir los tres años y, por el izquierdo, la guerra en Medio Oriente con Irán e Israel confrontados.

          En estos tiempos convulsos hay que mantener la cabeza bien fría. Stoltenberg  duró diez años  dirigiendo a la OTAN por esa cualidad y por ser pragmático. Cuando el exprimer ministro británico, Boris Johnson, llegó a decir el año pasado que  él quería dirigir los destinos de  la Alianza Trasatlántica a más de uno se le pusieron los pelos de punta.

          El pasado 1 de octubre, el exprimer ministro de Holanda, Mark Rutte, tomó el relevo en una ceremonia sobria en el cuartel general en Bruselas con treinta y dos banderas oteando en el horizonte. Durante la era de Stoltenberg, dos países tradicionalmente neutrales como son Suecia y Finlandia rompieron  su postura ante la invasión rusa perpetrada en Ucrania.

          Finlandia ingresó en la OTAN el 4 de abril de 2023 y Suecia, lo hizo el 7 de marzo de 2024. Su pertenencia ha marcado un antes y un después en la geopolítica del Ártico y en cuanto a su grado de implicación en la defensa de los aliados. Recientemente, Finlandia anunció que  instalará una base de la OTAN a menos de 200 kilómetros de su frontera con Rusia. Se trata de una nueva sede de este organismo para el control del norte de Europa.

«Es un gran trabajo y el listón está muy alto. Jens, has sido un secretario general ejemplar. Quiero decir que entre mis prioridades figuran mantener a la OTAN fuerte y garantizar que las defensas siguen siendo eficaces y creíbles”, afirmó Rutte durante la ceremonia de traspaso de poderes.

          Durante su discurso también reafirmó que es necesario aportar más gasto en defensa: «Para esto necesitamos más fuerzas, con mejores capacidades e innovación más rápida. Esto requiere más inversión, porque para hacer más debemos gastar más. No hay alternativa libre de costo si queremos estar a la altura de los desafíos y mantener a nuestra población de mil millones de personas segura”.

          Otra de sus prioridades, además de mantener cohesionados los intereses de los aliados es continuar apoyando a Ucrania, no solo para seguir resistiendo la invasión sino para ganar la guerra contra Putin.

«No puede haber una seguridad duradera en Europa, sin una Ucrania fuerte e independiente. La Alianza debe cumplir con el camino irreversible de  hacer que Ucrania pertenezca a la organización transatlántica”, aseveró.

          Y respecto de las hostilidades bélicas en Medio Oriente, Rutte pidió que concluyan lo más pronto posible tanto en Líbano, como en la Franja de Gaza; lo mismo que en Israel e Irán.

          «Por supuesto estamos siguiendo de cerca lo que está pasando en el Líbano. Pero obviamente la OTAN no tiene un papel específico allí. Lo que puedo decir es que mantenemos un contacto estrecho con nuestros  aliados y esperamos un alto al fuego lo más rápidamente posible”, esgrimió con cierta esperanza.

          Por su parte, la reacción rusa ante el nuevo líder de la OTAN, ha quedado plasmada en los comentarios de Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, tras afirmar que “no esperan nada nuevo”. «En nuestras expectativas, la Alianza Atlántica continuará en la misma dirección en la que venía trabajando”.

Paga lo que debes

Uno de los mayores cambios, durante el mandato de Stoltenberg, fue la inauguración de un nuevo cuartel general de la OTAN ubicado  en el Boulevard Leopoldo III, en Bruselas. Sucedió en mayo de 2017 y fue la primera vez que Donald Trump pisó la Alianza como presidente de Estados Unidos.

No fue una visita afortunada: a los entonces treinta líderes miembros llegó a decir que el erario norteamericano había pagado ese majestuoso edificio y, les demandó groseramente, que debían pagar más por su propia defensa.

Aunque los países de la OTAN fijaron desde hace más de una década como un objetivo deseable invertir el 2% de su PIB en gasto militar fue hasta 2014 cuando esa cifra se convirtió en un compromiso obligatorio; y se fijó su cumplimiento en 2024. En este año que justo, la sombra de Trump amenaza con volver a la Casa Blanca.

En su campaña electoral de 2016, Trump cargó contra la Alianza criticándola de ser  “un organismo obsoleto”; ahora bien,  en febrero,  previo a su nominación como candidato republicano, el expresidente  declaró públicamente que “alentaría” a Rusia a atacar a los aliados de la OTAN que no paguen su cuota.

De hecho, agregó, que alguna vez le dijo a un líder europeo que él no protegería a una nación atrasada en sus pagos de defensa y que, incluso, permitiría que los agresores hicieran lo que quisieran.

En respuesta Stoltenberg le reviró que cualquier sugerencia de que los aliados  no se defenderán entre sí, solo contribuiría a socavar toda la seguridad y pondría en riesgo a los soldados de los países de la OTAN.

La realidad es que no solo los miembros de la Alianza, sino en todo el mundo, de media ha incrementado vertiginosamente el gasto militar convirtiéndose en una prioridad.

El año pasado, el gasto militar mundial aumentó 3.7% en términos reales  respecto del año inmediato anterior tras destinarse la cantidad de 2.44 billones de dólares.

De acuerdo con el informe de 2023 presentado por el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) solo cinco países acumulan el 61% del gasto en defensa global; la lista ha estado encabezada por Estados Unidos con 916 mil millones de dólares; le sigue China, con 109 mil millones de dólares; después figura Rusia con 109 mil millones de dólares; luego India, con 83 ml 600 millones de dólares y en quinto puesto, Arabia Saudita, con 75 mil 800 millones de dólares.

Estados Unidos es el país que más dinero destina  para su seguridad y defensa esa  ha sido su piedra angular desde el final de la Segunda Guerra Mundial; por sí solo representa el 37% del gasto militar total global. Su presupuesto es tan exorbitante que  suma todo lo que gastan los nueve países  que le siguen en la lista del ranking del mayor gasto militar.

En particular, todos los miembros de la OTAN han venido incrementando su gasto en defensa con el objetivo de tener un ejército más modernizado y armamento más eficaz.

En febrero pasado, Stoltenberg anunció que en 2024, los aliados invertirán un total combinado de 380 mil millones de dólares en defensa. Por primera vez, esto equivale, al 2% de su PIB combinado.

Estados Unidos representa alrededor de dos tercios del gasto anual en defensa de los países de la OTAN, con un presupuesto estimado  para este año de 967 mil millones de dólares. Los siguientes cuatro países miembros de la Alianza que más gastan son: Alemania, con  97 mil 700 millones de dólares;  Reino Unido, con  82 mil 100 millones de dólares; Francia, con 64 mil 300 millones de dólares y Polonia, con  34 mil 900 millones de dólares.

          La OTAN con Rutte al frente se espera que exija más gasto en defensa a sus aliados; la idea es ampliar las capacidades bélicas incorporando los más novedosos avances tecnológicos y eso significa gastar mucho dinero. Las tensiones geoestratégicas actuales son además un aliciente  para darle prioridad a la inversión en la industria militar.

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