El castigo ha dejado poco a poco de ser teatro.
Y todo lo que podía tener de espectáculo se
encontrará en adelante marcado con un índice negativo.
Michael Foucault
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
En México estamos a punto de culminar un sexenio que ha dejado un saldo negativo y de retroceso en rubros de transparencia y democracia, estamos a punto de comenzar el de Claudia Sheinbaum que por ahora no ha dado señales de querer seguir su propio camino, sino de “construir” lo que ellos llaman el “segundo piso de la transformación”, mandato de López Obrador. Claudia edificará sobre la demolición del Poder Judicial, de órganos autónomos que tomó muchos años construir, un país violento y con un ejército empoderado.
La intolerancia de Andrés Manuel López Obrador a la crítica no es nueva, no le gustan los periodistas ni que ejerzan vigilancia sobre él, como si su autoridad moral fuera suficiente, pero hasta en eso falló porque le ganaron con 700 millones de pesos de Segalmex. El presidente se jacta de saber sobre democracia y recita el concepto, pero no toma en cuenta a quienes no le dieron el voto, ni a las minorías que son igual de importante que las mayorías porque ellas justifican las decisiones en las democracias y le dan legitimidad.
El todavía presidente prometió un ejercicio de “comunicación circular”, pero su conferencia de prensa se convirtió en una sala de juicios y hasta en la picota medieval, también conocida como el suplicio, era una estructura donde los condenados eran expuestos públicamente y sometidos a humillación y tortura. Así fue contra los medios de comunicación y periodistas que atacó sin cesar como en el caso de Ciro Gómez Leyva, ni porque fue víctima de un atentado y que salvó la vida milagrosamente le bajo a la intensidad.
En una sociedad democrática, los medios de comunicación y el periodismo juegan un papel preponderante, su importancia radica en varios aspectos fundamentales que contribuyen al buen funcionamiento de la democracia, aunque claramente tienen el papel de incomodar a los que tienen conductas negativas. Los medios de comunicación son la principal fuente de información para los ciudadanos y en mancuerna con órganos de transparencia proveen datos esenciales que generan investigaciones periodísticas. En el mundo hay vastos ejemplos de trabajos que han tambaleado hasta regímenes.
Uno de los casos más sonados fue el del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, se vio obligado a dimitir tras una sucesión de acusaciones de corrupción y sobornos. Otro más fue el Otto Pérez Molina quien llegó a la presidencia de Guatemala en enero de 2012 y tres años después se vio obligado a renunciar luego de que el Congreso le retirara su inmunidad y un fiscal ordenara su detención, ambos casos se dieron a conocer gracias a investigaciones periodísticas.
Lastimosamente en México de acuerdo con el IPC, realizado por Transparencia Internacional, México pasó a ocupar de la posición 130 (2019) a la 124 (2020) entre los 180 países evaluados, ubicando al país a la par de naciones como Bolivia, Kenia, Kirguistán y Pakistán y por encima de Azerbaiyán, Gabón, Malaui, Mali y Rusia. Tan mal estamos en México que han sido asesinados 47 periodistas durante el sexenio de AMLO.
Aquello de vigilar al poder es una máxima, claro que también existen personas que se han dejado corromper y doblegan al medio terminando con la credibilidad. Así, los medios y los periodistas denunciando abusos y corrupción, facilitan el debate público al proporcionar una plataforma donde se pueden discutir diferentes puntos de vista, otro aspecto clave en una democracia es la representación de diversas voces y opiniones de una sociedad plural. En teoría medios y periodismo contribuyen significativamente a la transparencia y al buen funcionamiento de las sociedades democráticas.
En países gobernados por dictaduras, los medios de comunicación y el periodismo enfrentan desafíos como la censura, la represión y la manipulación de la información son prácticas comunes que limitan la libertad de expresión y el acceso a información. Aunque no les guste desde el 2018 lo han intentado en México y por el jefe del poder Ejecutivo.
Seamos claros, en México no vivimos en una dictadura, pero el fantasma de la tentación ha estado presente y por lo pronto no se vislumbran cambios. Suerte al buen Ciro Gómez Leyva que se va a España y desde allá seguirá ejerciendo…
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Hasta la próxima.