domingo, junio 15, 2025

Putin habla con el Papa León XIV y acusa a Ucrania de escalar

Se trata de la primera llamada telefónica entre el presidente ruso y la máxima autoridad de la Iglesia católica. Putin habla con el Papa...
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Un Papa de Chicago en medio de una ola mundial anti EUA

Nuevamente ha sido un cónclave con sorpresas: la elección del estadounidense, Robert Francis Prevost Martínez, de la Orden de los Agustinos, ha sido bienvenida por los fieles católicos aunque en Europa daban por hecho que el nuevo pontífice sería el italiano, Pietro Parolin. Esto es el signo de los nuevos tiempos con el eurocentrismo en declive.

En Roma, suelen repetir que aquel que entra como Papa a un cónclave, siempre sale  como cardenal y, en esta ocasión, tampoco ha sido la excepción:   en el día de la Virgen de Pompeya, 8 de mayo,  aconteció un momento histórico para la Iglesia con la elección de Prevost Martínez como el Sumo Pontífice número 267 sucediendo al Papa Francisco.  Lo hará bajo el nombre de León XIV.

El cónclave, que duró dos días, culminó con la salida de humo blanco de la Capilla Sixtina, señalando la elección del cardenal norteamericano, nacido en Chicago en 1955. Hubo cuatro votaciones, dos fumatas negras y la tercera blanca.

“Podrían haber votado a un  técnico, pero eligieron a un misionero estadunidense, que cuenta con la nacionalidad peruana y con mucha experiencia sacerdotal y misionera con los pobres del Perú. Habla inglés, español e italiano y  otros idiomas más y me parece que podría emerger como una figura conciliadora entre todos los intereses que hay en la curia romana”, señaló una fuente consultada en El Vaticano.

          Más que elegir por la nacionalidad, William Miles, profesor de religión y política de la Universidad Northeastern, indica que ha sido el peso de la teopolítica la que ha contado en el cónclave en una iglesia polarizada. «Más importante que la nacionalidad o la etnia del Papa, hay que ver su postura sobre los temas que están polarizando al mundo católico».

En declaraciones para Northeastern Global News, el investigador señala que el cónclave ha sido mucho más político o teopolítico porque no solo es cuestión de fe sino también de tener una postura sobre temas que están galvanizando a la sociedad contemporánea.

«La Iglesia Católica no es menos inmune a la política más amplia que cualquier otra institución. Estamos viviendo en un mundo altamente polarizado y polarizante e incluso el Papa y los candidatos papales son seres humanos”, de acuerdo con Miles.

          Cada pontífice ha tenido su momento histórico: el Papa Juan Pablo II  y su influencia en la Guerra Fría con sus tesis anticomunistas él era un polaco convencido a favor de la libertad; su sucesor, el alemán, Benedicto XVI, no   logró  notoriedad geopolítica porque los escándalos internos absorbieron buena parte de su pontificado; mientras, el Papa Francisco,  debió lidiar con un profundo cambio generacional  y con una geopolítica mucho más beligerante marcada por el terrorismo, igualmente por el cambio climático; la pandemia del Coronavirus y por la invasión de las tropas rusas a Ucrania.

          Además,  le obsesionaba expandir la fe católica. El 13 de marzo de 2013, cuando el cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio, fue elegido Sumo Pontífice,  en el mundo había 1 mil 253 millones de católicos de acuerdo con el National Catholic Register. En 2024,  el número de católicos, a nivel global aumentó a 1 mil 406 millones de fieles.

          La mayor expansión ha sucedido en África y en Asia mientras que Europa experimenta  un estancamiento. Aunque es el continente americano donde se vive su máximo esplendor y se espera que el nuevo Papa siga poniendo hincapié en el tema.

          ¿Casualidad? No creo en las casualidades, no en política, ni en las luchas por el poder.  Soy católica practicante, pero a mí los papados y sus representantes,  me producen urticaria.

          Un sumo pontífice norteamericano que habla varios idiomas a la perfección y tiene experiencia de más de veinte años como pastor y misionero en pueblos marcados por la pobreza en este caso en Perú. Su elección  acontece en medio de un tsunami antinorteamericano provocado por un rechazo natural hacia Trump y sus políticas.

          El Papa León XIV emerge en tiempos cruciales en que los nacionalismos o se han amacizado en varios países o bien han resucitado como el caso de Canadá: las cancelaciones de viajes a Estados Unidos suceden por miles mientras las franquicias estadounidenses siguen perdiendo clientes. Este fenómeno también está en varias partes de México y de Europa.

          No fue uno, sino varios los periódicos italianos, desde la Reppublica, hasta La Stampa, que revelaron sobre la presencia de Trump en el funeral del Papa Francisco y sus intenciones de influir a favor de un Sumo Pontífice norteamericano.

          ¿Simple y mera casualidad que al final el norteamericano Prevost saliese elegido en la última votación tras imponerse por encima del favorito de todos Pietro Parolin? La realidad es que El Vaticano se la está jugando porque ya tuvo la experiencia gris del Papa Benedicto XVI.

          Con esto quiero decir que: o el Papa León XIV lava la cara de Trump y coadyuva a reducir la ira y el rechazo instalado contra Estados Unidos en diversos países o termina fagocitado por Trump, sus declaraciones, sus políticas y sus juegos de guerra. ¿Qué significa? Que el rechazo también se instale contra un pontífice norteamericano o bien que Prevost tenga la suficiente fortaleza de tener un discurso completamente claro en contra de las acciones  de la Casa Blanca. Pero, lo dudo.

          Los próximos meses serán cruciales para el sucesor de San Pedro que ya está atrapado en el juego católico de los votantes MAGA y del equipo de gobierno de Trump: el propio presidente norteamericano se siente mesiánico cree que Dios lo salvó del atentado porque está predestinado; mientras que su vicepresidente, JD. Vance  es un católico recalcitrante lo mismo que Marco Rubio, secretario de Estado, de Estados Unidos.

          En la nueva retórica imperante, antes de comenzar la jornada, en la Casa Blanca se reza; solo falta que se pongan una sotana mientras su moral es cada vez más férrea: no caben ni los abortos, ni los homosexuales, ni los divorciados, ni siquiera los inmigrantes ilegales. Y, para colmo, el cambio climático no existe.

          Ya se habla en la Casa Blanca de invitar al Papa León XIV a visitar diversas ciudades en Estados Unidos; por lo menos hay 55 millones de católicos deseos por ver al nuevo Sumo Pontífice.  Trump está obsesionado con extender más la fe católica en su país para quitarle terreno a la fe protestante. Y, por supuesto, darse un baño de masas papal… no hay nada que dé más rédito político.

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