El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha lanzado un fondo internacional que busca transformar la conservación de los bosques tropicales en una estrategia financiera global. Así lo ha dado a conocer durante la primera jornada de la cumbre de líderes de la COP30 en Belém.
El Fondo de Bosques Tropicales por Siempre busca conservar más de mil millones de hectáreas de selvas mediante la inversión de hasta 125.000 millones de dólares en mercados financieros, cuyos rendimientos se repartirán entre los países que las preserven. La expectativa es captar 25.000 millones de dólares de fondos públicos y hasta 100.000 millones de capital privado.
Este fondo es una iniciativa «inédita» que convertirá a los países del Sur Global en protagonistas en una agenda de bosques «por primera vez», ha expresado Lula durante un almuerzo ofrecido a los representantes de las naciones que se han comprometido a invertir en este mecanismo Entre los asistentes estaban los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; de Francia, Emmanuel Macron; el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre; su homólogo británico, Keir Starmer, y el viceprimer ministro chino, Ding Xuexiang.
Tras la presentación del proyecto, el gobierno brasileño ha anunciado que Noruega ha donado 3.000 millones de dólares para impulsarlo. Así, Noruega se convierte en el primer país extranjero en unirse a esta iniciativa brasileña. Además, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado que su país aportará 500 millones de euros suplementarios a los 1.000 millones previstos para el fondo de preservación de la selva amazónica en Brasil y la Guyana francesa.
Durante su discurso, el mandatario brasileño ha subrayado la importancia de los bosques tropicales, pues sin ellos «no tenemos agua para beber ni para plantar» y por eso «valen más en pie que derribados». Si bien no forma parte de las negociaciones formales de la cumbre climática de la ONU, este instrumento, ideado por Brasil, se ha convertido en una de las banderas del país anfitrión, que aspira a una participación más activa por el clima con una herramienta de inversión en la que todos ganan.
La iniciativa contempla pagos por cada hectárea de vegetación en pie, pero también penaliza por cada hectárea deforestada o degradada. Asimismo, garantizará recursos adicionales para la protección de la biodiversidad, los territorios tradicionales y el mantenimiento de los servicios ambientales.
El modelo fue desarrollado con el apoyo de una decena de países, entre ellos Colombia, República Democrática del Congo, Ghana, Malasia y Francia, y representantes de pueblos indígenas y comunidades locales.
Los recursos serán reinvertidos en bonos soberanos o títulos de grandes empresas, por los que se estima conseguir un retorno de 4.000 millones de dólares anuales que serán repartidos entre más de setenta naciones tropicales, a cambio de la conservación de sus bosques. «Parece poco, pero estamos hablando de 1.100 millones de hectáreas de bosques tropicales distribuidos en 73 países en desarrollo», ha asegurado Lula, que también ha explicado que los recursos se destinarán directamente a los gobiernos nacionales para garantizar programas a largo plazo y el 20% se asignará a pueblos indígenas y comunidades locales.
Hasta ahora, Brasil es el único país que ha invertido en el fondo, con una suma de 1.000 millones de dólares. El mecanismo cuenta con el respaldo de los países de las cuencas del Amazonas, del Congo y de Borneo-Mekong. Colombia e Indonesia prometieron contribuir, este último, con una cifra similar. Además, Alemania, Noruega, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido se perfilan como potenciales inversores.
El Banco Mundial será el administrador del fondo y Brasil trabaja con agencias de calificación de riesgo para que el TFFF obtenga una clasificación AAA o AA, lo que facilitaría la atracción de inversores institucionales.




