jueves, abril 25, 2024

China mantiene el pulso con la UE

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Claudia Luna Palencia

Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
 
Economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales 
 
 
Siempre nos quedará París
 
 
 
Emmanuel Macron concluirá este año por todo lo alto. El joven delfín de la política francesa estará de plácemes por su cuarenta cumpleaños y por la nueva cumbre del clima que acogerá el 12 de diciembre en París.
¿Su máxima apuesta? Demostrar sus dotes seductoras para ablandar hasta la terquedad más anquilosada y traspasar todas las reticencias expuestas por Donald Trump sobre el cambio climático «un invento chino” y ufanarse –una y otra vez—, de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París.
Para el mandatario francés, evaluado como un aliento nuevo y fresco en medio del estío de la vieja política de la Unión Europea, «nunca es tarde para convencer a Trump” de hacerlo rectificar y que termine reconociendo los beneficios de signar todos juntos un compromiso al unísono.
Ya hay sectores de la prensa gala que comparan de forma prematura a Macron con Bonaparte si bien «pequeño de tamaño pero grande de carácter”. De pragmático poco y de retórico mucho, así como de carismático y esa es quizá su mayor arma disuasoria: le ha echado un lazo a su homólogo estadounidense, vendiéndose como puente con una Europa con las uñas afiladas.
Empero, en relaciones internacionales la diplomacia es una cortina de humo en la que uno pide una cosa a cambio de otra; el viernes, Donald y su esposa Melania compartieron más que burbujas de champán en la comida con el matrimonio de Emmanuel y Brigitte a orillas del Sena.
El francés se deshizo en halagos «para el aliado histórico” con la finalidad de atraerlo hacia la reinserción de Estados Unidos al Acuerdo (si lo logra los bonos de Macron cotizarían como líder global); el magnate en cambio habló del corte de caja necesario para las empresas armamentistas. Uno piensa como político y el otro como empresario; y más estando tan caliente el pacto de Francia con Alemania para la formación de una flota de combate aérea.
La UE que camina, más pronto que tarde, en pro de formar un Ejército y un programa único de gastos en defensa está consciente que debe modernizar sus tropas, además avanzar hacia la especialización entre los miembros; unos aportarán inteligencia, otros sus flotas, etcétera.
Ha sido en defensa el primer gran acuerdo entre Macron y Merkel y la Alianza para el Sahel para proveer de recursos a África con la finalidad de que la inversión mejore la infraestructura y se tengan condiciones de vida más aceptables.
Ya que tocamos el punto de la diplomacia, Merkel también está recurriendo a toda suerte de artes para agradar a Trump; como anfitriona del G-20 permitió que Ivanka Trump tuviese un rol destacadísimo. La hijísima logró el beneplácito del Banco Mundial para poner en marcha un programa de financiamiento para emprendedoras con la venia de tres países aportantes: Estados Unidos, Canadá y Alemania.
La UE quiere ablandar a Trump, ganarse su simpatía, porque buscan evitar una guerra comercial como consecuencia de un incremento de los aranceles a las importaciones del acero efectuadas por la economía norteamericana. Esto es lo que hay en el trasfondo; por eso Macron ha puesto en marcha sus tácticas de seducción.
A COLACIÓN
¿Podrá con el paquete? Me refiero al recién electo inquilino del Elíseo porque contra todo pronóstico la algarabía de los primeros días va disipándose en la medida que el poder es ejercido.
Con la salvedad del presidente Barack Obama que dejó la Presidencia evaluado con un rating de popularidad bastante considerable, políticamente inexplicable por sus escasos efectos electorales a favor de la candidata demócrata Hillary Clinton.
El caso de Obama seguirá siendo un punto y aparte porque su figura histórica continuará agrandándose en la medida que Trump acelere el gatillo instalado en su cuartel como viejo matón.
Con Macron es todavía muy pronto para aventurar su sino político, no obstante, como nos demostraron las propias urnas no las tiene todas con él en la calle, los invisibles se harán ver a la fuerza y digamos que como líder europeo está confrontado con dos mecanismos que deben terminar siendo compatibles —tarde o temprano—, sus decisiones internas en Francia y su responsabilidad para con la UE.
¿Qué puede pasarle? En cortos meses ser impopular hacia adentro y popular hacia afuera, de cara a este otoño Francia tendrá una serie de relevantes ajustes para achicar su aparato burocrático y eso significa desempleo… funcionarios despedidos. También deberá cuadrar los presupuestos, recortar para gastar menos en muchos renglones, cumpliendo con la premisa del club europeo.
Ya el ministro de Defensa francés ha puesto el grito en el cielo porque su Ministerio será tocado por la tijera justo cuando está pidiendo mayores recursos. El presidente Macron ha prometido ser más suavecito para los próximos presupuestos.
 
 
 
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