martes, octubre 15, 2024
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El grupo húngaro buscan conciliar sobre la compra de Talgo

Conciliador y evitando en todo momento desairar al Gobierno español. Así se ha mostrado esta mañana ante la prensa, en su primera comparecencia pública en Madrid, el empresario András Tombor, cara visible del consorcio húngaro que tiene lanzada una oferta pública de adquisición (opa) por Talgo pese a la conocida oposición del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Se cumplen cuatro meses desde el arranque oficial de la ofensiva del grupo Ganz Mavag sobre el fabricante de trenes, lo que fue leído como un desafío a La Moncloa. Sus recelos tienen que ver con posibles vínculos de los compradores con intereses rusos. Tombor ha optado por echar agua al fuego: asegura que “no tiene prisa” y se ve como “única opción de futuro” para el fabricante español.

El inversor afincado en Londres opina que no hay contraopa en el horizonte capaz de ofrecer valor industrial a la firma española, de la que asegura respetar “su valor estratégico para España”. Lo que sí sería posible, ha dejado entrever, es abrir el plan de adquisición, valorado en 619 millones, a inversores españoles para agilizar el proceso.

El camino no está siendo sencillo. Pero ante el examen de la opa, y de la identidad de los compradores, que lleva a cabo el Gobierno español, András Tombor ha querido tranquilizar al sostener que Ganz Mavag no tiene enlace alguno con Rusia: “Antes de la guerra de Ucrania teníamos relación con el fabricante ruso Transmashholding, pero fuimos de los primeros en deshacer los lazos con intereses rusos en cuanto estalló el conflicto”.

Al hilo de esta cuestión, el empresario ha pedido que se prime el análisis industrial sobre el político ante las dudas del Gobierno español hacia una propuesta que sí es cercana al presidente ultraderechista húngaro Víktor Orban. “Somos un inversor extranjero y es normal que quieran conocernos y saber de nuestro proyecto. Esto es habitual en estos procesos, por lo que debemos tener paciencia. Estamos aquí para explicarlo, incluido al ministro de Transporte, Óscar Puente, para poder convencerle”, ha concedido Tombor.

Sobre la presencia del fondo estatal húngaro Corvinus en el capital de Ganz Mavag, con un 45% del capital, explica que ese vehículo facilita el lanzamiento de la oferta, pero no se mantendría a largo plazo como accionista de perfil financiero. En todo caso, el apoyo de dinero público húngaro a través de la citada Corvinus “cumple con la regulación española y comunitaria”, anticipa el representante del consorcio.

El estudio que lleva a cabo la Junta de Inversiones Exteriores, para su traslado al Consejo de Ministros, tiene como fecha de vencimiento el próximo 10 de agosto. “Pueden hacernos preguntas adicionales, lo que afectaría al plazo, pero esperamos que no lo haga el periodo estival”. La citada junta es un órgano interministerial adscrito a la Secretaría de Estado de Comercio, cuya opinión es clave ante la capacidad de veto de La Moncloa a la propuesta húngara. En España está vigente hasta final de año un escudo contra opas procedentes del extranjero, regulado a través del real decreto 571/2023, de 4 de julio, sobre inversiones exteriores. Este blindaje fue activado en los primeros tiempos de la pandemia, y posteriormente ampliado, ante la pérdida de valor de importantes cotizadas, con lo que el Ejecutivo puede cerrar la puerta de entrada a partir de la toma de un 10% del capital. Además, se protege a firmas no cotizadas en operaciones superiores a los 500 millones.

Tombor, que fue quien se fijó en Talgo en 2022 y ha conseguido armar la opa, se ha mostrado abierto a “atender y debatir propuestas del Gobierno y del empresariado español”, con lo que ha concedido que podría darse entrada en el consorcio a inversores locales si se encuentra sentido industrial y ello mete la operación en vía rápida. También dice respetar a posibles interesados españoles en Talgo, como CriteriaCaixa, de perfil financiero y que precisaría apoyo industrial, o al fabricante CAF, de la que no se han conocido muestras de apetito por el rival. De momento, no ha habido contacto alguno con ellos. Más taxativo se ha mostrado al restar todo tipo de posibilidades a Skoda en una eventual batalla de opas: “Fue un jugador muy importante, pero ahora está en pérdidas y no creo que pueda ofrecer valor a Talgo”.

El inversor húngaro ha reconocido ante los medios que fue íntimo colaborador de Víktor Orban e integrante del Gobierno de Hungría hace 22 años, pero hoy se presenta como “un hombre de negocios alejado de los intereses políticos”. El plan de Ganz Mavag puede solucionar el que, a su juicio, es el principal problema de Talgo: “Le falta capacidad industrial y nosotros la tenemos en Hungría para que pueda acceder a nuevos mercados y contratos. Talgo es una empresa de tercer nivel que podríamos elevar al segundo nivel del sector, con más de 1.000 millones de facturación anual”.

La opa registrada ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) valora cada acción de Talgo en 5 euros, lo que supone un montante de 619 millones de euros por el 100%. “La nuestra es una opa amistosa y generosa, con financiación húngara y el visto bueno de los bancos españoles, acreedores de Talgo. Creo que los representantes sindicales también han entendido el sentido industrial de la propuesta. Espero que todo el mundo deje de centrarse en el cariz político porque no hay nada, en este terreno, ligado a esta transacción”, ha remachado el empresario.

Tras valorar “la tecnología vanguardista” de Talgo, Tombor ha aseverado que Ganz Mavag “apoya decididamente la idea de que Talgo es una empresa icónica española, muy importante para el país. Los húngaros valoramos la importancia de las empresas icónicas, y el componente español se mantendrá si nuestra propuesta es aceptada por una mayoría de los accionistas”. Junto al calificativo de “icónica”, sobre una firma industrial con 82 años de historia, el Ejecutivo español coloca el de “estratégica”, lo que justificaría su opinión negativa a la operación.

El consorcio ha diseñado un plan industrial, adelantado por Cinco Días el 31 de mayo, con el que tardaría entre 15 y 18 meses en adaptar las instalaciones con capacidad ociosa de su fabricante Magyar Vagon, en Hungría, a las necesidades de Talgo. La tecnología y el equipo directivo seguirían siendo españoles, y durante el citado periodo de transición se fomentaría un intercambio de personal húngaro y español para compartir conocimientos. La inversión inicial se ha presupuestado en 50 millones de euros para doblar la producción de trenes, de 340 a 640 coches al año.

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