La creciente influencia rusa en Europa del Este está provocando un empeoramiento de la epidemia de VIH, advirtieron diversos líderes de salud. En Europa oriental y Asia central, los nuevos diagnósticos de VIH han aumentado un 20% desde 2010, mientras que las muertes relacionadas con el Sida han aumentado un 34%, es una de las tasas de crecimiento más rápidas del mundo.
La mayoría de las nuevas infecciones en la región se producen entre «poblaciones clave», incluidas las personas que se inyectan drogas, los trabajadores sexuales y los hombres homosexuales, y sus parejas sexuales.
Los esfuerzos para mejorar el tratamiento y prevenir las infecciones se ven obstaculizados por la propaganda vinculada a Rusia contra objetivos como los servicios de terapia de reemplazo de opioides, que reducen el riesgo de infección por el VIH entre las personas que consumen drogas, y la comunidad LGBTQ+.
Hay además un impacto nocivo en las leyes de «agentes extranjeros» en varios países, siguiendo un patrón establecido al modo de Rusia, exigen que las organizaciones benéficas y las organizaciones que reciben financiación extranjera se registren e imponen onerosos requisitos de presentación de informes. Esto ha obligado a algunas organizaciones benéficas a retirarse, según se informó en una rueda de prensa en la 25ª conferencia internacional sobre el Sida.
Michel Kazatchkine, asesor especial de la OMS en Europa, dijo que la influencia rusa en los países vecinos era «clara y creciente», incluida la financiación de los servicios de seguridad y los ministerios del Interior. «Está financiando más la propaganda nociva están llevando a cabo una rápida rusificación de los territorios ocupados», dijo.
Las leyes y políticas de muchos de los países de la región son obstáculos importantes para que las personas accedan a la atención médica, agregó, ya que el trabajo sexual, la posesión y el uso de drogas y las relaciones entre personas del mismo sexo suelen estar criminalizadas.
Dando un ejemplo de la dañina propaganda rusa, Kazatchkine mencionó que un programa de terapia con opioides en Kazajistán estaba casi cerrado. Había formado parte de una delegación que se reunió con el presidente del país para abogar por el proyecto.
Natalia Nikitenko, exmiembro del parlamento de Kirguistán y miembro de la Comisión de Políticas de Drogas de Europa Oriental, Central y Central, afirmó que muchos países de Asia Central tienen grandes fuerzas laborales migrantes en Rusia. “Los que son VIH positivos o usan drogas tienen miedo de tomar terapias con ellos debido al riesgo de deportación”.
En Ucrania, tras las interrupciones causadas por la invasión rusa, el programa nacional de atención del VIH ha reanudado sus servicios y el número de personas en tratamiento ha comenzado a aumentar de nuevo. CH
