lunes, julio 1, 2024

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La maldita dialéctica

The New York Times, en su edición del 14 de junio de 1934, daba cuenta del primer encuentro entre los dictadores, Adolph Hitler, de Alemania y Benito Mussolini, de Italia. Una reunión de dos días en Venecia, que selló el inicio de una relación de conveniencia entre ambos dictadores, a tal grado que Italia entró en la Segunda Guerra Mundial, el 10 de junio de 1940, al declarar la guerra a Francia y a Reino Unido; tres meses después invadió a Egipto y a Grecia el año siguiente.

          Hitler logró un aliado que inicialmente buscó en el dictador ruso, Iósif Stalin, pero esa relación fraguó por el enorme recelo del líder nazi contra el comunismo y hubo un choque de personalidades porque ambos eran profundamente traidores, psicópatas, desconfiados y ambiciosos.

          Ya sabemos en qué desembocó esa relación entre Hitler-Stalin y Hitler-Mussolini y los millones de vidas que costó la liberación de Europa  del yugo del fascismo y del nazismo. Las consecuencias posteriores, con la partición de Europa en dos bloques y de Alemania, misma; la liberación de Europa necesitó de la participación de la URSS y de sus tropas y el costo se pagó con creces bajo el yugo del comunismo.

          Si bien la Segunda Guerra Mundial terminó, el 2 de septiembre de 1945, digamos que la liberación total de Europa concluyó gracias  a las reformas instauradas por  el presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, entre 1985 y 1991,  conocidas como Perestroika en lo político y económico y la Glasnost  orientada a modernizar a la sociedad, la apertura de los medios a fin de favorecer la libertad de expresión y la libre expresión de las ideas.

          Cuando la URSS se desmembró oficialmente, el 25 de diciembre de 1991, tras la dimisión de Gorbachov nació la Federación de Rusia y surgieron quince países entre éstos Ucrania. El estado comunista ruso de la URSS había fracasado.

          En ese entonces, Putin tenía 39 años, era un funcionario de la KGB y diez años después ya era presidente de Rusia y,  en sus primeros discursos, dejó entrever que era un nacionalista admirador del zar Pedro I apodado El Grande y un romántico tardosoviético, partidario de Stalin y de la URSS.

          De la URSS con su grandeza territorial que eso se traduce también en un impacto económico relevante. Porque las ambiciones de Putin han vuelto a reposicionar geopolítica y militarmente a Rusia pero no tiene el poderío económico ni de China, ni de Estados Unidos, ni de la Unión Europea. Y eso lo envidia.

          Putin pretende reocupar el espacio dejado por la URSS, recuperar su área de influencia y eso, en suma, es muy preocupante de cara al futuro inmediato y para el derrotero de Ucrania que es el sino de Europa misma.

A COLACIÓN

          La dialéctica de la Historia: el pasado 15 de junio, en una visita que los medios asiáticos tildaron de “histórica”, el dictador ruso visitó en Corea del Norte a su homólogo, Kim Jong-un. Sellaron un pacto de defensa mutua como si fuese una especie de contestación al acuerdo entre Estados Unidos y Ucrania.

Putin que no visitaba Pyongyang desde 2000 fue recibido como un moderno faraón con una fastuosidad impresionante acaso una señal de los nuevos tiempos entre ambos líderes.

Entre lo más significativo, Putin y Jong-un, firmaron un acuerdo ampliado en temas de  seguridad, comercio, inversión,  lazos culturales y humanitarios. La parte más llamativa es la creación de una alianza para una defensa común mutua en caso de que alguno de los dos países sea atacado por un tercero.

La asociación estratégica integral entre los dos países, ambos aislados por las sanciones globales, podría ampliar las transferencias de tecnología militar a Pyongyang a cambio de suministros de municiones que el ejército de Moscú necesita urgentemente para su guerra en Ucrania. Será un trueque de los energéticos rusos por los misiles, bombas y municiones norcoreanas.

          Diversos analistas del Pentágono han visto con preocupación este acercamiento que tendería a mejorar los programas de armas nucleares y de misiles tanto de Rusia como de Corea del Norte.

Putin dijo que el llamado tratado de asociación estratégica integral prevé «entre otras cosas, la asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes de este tratado», informó la agencia estatal rusa TASS.

El dictador ruso comparó el acuerdo con los esfuerzos de Estados Unidos y  de otras naciones de la OTAN para enviar armas de largo alcance y aviones de combate F-16 a Ucrania para llevar a cabo ataques en territorio ruso, y afirmó que esas acciones eran una «violación flagrante» de varias obligaciones internacionales.

En Europa, observan con nerviosismo este alianza militar de defensa mutua, con la incertidumbre de saber cuál podría ser el papel de Corea del Norte ante Ucrania. A Rusia, que es una potencia nuclear, no solo le hacen faltan municiones también soldados para ir al frente.  En todo caso, no hay indicios reales de alcanzar un alto el fuego y la paz en Ucrania, en lo que resta del año.  Y esa sigue siendo una muy mala noticia para todos los europeos.

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