Ucrania sigue muy lejos de lograr un alto el fuego y un armisticio con Rusia. La Cumbre para la Paz convocada por Volodímir Zelenski, en Suiza, no contó con la presencia de los mandatarios ni de Estados Unidos, China, India, Sudáfrica, Brasil, Arabia Saudita o México aunque sí asistieron otros dignatarios y delegaciones de varios países. Tampoco estuvo presente ninguna delegación enviada por el Kremlin que es, precisamente, el invasor.
El presidente estadunidense, Joe Biden, mandó en su lugar a la vicepresidenta Kamala Harris, no quiso asistir a pesar de estar en Europa tras finalizar en Italia la Cumbre del G7. En los viajes internacionales más recientes de Biden, al líder octagenario se le ha visto bastante cansado, de hecho, no asistió a la cena ofrecida en la Cumbre del G7.
Tampoco estuvo en el encuentro global convocado por Zelenski, el representante de Naciones Unidas, António Guterres, cuya ausencia no ha sido justificada.
Bajo esta tesitura no se ven indicios claros de que cambie el destino de Ucrania. De los ochenta países representados, un total de doce entre los que figuró México, no signaron el documento final que pretendía un respaldo mayoritario para que el respeto a la integridad territorial de Ucrania siempre esté presente en cualquier mesa internacional de negociación por la paz.
La delegación mexicana representada por Alicia Bárcena, titular de Exteriores, enfatizó la imperiosa necesidad de un diálogo respetuoso con todas las partes para la construcción de la paz y la seguridad nuclear.
Eso sí, México durante su participación en dicha cumbre, dejó clara su postura al respecto de la central de Zaporiyia: “México honró su tradición de pronunciarse a favor de salvaguardar los usos pacíficos de la energía nuclear y la no-proliferación de armas”.
La paz idealizada por el presidente de Ucrania, no se parece en nada a la que, a su manera, pretende Vladimir Putin, el agresor que ha propiciado una guerra invasora desde el pasado 24 de febrero de 2022.
Realmente tampoco se ve que haya muchas ganas entre ambos bandos para sentarse a negociar y, puede ser un error de cálculo para un Zelenski que ha demostrado su bravura al mundo. No salió huyendo con su familia como creían desde el Kremlin.
Zelenski que se ganó la fama en su país como comediante de éxito televisivo, sin ninguna experiencia política más que catapultado por su enorme popularidad, le ganó las elecciones a Petró Poroshenko con un 73.22% de los votos y desde el 20 de mayo de 2019 es presidente de Ucrania. Ni por asomo imaginó que en menos de tres años estaría librando la batalla más importante de su vida, en un pulso, contra el mismísimo Putin.
Si algo ha demostrado en todos estos meses es su capacidad de liderazgo. Zelenski se ha convertido en un líder respetado que habla en los parlamentos de varios países, que tiene presencia en la mayor parte de las cumbres internacionales y que ha logrado el respaldo de los díscolos países occidentales y hasta lo inimaginable: atacar a Rusia con las armas provistas por Estados Unidos, por ejemplo, con sus misiles Himars; y con otras armas de otros países miembros de la OTAN.
La gran pregunta es si, el mandatario ucranio, que ha conseguido casi todo lo que se propone desde más financiamiento militar, ayudas económicas, armas, municiones, información de inteligencia militar y tener el acceso directo a los grandes líderes mundiales, logrará salirse con la suya y terminará expulsando al invasor o bien imponiéndole su llamado plan de diez puntos para la paz.
Es el mismo documento que reiteradamente ha dado a conocer desde julio de 2022 cuando Turquía se ofreció a mediar entre ambos países y sacar avante un acuerdo de exportación de cereales ucranios desde los puertos controlados por los soldados rusos.
Zelenski habla de una paz justa para los ucranios y en su fórmula son necesarias las siguientes condiciones: 1) Que Ucrania controle la seguridad radiológica y nuclear en todo su territorio y los soldados rusos salgan de la central nuclear de Zaporiyia; 2) Que Ucrania controle la seguridad de todos los puertos y de las aguas que le corresponden en el Mar Negro para facilitar el tránsito de su comercio y velar así por su seguridad alimentaria para ello exige la retirada de los soldados rusos de los puertos y la retirada de todo componente militar en el Mar Negro; 3) Que Ucrania controle todo lo relacionado con el abastecimiento energético y para ello demanda que los soldados rusos salgan de aquellas empresas relacionadas con la producción eléctrica, petrolera, gasística o nuclear que están en Ucrania; 4) tanto el intercambio como la liberación de prisioneros; 5) el respeto a la Carta de la ONU sobre la integridad territorial, Ucrania reitera que no permitirá una Ucrania partida; 6) el retiro por completo de las tropas rusas de todo el territorio, incluyendo a Crimea, así como el cese de las hostilidades; 7) que Rusia sea investigada por crímenes de guerra; 8) la implementación de una serie de programas contra el ecocidio y la protección del medio ambiente ante la devastación en miles de hectáreas de cultivos bombardeadas; 9) la firma de un acuerdo que tenga a diversos países como testigos y avales a fin de que Rusia se comprometa a no volver a invadir a Ucrania; y 10) la firma del armisticio entre Rusia y Ucrania.
El mandatario ucranio reiteradamente cita a la Carta de las Naciones Unidas y al derecho internacional como bases de una negociación para la paz con el Kremlin.
Sin embargo, Putin tiene otros planes para su idea de un alto el fuego y lograr la paz. Entre sus demandas más conocidas hay dos: 1) Que Kiev entregue a Rusia la totalidad de las cuatro regiones reclamadas por Putin como son Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Y, además, seguirá controlando a Crimea como lo hace desde 2014; y, 2) que Ucrania garantice que no se unirá jamás a la OTAN, ni instalará bases de la OTAN, en su territorio.
Ninguna delegación rusa fue invitada al cónclave para la paz convocado por Ucrania, en Bürgenstock, hecho que Putin aprovechó para lanzar desde Rusia sus peticiones en las que habló ante la prensa de su país de un “final final para la paz” que incluiría el compromiso de Ucrania de quedar como territorio neutral y completamente desmilitarizado.
No olvidó además que entre las exigencias del Kremlin está que Occidente levante todas las sanciones económicas, financieras y diplomáticas impuestas contra Rusia, los miembros del gobierno ruso, la Duma y los empresarios rusos cercanos a Putin.
Llegados a este punto, la paz en estos momentos es improbable. Siguen siendo las mismas demandas que hace dos años, eso sí con más cantidad de muertos militares por ambos bandos y por supuesto civiles, mientras la destrucción en la infraestructura ucrania sigue siendo devastadora: se estima que la factura para su reconstrucción ronda los 450 mil millones de euros, de acuerdo con el Banco Mundial.
Una trampa sin salida viable
Ucrania ha caído en la Trampa de Tucídes y está pagando un elevadísimo coste por ello. El dilema que tiene enfrente es prolongar la guerra y resistir hasta que Zelenski sea asesinado y la rendición suceda bajo las condiciones rusas con la imposición de un gobierno títere o bien, negociar una paz con las condiciones rusas y cederle a Putin la quinta parte de su territorio lleno de astilleros, con la potente central nuclear de Zaporiyia, con la salida al Mar Negro y al Mar de Azov, con refinerías y una red siderúrgica considerable así como importantes graneros. De esta forma podría conservar una parte del territorio, soberano y democrático, y posiblemente dentro de la UE.
En uno u otro caso, el futuro de Ucrania está llamado a entenderse con el gobierno ruso. Lo que sí parece improbable (pero no imposible) es que sea Rusia la que termine derrotada en su agresión bélica.
Muy a pesar del respaldo militar y financiero concedido por EU, la Unión Europea (UE) y otros países miembros de la OTAN e inclusive de la sagacidad y valentía del ejército ucranio, la resistencia rusa convertida en una carnicería no parece mover a Putin de su pensamiento del destino manifiesto.
El pasado, 13 de junio, en el marco de la Cumbre del G7 en Italia, Biden y Zelenski, firmaron un pacto bilateral de seguridad de diez años destinado a fortalecer la capacidad de Ucrania para defenderse en el presente y, al mismo tiempo, disuadir la agresión en el futuro. No es necesario que Biden lo envíe al Congreso y, en su momento, podría ser anulado por Trump si gana las elecciones.
«Nuestro objetivo es fortalecer las capacidades creíbles de defensa y disuasión de Ucrania a largo plazo. Una paz duradera para Ucrania debe estar respaldada por la propia capacidad de Ucrania para defenderse ahora y para disuadir futuras agresiones en cualquier momento en el futuro”, declaró Biden ante los medios de comunicación.
Según el acuerdo, Estados Unidos y Ucrania, tendrán una relación estrecha en defensa y disuasión y el Pentágono se encargará a lo largo de una década de fortalecer la capacidad de defensa del ejército ucranio.
Durante su intervención, Biden también dijo que el G7 logró recientemente un «resultado significativo» al liberar parte de los 280 mil millones de dólares en activos rusos que los miembros del G7 y la Unión Europea congelaron en diversos bancos desde 2022.
El mandatario norteamericano señaló que un primer paquete de 50 mil millones de dólares de esos activos congelados han sido desbloqueados y serán usados para financiar a Ucrania. También Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, EU y Japón más la UE acordaron sancionar a todos los países que provean de armamento y ayuda a Rusia.
Rusia sella una alianza con Corea del Norte
El pasado 15 de junio, en una visita que los medios asiáticos tildaron de “histórica”, el dictador ruso vistió en Corea del Norte a su homólogo, Kim Jong-un. Sellaron un pacto de defensa mutua como si fuese una especie de contestación al acuerdo entre EU y Ucrania.
Putin que no visitaba Pyongyang desde 2000 fue recibido como si fuese un farón con una fastuosidad impresionante acaso una señal de los nuevos tiempos entre ambos líderes.
Entre lo más significativo, Putin y Jong-un, firmaron un acuerdo ampliado en temas de seguridad, comercio, inversión, lazos culturales y humanitarios. La parte más llamativa refiere con la creación de una alianza para una defensa común mutua en caso de que alguno de los dos países sea atacado por un tercero.
La asociación estratégica integral entre los dos países, ambos aislados por las sanciones globales, podría ampliar las transferencias de tecnología militar a Pyongyang a cambio de suministros de municiones que el ejército de Moscú necesita urgentemente para su guerra en Ucrania.
Diversos analistas del Pentágono han visto con preocupación este acercamiento que tendería a mejorar los programas de armas nucleares y de misiles tanto de Rusia como de Corea del Norte.
Putin dijo que el llamado tratado de asociación estratégica integral prevé «entre otras cosas, la asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes de este tratado», informó la agencia estatal rusa TASS.
El dictador ruso comparó el acuerdo con los esfuerzos de EU y de otras naciones de la OTAN para enviar armas de largo alcance y aviones de combate F-16 a Ucrania para llevar a cabo ataques en territorio ruso, y afirmó que esas acciones eran una «violación flagrante» de varias obligaciones internacionales.
En Europa, observan con nerviosismo este alianza militar de defensa mutua, con la incertidumbre de saber cuál podría ser el papel de Corea del Norte ante Ucrania. A Rusia, que es una potencia nuclear, no solo le hacen faltan municiones también soldados para ir al frente. En todo caso, no hay indicios reales de alcanzar un alto el fuego y la paz en Ucrania, en lo que resta del año.