Antes del éxito, de la enorme alegría, tan grande como el oro conseguido por María Pérez y Álvaro Martín en el relevo mixto de marcha, hubo un momento de incertidumbre. La brava granadina, de Orce, perdió un poco de fuelle en el tramo final de su primera posta.
Los focos en ese momento se fueron a los chicos, pero la preocupación estaba donde no había actividad. María temblaba y vomitó. Tenía síntomas incluso de hipotermia y trataron de darle calor con mantas, mientras seguía con la rutina marcada para ese momento de parón tan largo: la hidratación, la recuperación, la activación posterior para volver a salir. «No sé cómo os habéis enterado porque se lo he intentado ocultar a todo el mundo, para que Álvaro no me viera», reconocía al acabar la prueba. «He sufrido un proceso vírico de tres virus hace un mes y medio que me ha irritado la garganta. Tengo mucha mucosidad, ahora lo terminaré de ver con médicos, pero decía: ‘Yo salgo, que yo salgo, no os preocupéis’. Y como soy cabezona, pues he salido», añadía. Su entrenador, Jacinto Garzón, apuntó la frase concreta que les dijo: «Tranquilos, que aunque me muera aquí lo doy todo». Y eso hizo, para cabalgar hasta la gloria de la marcha española.
Porque menuda pareja forman Álvaro y María. Los dos deportistas han hecho su historia prácticamente de la mano. En 2018, en Berlín, ambos se proclamaron campeones de Europa (él repitió en 2022). En 2023, los dos ganaron dos medallas de oro en el Mundial de Budapest, en 20 kilómetros y en 35. Hace una semana, el extremeño fue bronce en 20 kilómetros marcha en los Juegos y la granadina, plata.
«La verdad es que esto parece ya un matrimonio, aunque nadie se pone celoso aquí», bromeaba María. Todo eso habían logrado separados, pero, de alguna manera, juntos, compartiendo sus alegrías y dándose aliento, como el resto de la marcha española, que es una familia. En París tenían la posibilidad de estar juntos, juntos, en el relevo mixto (una maratón en cuatro partes, con un hombre y una mujer), y el resultado parecía escrito, aunque había que pelearlo, un último esfuerzo que mereció la pena. Si cada uno por sí mismo son extraordinarios en su deporte, el conjunto todavía fue mejor. Ya pueden presumir de tener la triple corona. «Hemos cerrado el círculo que empezó en Berlín», comentaba Pérez.
El relevo mixto fue una invención para los Juegos de París, después de que desaparecieran los 50 km marcha y que no convencieran los 35 por ser parecidos a los 20. Cuando faltaba un año, los atletas no sabían todavía exactamente cómo iba a ser la competición y cómo preparase, por ejemplo, para el parón de 40 minutos entre un relevo y otro. Ha sido una disciplina maltratada, incluso temieron que fuera a desaparecer del programa olímpico. Los campeones aprovecharon el momento para reivindicar lo suyo. «Si en España no se lucha por la marcha se van a perder medallas. Ya no es sólo por nosotros, es por las nuevas generaciones que vienen y por los grandes entrenadores que ahí», decía María. «No es que nos pareciera mal el formato del relevo, nos parecieron mal las formas. Lo que reivindicamos es una prueba larga como eran los 50 y otra más corta como puede ser el 20. Hay que empujar a nivel nacional, Europeo o Internacional», afirma Álvaro. Muchos deportistas españoles especialistas en 50 se han quedado ahora en tierra de nadie.