domingo, abril 27, 2025

Presentación de los Premios Unión de Actores y Actrices

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Monumental antología de Rafael Canogar

A sus 90 años, el pintor toledano Rafael Canogar (1935) es uno de los artistas más prolíficos: ha elaborado 5.000 obras, lejos claro está de las 20.000 de Picasso, pero casi tan presente como el genio malagueño en los grandes museos y pinacotecas de todo el mundo.

Estamos ante un pintor inmenso, como puede apreciarse en la sesentena de obras que componen la antología que se exhibe en el espacio Centro del Palacio de Cibeles de Madrid, comisariada por Alfonso de la Torre. La muestra incluye sobre todo pinturas, pero también collages, relieves escultóricos además de una escultura exenta, “Homenaje a los Caídos por el Covid”.

Algunas de las obras, divididas en cinco secciones no exactamente cronológicas, proceden de la colección personal del artista, por lo que rara vez pudieron verse en público antes de ahora. La exposición atraviesa y resume el trabajo de Canogar, dando cumplida cuenta de su tránsito desde una figuración temprana a la abstracción y su continua cercanía, cuando no inmersión total, en los debates artísticos de su tiempo, desde 1949 hasta la actualidad.

La muestra refiere por lo tanto la obra de un artista que siempre parece hallarse en un momento extraordinario de su creación. Lo caracteriza la evidente intensidad de su dedicación a la pintura, “un fuego que no cesa ante el abismo que supone el oficio de crear”, en palabras de su amigo y gran estudioso de su obra Alfonso de la Torre.

Bajo el título genérico de Realidades, los cinco capítulos en que se divide la exposición constituyen todo “un reino iconográfico que revela la fortuna de quién ha llegado a poseer la dicha del verdadero conocimiento”.

Naturaleza que me has conmovido; Circa 1957. La materia y el signo: el arte otro; Circa 1968. Realeza secreta del dolor; Abstracciones y construcciones: circa los ochenta, y 1954-1955. Klee y Miró, mágicos, componen este gran universo comprimido en las salas de CentroCentro.

Tanto para los más cercanos en edad a Canogar como las generaciones más jóvenes pueden contemplar el gran compromiso con la sociedad de este cofundador del Grupo el Paso. Es ya el único superviviente de aquel mítico elenco de grandes artistas que en el periodo 1957-1960 irrumpieron con estrépito para volver a situar a los artistas españoles en las vanguardias del arte. Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Pablo Serrano, Antonio Suárez, Martín Chirino, Manuel Viola, y los escritores Manuel Conde y José Ayllón, conformaron junto a Rafael Canogar aquel conjunto irrepetible, todos ellos con el denominador común del compromiso. Aquel grupo abrió en nuestro país los cauces de la vanguardia, desde la expresividad y la austeridad cromática, con un peculiar tratamiento lumínico.

Es a partir de ello en que Canogar reflexionó especialmente sobre la condición humana y los efectos en ella del dolor y del tiempo. Si el informalismo era la nota común, él volvió a lo que llamó peculiarmente “realismo”. Sus composiciones entonces, mediante el relieve y el fragmento corporal o de telas, muestran a individuos caídos o heridos, acentuadamente solos o sumidos en la masa, dolientes, lo que Jean Genet llamó “realeza secreta del dolor”. Piezas como “El Prisionero”, en las que utiliza el poliéster, la fibra de vidrio y el óleo sobre tabla, al contemplarlas hacen innecesarios discursos contra la violencia, porque lo violento, inhumano o deshumanizado es inseparable de la materialidad del objeto.

Si la muestra se abre con una vista del jardín de la casa de su primer maestro, Vázquez Díaz, se cierra con pinturas que remiten a los mundos de Klee y Miró, relevantes tanto para los expresionistas abstractos americanos como para los informalistas europeos. En ambos encontró Canogar un apoyo para adentrarse en la abstracción expresionista.

“Quisiera tener los pies sobre la tierra, estar en contacto con la realidad, crear formas orgánicas, vivas, porque el arte ya no puede (hoy menos que nunca) deshumanizarse… Encontrando (esa realidad) en su verdad subjetiva e íntima”. Lo escribió en 1959, y a fe que lo ha cumplido sobradamente.

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