¿Qué locura o desatino me lleva a
contar las ajenas faltas, teniendo
tanto que decir de las mías?
Miguel de Cervantes
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
En los últimos días se ha desatado una controversia en México por la película “Emilia Pérez”, un film que busca retratar los problemas del narcotráfico, los desaparecidos, la sociedad y la transexualidad de un mafioso a mujer. Parte de la controversia tiene que ver con el entorno de los participantes, el pésimo trabajo de investigación y el idioma español despreciado por el autor. Aunque claro en toda obra existen múltiples lecturas, es cuestión de apreciación y hasta de justificación para aquellos que la defienden.
Una película que pretende hablar de México desde la ausencia de México, desde la comodidad del gabinete del director con diálogos forzados en un mal español, pésima música y malas actuaciones que dan pie a una caricatura mediocre.
Para los humanos el lenguaje es todo porque es el creador, en todos sentidos y luego el idioma que es una de sus formas, así como lo visual y el auditivo. Si un director de cine que se jacte de ser de altos vuelos no tiene rigor para el manejo, difícilmente tendrá éxito. La película es un fracaso en taquilla y no va a recaudar lo que esperaban, por si fuera poco, Jacques Audiard le echa más leña al fuego afirmando que el español es “un idioma de pobres y migrantes”.
Para muchos, la obra del cineasta francés cae en la misma trampa que tantas otras producciones extranjeras: una visión reduccionista y sensacionalista de la violencia ligada al crimen organizado, sin mayor profundidad o contexto.
Desde su presentación en festivales internacionales, el filme ya había generado debate por su enfoque visual y narrativo, pero el estreno en territorio mexicano desató reacciones aún más intensas. Críticos y espectadores han señalado que la película convierte la realidad del narcotráfico en una especie de espectáculo estilizado, en el que la crudeza de la violencia se diluye en una estética llamativa.
No hay ninguna pobreza en las obras más grandes que se han construido desde el ESPAÑOL, y no, ahí no está “Emilia Prez”. Ahí está el ingenioso hidalgo “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes, el segundo libro más traducido de la historia y con aportes al español. O qué tal la poesía de sor Juana Inés de la Cruz o de Octavio Paz, de Jaime Sabines, Amado Nervo. Las delicias de los cuentos de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Juan Carlos Onetti. Cómo no rendirse ante la narrativa de la “Rayuela” de Julio Cortázar o de “El llano en llamas” del gran Juan Rulfo.
Pero tampoco desde la tradición cinematográfica de la época de oro del cine mexicano como “Macario”, o le parecen bien las joyas de Luis Buñuel o Juan Antonio Bardem, Pedro Almodóvar. Otros van abriéndose paso en Hollywood con su español muy cerquita del inglés como Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, el “Negro” González Iñarritu entre muchos otros.
Estimado lector, algunos números para el ocio. El español es el cuarto idioma más hablado del mundo, tiene más de 600 millones de hablantes, eso representa el 7.5% de la población mundial y es la lengua oficial en 21 países. Este idioma se encuentra en constante expansión por fenómenos como la migración y hay que entender que todos los idiomas han aportado a construir la historia de la humanidad.
El español es una lengua viva, en constante evolución, que se adapta a los cambios sociales, culturales y es materia para la construcción intelectual. Su vitalidad y dinamismo aseguran su futuro como una de las lenguas más importantes del mundo a pesar de la obligatoriedad del inglés, el crecimiento del chino y el hindi. Que conste que el idioma, la cultura son generales, la ignorancia es particular, con nombre y apellido, y a veces hasta se premian…
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Hasta la próxima.