Quizá haya enemigos de mis opiniones,
pero yo mismo, si espero un rato,
puedo ser también enemigo de mis opiniones.
Jorge Luis Borges
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Las relaciones entre México, Estados Unidos y Canadá siempre han sido un terreno complejo, marcado por altibajos históricos y tensiones políticas, económicas y sociales. Con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, las expectativas de estabilidad en la región no parecen más alentadoras. Las políticas de la nueva administración, ligadas fuertemente al legado del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), han provocado severas críticas en los países vecinos, especialmente en relación con la continuidad del polémico «Plan C», una de las piezas clave del proyecto político de la Cuarta Transformación.
Desde la perspectiva de Estados Unidos, donde el sistema judicial se basa en la autonomía y separación de poderes, la propuesta de someter a elecciones a los miembros del Poder Judicial resulta inquietante. Los críticos señalan que esto podría politizar aún más el sistema judicial mexicano, debilitando los controles y contrapesos necesarios en una democracia sana. Esta preocupación se suma a las tensiones ya existentes, exacerbadas por las políticas de AMLO, como la reforma energética y las posturas de su gobierno hacia los tratados comerciales, en especial el T-MEC.
El análisis de la relación con nuestro vecino no puede ni debe tomarse a la ligera, representa nuestro primer socio comercial con el que compartimos tres mil 152 kilómetros de frontera con todo y sus problemas y el valor del mercado entre ambos países es de 56 mil 935 millones de dólares y creciendo por aquello del T-MEC que incluye a Canadá.
México es el principal socio comercial de Estados Unidos. En 2022, Estados Unidos exportó 294 millones de dólares hacia México, mientras que México exportó 421 mdd hacia Estados Unidos. Los principales productos exportados desde EU a México son petróleo refinado, vehículos de motor y gas petróleo. Los principales productos exportados desde México a EU son ordenadores, coches y vehículos de motor.
Según con López Obrador los malos tratos de Washington hacia su gobierno iban a terminar, pero realmente no sucedió. Como presidente Donald Trump utilizó a la negociación del Tratado de Libre Comercio y dobló a Marcelo Ebrard para que usaran a la Guardia Nacional y contener la migración en la frontera con Chiapas. Luego el tabasqueño fue a la Casa Blanca para hacer campaña a favor de su amigo republicano y hasta leyó de corrido, ahí mostró el tamaño que realmente tenía el Pejelagarto con Trump, pequeñito.
Antes de irse el primer presidente de la 4T, se le vino la detención de Ismael “El Mayo” Zambada y de Joaquín Guzmán López, nunca quedó claro cómo sucedieron los hechos, que agencias de EU intervinieron, ni dónde se dio la captura. Aquel que se decía amigo del embajador Ken Salazar quedó en ridículo, no lo tomaron en cuenta y una de las lecturas era que el gobierno de López no era confiable para colaborar por aquello de los “abrazos y no balazos”. López no se lo perdonó a Ken Salazar y le terminó el derecho de picaporte que tenía en Palacio Nacional.
A la salida de Marcelo Ebrard de la cancillería las cosas se le hicieron más fáciles a Salazar quien tenía reuniones con otros secretarios y legisladores sin dar aviso a nadie, eso parecía no molestar al presidente. La gota que derramó el vaso fueron las críticas del embajador al plan C de López, eso se sumó al ridículo que hicieron por la detención de los capos y en un arranque de tripas de López determinó suspender la relación con Ken Salazar y la Embajada, pero romper relaciones con EU. Figura que simplemente no existe como sus pausas en aquello de las relaciones diplomáticas, lo que buscaban era la presión para pedir el cambio del actual embajador, nada más que el tiempo ya no le alcanzó al de Macuspana.
La semana pasada la presidenta Claudia Sheinbaum se refirió al asunto continuando con la misma estrategia, canalizó a Ken Salazar a la ventanilla de Juan Ramón de la Fuente, y así tenía que haber sido desde el principio, tal y como lo hacen otros embajadores. Pero insisto sin caer en un falso nacionalismo y menos en alabar a los de aquel lado, no hay conveniencia en estirar la liga para meterle más tensión porque viene el desenlace de la elección en EU y quien gane no ve con buenos ojos que se ponga en riesgo los intereses e inversiones que tienen los estadounidenses en México.
La elección de los ministros y jueces va, no tiene marcha atrás, como dice Fernández Noroña se trata del azar, pero no se le puede dejar a la suerte los resultados del plan C ni sus consecuencias, va a tener repercusiones. Veremos si Claudia Sheinbaum y su equipo no se doblan como los anteriores, aunque no se ve por donde nos den trato de socios comerciales… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.