Una historia recurrente en la prensa financiera en las últimas semanas ha sido que Washington podría estar operando con un plan para reestructurar el sistema de comercio mundial. Una gran parte de ese plan consiste primero en imponer aranceles a los socios comerciales y luego ofrecer incentivos para eliminarlos o reducirlos, si estos países participan en el llamado Acuerdo de Mar-a-Lago.
Este Acuerdo pretende debilitar el dólar ya que Trump y Scott Bessent, titular del Tesoro, consideran que un dólar sobrevalorado es la causa principal del déficit comercial de Estados Unidos.
A principios de este año, el dólar ajustado a la inflación cotizaba en sus niveles más altos desde 1985, el año del Acuerdo del Plaza, cuando Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón y Reino Unido coordinaron la política para debilitar el dólar.
El enfoque de la Administración Trump es que los déficits comerciales no son una función de una política fiscal demasiado laxa, como sugeriría la sabiduría convencional, sino totalmente una función de un dólar sobrevaluado. Dicha sobrevaloración ha sido impulsada por la demanda inelástica de bonos del Tesoro de Estados Unidos y del dólar como activo de reserva, ya que los socios comerciales durante décadas se han resistido a la apreciación de sus monedas locales con la intervención del tipo de cambio.
Bessent tendría un informe en el que se demuestra que si bien el dólar puede estar en algún nivel de equilibrio financiero respaldado por esa demanda inelástica de bonos del Tesoro; la moneda está muy por encima de su nivel de equilibrio comercial.
Los datos del FMI sitúan las reservas mundiales de divisas en torno a los 12,7 billones de dólares, de las que algo menos del 60% están en dólares. En lo que respecta al mercado del Tesoro de Estados Unidos, los últimos datos muestran que los extranjeros (tanto del sector público como del privado) poseen alrededor de 8,5 billones de dólares en valores del Tesoro de los que 3,8 billones de dólares están en manos de instituciones oficiales extranjeras; sobre todo chinas.
Hay que tener en cuenta también que los extranjeros poseen alrededor de una cuarta parte de los 36 billones de dólares de deuda pendiente del gobierno de Estados Unidos. Con diferencia, los mayores tenedores son el sector privado estadounidense (55%) y la Reserva Federal y otras agencias estadounidenses (20%).
Dada la naturaleza del comercio mundial y los flujos de divisas, además de las reservas de divisas, la eurozona, China y Japón se identifican como las naciones clave que tendrían que firmar el acuerdo de Mar-a-Lago. El acuerdo implicaría que estos países vendan dólares y bonos del Tesoro de sus reservas de divisas. CH