La histórica victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales en Estados Unidos ha desatado una sesión no menos histórica en los mercados financieros internacionales. La respuesta en los parqués contrasta con una campaña más enfocada en asuntos de política interna y externa que en la agenda económica, y con los cautelosos movimientos previos de expertos y mercados.
Pero lo abultado de la victoria y la posibilidad que tendrá el candidato electo de marcar políticas gracias a su control de la Cámara de Representantes (aún por concretar) y del Senado, han roto casi todas las previsiones. Provocando además, discrepancias inéditas en los globalizados mercados actuales: mientras el Ibex vivía su peor sesión en año y medio, el Dow Jones marcaba su mayor subida desde noviembre de 2022 y el dólar y la deuda marcaron las mayores oscilaciones en meses y el bitcoin registró un nuevo récord.
Poco tardó el mercado en aplaudir el nuevo escenario político, impulsando el dólar y los futuros de la renta variable, tendencia que se ha confirmado con el paso de las horas: en los primeros minutos de negociación el Dow Jones ya registra ganancias de más del 3%, la mayor subida en dos años, mientras el Nasdaq se anota un 2% y el S&P 500 sube un 1,8%, ascensos que llevan a los tres índices a marcar nuevos máximos.
Esta vez no es el sector tecnológico el que lidera los ascensos. Las acereras, las automovilísticas y la banca de inversión encabezan las ganancias con alzas de entre el 15,6% y el 10% en los primeros compases. Es decir, los negocios más beneficiados por la política proteccionista y la desregulación que plantea Trump. Dentro del Dow Jones, el índice que agrupa a las 30 cotizadas más capitalizadas, las mayores subidas corren a cargo de los bancos Goldman Sachs (12,2%) y JP Morgan (9,7%) y del fabricante del mundo de equipos de construcción y de minería, Caterpillar (7,2%).
En un escenario en el que el mercado de referencia para los gestores registra ganancias tan notables, lo habitual sería que la Bolsa europea se sumara la tendencia alcista. Pero esta vez no. La amenaza de una severa política arancelaria ha castigado las acciones europeas, en particular una vez que abrió Wall Street. Y, aunque los descensos son generalizados, es el Ibex 35 es el que se lleva la peor parte con una caída del 3% que deja atrás los 11.500 puntos. Gran parte de esta correctivo se explica por las caídas del sector financiero, que concentra más de la mitad del descenso del Ibex. La previsión de que la debilidad económica europea obligue al BCE a rebajar más los tipos de interés (tal y como recogen los mercados de deuda) estrecharía el margen de intereses. Además, BBVA paga la fuerte depreciación del peso mexicano y cede un 6,6%, arrastrando en su caída a Banco Sabadell (7,5%). Caixabank se deja un 4,2%; Unicaja, un 4,8%; Bankinter, un 2,2% y Santander, otra entidad en la que las divisas emergentes tienen un peso destacado, retrocede un 4,8%.
Con todo, el movimiento de más calado se da en el mercado de divisas. El dólar avanza más de un 1,87% frente al euro en su mayor subida desde 2020, coincidiendo con el estallido de la pandemia. Se sitúa al filo los 1,07 euros por billete verde, mínimos del pasado mes de junio, coincidiendo con el primer recorte de tipos en la eurozona. Las apuestas a favor del dólar han sido la parte fundamental del Trump trade, es decir, de las operaciones de los inversores que anticipaban la victoria del republicado. El motivo es la expectativa de una economía con más crecimiento, pero también más inflación y más déficit público. Un escenario que no sería, a priori, compatible con la previsión de bajadas de tipos de interés. Así, hace un mes los mercados de futuros daban casi un 60% de probabilidad a que los tipos bajaran al 3,75%-4% en marzo (un punto porcentual menos que actualmente); ahora esta probabilidad poco más de un 20%. Y si hace un mes las apuestas por un recorte mucho menor, hasta el 4,25%-4,5%, eran de apenas un 3%, ahora son del 28%.
El dólar también depende en gran medida de los tipos de interés a largo plazo, que determinan muchos flujos de capitales internacionales. Y la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años sube 20 puntos básicos, al 4,46%, y el de 30 años marca su mayor alza desde 2020 ante la posibilidad de que los recortes de impuestos propuestos por Trump y otros planes de gasto aumenten el déficit, también impactado este activo por las previsiones de la inflación.