En los países que forman parte de la Unión Europea (UE) la temporada estival ya no es lo que era antes: el anuncio de las vacaciones y la posibilidad de pasarlas en un sitio de sol y playa. Ahora, el sol es ardiente en lugares que antes tenían temperaturas, de entre 18 a 20 grados de media, como Suecia, Noruega, Finlandia o Islandia. Y, esos sitios con playas, que hasta hace unos años tenían temperaturas de, 27 a 30 grados, experimentan incrementos que oscilan entre los 37 a 40 grados.
El calor está asolando a los europeos a tal punto que, de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en 2023 fallecieron 47 mil 690 personas en la UE por golpes de calor y otros efectos provocados por la intensidad del clima.
Este dato es muy significativo sobre todo si se considera que el calor está matando más gente que, por ejemplo, los accidentes de tráfico: la Comisión Europea reportó que el año pasado fallecieron 20 mil 400 personas en diversos accidentes en las carreteras.
Por ende, el calor está arrojando el doble de muertos y no parece que este año, el intenso estío, tenga un informe más halagüeño. Hay países como Grecia e Italia que primordialmente han puesto en alerta a los turistas; porque los locales que no necesiten salir a la calle a las horas de mayor sol se resguardan en sus casas, pero los turistas, no.
António Guterres, titular de la ONU, viene reprochando en sus discursos acerca del cambio climático y remarca que será inevitable traspasar el umbral de 1.5 grados centígrados establecido por el Acuerdo de París con la meta de acelerar la descarbonización del planeta.
Precisamente Joan Ballester, del Consejo Europeo de Investigación, advierte que el año pasado casi “la mitad de los días” superaron dicho umbral y se esperaría que se traspase este límite en la mayoría de los días, antes de 2027.
¿Qué significa? Que el calor será más extremo, más intenso, más duradero y que habrá largos meses de sol y pocos meses de invierno; con su consecuente alteración del ciclo de lluvias y el impacto en la sequía y desertificación.
En suma, una amenaza para la vida humana. Durante el mes de junio en Grecia, seis turistas fallecieron afectados por la ola de calor extremo; en especial llamó la atención el caso del presentador de televisión británico, Michael Mosley, que estaba de vacaciones en la isla Symi y desapareció haciendo una ruta. Lo estuvieron buscando durante cuatro días con aviones, drones y embarcaciones.
También fue llamativo el caso de un turista alemán de 67 años que salió de su hotel para dar un paseo por la isla de Creta y al cabo de un par de horas se comunicó con su esposa para decirle que se encontraba extenuado y mareado.
En Italia, el Ministerio de Sanidad, recién lanzó un aviso de alerta roja por calor para veintidós ciudades a partir del 15 de agosto. Bajo la alerta bollino rosso se emite el nivel más alto de advertencia por grave exposición al calor y los riesgos intrínsecos.
La región de Lacio, que incluye la capital de Roma, también ha puesto un plan de emergencia para hacer frente a los efectos de los períodos de más altas temperaturas en la salud de la población.
“Los servicios de urgencias de varios hospitales han activado un protocolo especial que prioriza el ingreso de los pacientes que sufren problemas de salud causados por el calor. Entre estos pacientes, en un país con una gran población de más de 65 años, la mayoría son personas de avanzada edad”, de acuerdo con Euronews.
Pero no solo son turistas los afectados también muchos trabajadores expuestos al aire libre: los sindicatos en la UE vienen exigiendo mejores condiciones para los trabajadores de la construcción.
“Hoy en día, las cuestiones de salud y seguridad y las lesiones en el lugar de trabajo deben situarse en el contexto actual, porque el cambio climático es una realidad. Si se compara el trabajo en el sector de la construcción de hace 30 años con la actualidad, entre junio y septiembre, los riesgos son completamente distintos”, declaró Alessandro Genovesí, secretario general del sindicato Fillea CGIL de Italia.
En España, el sector de la construcción aprobó un protocolo de actuación para hacer frente a las altas temperaturas y se aplicará de forma indefinida en lugares de construcción y espacios que no puedan permanecer cerrados.
La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) ha sacado adelante un protocolo de actuación en el sector. Este protocolo establece distintas recomendaciones generales, desde pautas alimentarias, el uso de ropa adecuada, realizar descansos y adaptar los horarios de trabajo a las horas de menor exposición.
En función de los datos e información facilitada por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) se establecen tres escenarios o niveles de alerta: verde, amarillo y naranja-rojo con una consecuente toma de medidas.
Por norma general, en los trabajos que requieran la presencia constante de una persona a la intemperie se valorará la rotación de la misma o dotarle de sombra y se facilitarán descansos frecuentes en lugares frescos.
En el nivel verde se podrá trabajar con normalidad y en el amarillo habrá que supervisar los trabajos en el exterior y prestar especial atención a los trabajadores sensibles.
Cuando haya alerta naranja-roja, se prohibirán los trabajos en solitario, se priorizarán los trabajos en interiores o a la sombra y se suministrará de agua con mayor frecuencia. Además, también se reducirá o modificará la jornada adaptando las condiciones de trabajo.
Olas extremas
Precisamente, la investigación realizada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) indica que 2023, fue el año más cálido registrado a nivel mundial y el segundo más cálido de Europa. Y, 2024, va camino de superarlo.
En el estudio se refiere que el ser humano, como todos los seres vivos, está llamado a un proceso de adaptación, ante las nuevas condiciones climáticas extremas, para poder sobrevivir.
Los investigadores utilizaron registros de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos para el período 2015 a 2019 a fin de ajustar los modelos epidemiológicos y estimar la mortalidad relacionada con el calor en cada región europea en el ciclo del año pasado.
En 2022, fallecieron 60 mil personas por el efecto del calor en Europa: “A diferencia del verano de 2022, que se caracterizó por temperaturas extremas persistentes en la parte central de la temporada desde mediados de julio hasta mediados de agosto, no se registraron grandes anomalías térmicas durante las mismas semanas de 2023. Sin embargo, dos episodios de altas temperaturas a mediados de julio y finales de agosto del año pasado causaron el 57% de la mortalidad estimada en 27 mil muertos”.
De las 47 mil 690 muertes del año pasado por golpes de calor y otros efectos derivados de las altas temperaturas, se tiene que 47 mil 312 fallecimientos ocurrieron en el período más caluroso, entre el 29 de mayo y el 1 de octubre, del año pasado.
En 2023, los países con las mayores tasas de mortalidad relacionadas con el calor, fueron los siguientes: Grecia con 393 muertos por cada millón de habitantes); Bulgaria con 229 fallecidos por cada millón de habitantes; le sigue, Italia con 209 muertos por cada millón de habitantes; después está España con 175 muertos por cada millón de habitantes; además, Chipre con 167 muertos por cada millón de habitantes y Portugal, con 136 muertes por millón.
De acuerdo con dicho estudio, ¿quienes son los más vulnerables? Primordialmente las mujeres y las personas mayores: “En concreto, después de tener en cuenta la población, la tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% mayor en el género femenino respecto al masculino y un 768% más alta en las personas mayores de 80 años que en las personas de entre 65 y 79 años de edad”.
Un punto interesante que destaca dicho estudio es la falta de registros de mortalidad diarios y homogéneos en los hospitales públicos y privados y en la red de registro de defunciones en la UE cuando se trata de víctimas por calor. Hasta el momento, la única fuente de información fiable es Eurostat, la oficina de estadística de la UE.
A partir de este fallo en la información, el Instituto de Salud Global de Barcelona, cree que el número de fallecidos reales por el calor extremo es muy superior. “Y, en 2023, podría haber rondado los 58 mil fallecidos en los 35 países europeos analizados”.
Uno de los objetivos del estudio es evaluar si se ha producido una disminución de la vulnerabilidad al calor en Europa, un proceso que generalmente se entiende como una adaptación al aumento de las temperaturas.
Para ello, los investigadores ajustaron el mismo tipo de modelo a los datos de temperatura y mortalidad de los períodos 2000 a 2004; 2005 a 2009; 2010 a 2014; y, 2015 a 2019. Además, introdujeron las temperaturas y las cifras de mortalidad de 2023 en cada uno de los cuatro modelos para estimar el número de muertos que se habrían producido en cada periodo si las temperaturas hubieran sido tan altas como el año pasado.
“Utilizando este método, se estimó que si las temperaturas registradas en 2023 hubieran sucedido de 2000 a 2004, la mortalidad estimada relacionada con el calor habría superado la cifra de 85 mil muertos; esto es, un 80% superior al resultado derivado de la vulnerabilidad al calor, de 2015 a 2019”, de acuerdo con dicho análisis.