El precio del oro sigue imparable y este miércoles ha alcanzado un nuevo récord, cerca de los 2.300 dólares la onza, tras acumular ya siete jornadas consecutivas de ascensos al desatarse una fiebre del oro en los últimos meses y que se ha agudizado hace pocos días.
El precio del oro repunta cerca del medio punto porcentual, hasta los 2.290 dólares, y durante este curso ya se revaloriza cerca de un 11%, siendo una de las materias primas que mejor se comporta en 2024.
El último aliciente de los avances viene de unos datos de inflación estadounidense que fueron bastante menores de lo esperado, lo que refuerza la postura de la Reserva Federal de mantener una política monetaria prudente, por lo que «los tipos de interés más bajos ofrecen un entorno favorable para el oro, ya que reducen el costo de oportunidad de tener lingotes, aumentando su atractivo como activo de inversión», sostiene Sergio Ávila, analista de IG.
El motivo de las fuertes subidas obedece, principalmente, a dos motivos: su carácter de activo refugio ante momentos de incertidumbre o de tensiones geopolíticas y, por otro lado, del papel central de los bancos emergentes, que se han lanzado a comprar lingotes para diversificar sus reservas. Así, la demanda del metal precioso se ha elevado notablemente y ha provocado un repunte en su precio de cotización.
Zouhoure Bousbih, estratega de mercados emergentes de Ostrum AM, gestora de fondos que pertenece al grupo Natixis Investment Managers, ha destacado que las condiciones financieras son determinantes de las perspectivas de los precios a corto plazo y la demanda, en particular de los bancos centrales, es un determinante importante a largo plazo. «El rápido aumento de las reservas de oro de los bancos centrales de los mercados emergentes refleja la voluntad de diversificarse y alejarse del dólar, que sigue representando dos tercios de las reservas de los bancos centrales de todo el mundo. La disminución de la confianza en el billete verde está vinculada a consideraciones tanto económicas como geopolíticas».
Desde el estallido de la guerra en Ucrania, las compras netas de oro de los bancos centrales han aumentado significativamente. «Desde 2010, los bancos centrales han acumulado 7.800 toneladas de oro, con más de una cuarta parte comprada en los dos últimos años. La mayoría de las compras proceden de países emergentes. China es el mayor comprador de oro», sostiene Zouhoure Bousbih.