El Parlamento alemán eligió formalmente a Friedrich Merz como el décimo canciller del país desde la Segunda Guerra Mundial, después de una humillante derrota en la primera ronda de votación que generó dudas sobre la estabilidad del próximo gobierno de coalición.
Merz obtuvo 325 votos en la segunda vuelta, justo por encima de los 316 necesarios. Horas antes, 18 diputados no identificados de la recién formada alianza entre sus conservadores y los socialdemócratas habían votado a favor de privarlo de la mayoría requerida en la votación secreta.
Los comentaristas habían calificado el anterior acto de sabotaje político como una «completa catástrofe» para Merz y «un puñetazo en el estómago». El hombre de 69 años lidera el bloque de centroderecha CDU/CSU, que ganó las elecciones anticipadas de febrero con un decepcionante 28,6%.
Los socialdemócratas (SPD), ahora socios menores en el gobierno, registraron su peor desempeño en más de un siglo en las elecciones, con poco más del 16%.
Si Merz no ganaba en la segunda vuelta, la principal economía de Europa se habría sumido en la agitación política, lo que habría desencadenado una batalla abierta por el liderazgo o nuevas elecciones en las que se esperaba que a la AfD, contraria a la inmigración y pro-Kremlin, le fuera bien, o incluso ganara directamente.
Sin embargo, el inestable comienzo del mandato de cuatro años de Merz apunta a posibles divisiones en las filas de la coalición, justo cuando se enfrenta a una ya asombrosa bandeja de desafíos de política interna y exterior no vistos desde la reunificación nacional hace 35 años.
El gobierno entrante tendrá que reactivar la economía estancada y defenderse de la extrema derecha, al tiempo que mantiene el apoyo a Ucrania en el contexto de una nueva incertidumbre en la relación transatlántica bajo Donald Trump. CH