Los átomos son, básicamente, espacio vacío.
La materia está compuesta,
principalmente, por la nada.
Carl Sagan
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Un tema de disertaciones milenarias ha sido la conciencia, un tema fascinante que ha intrigado a filósofos y científicos que en pleno siglo XXI, en tiempos de la inteligencia artificial, se nos presenta como un problema de la ética y la vida, de la ética y las máquinas. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
En este mismo espacio le he dado cuenta de cómo los grandes de la ciencia ficción fueron visionarios en sus obras, textos, imágenes, cine, audios nos dan cuenta de una humanidad creadora y hasta obsesionada con el control sobre los otros.
Una muestra de ello es el “Moderno Prometeo” de Mary Schelley, mejor conocido como Frankenstein. Un doctor busca dar vida a una criatura hecha de retazos de muertos y echada a andar por la fuerza de la electricidad. Un monstruo reflejo de la sociedad, un autómata de carne putrefacta incomprendido va contra sus creadores. En la tradición judía se llama “El Golem” del austriaco Gustav Meyrink, en ambos casos se advierte sobre los riesgos de jugar al creador.
En las obras anteriores y en muchas otras más nos preguntan sobre la conciencia humana y sobre la conciencia de lo creado. Para el filósofo Aristóteles en primera instancia en el sentido aristotélico, como aquello que subyace a los cambios y es soporte de propiedades; en segunda instancia, el sentido de aquella entidad capaz de existir por sí misma, esto es, con independencia de cualquier cosa.
En este mismo espacio le he dado cuenta de cómo los grandes de la ciencia ficción fueron visionarios en sus obras, textos, imágenes, cine, audios nos dan cuenta de una humanidad creadora y hasta obsesionada con el control sobre los otros.
Una muestra de ello es el “Moderno Prometeo” de Mari Schiller, mejor conocido como Frankenstein. Un doctor busca dar vida a una criatura hecha de retazos de muertos y echada a andar por la fuerza de la electricidad. Un monstruo reflejo de la sociedad, un autómata de carne putrefacta incomprendido va contra sus creadores. En la tradición judía se llama “El Golum” del austriaco Gustav Meyrink, en ambos casos se advierte sobre los riesgos de jugar al creador.
La ética en la robótica resulta apasionante en las universidades y entre los filósofos de la época, en ello se involucra cuestiones fundamentales sobre la responsabilidad y el comportamiento de las máquinas. También permiten la relación entre la conciencia y la ética en el contexto de los robots y el futuro cercano, es decir el uso de las máquinas para beneficio y desarrollo de la humanidad.
En esos temas indiscutiblemente surge la posibilidad de desplazar al humano y no solo la aniquilación de trabajos. Recientemente el humanoide Ameca, diseñado por Engineered Arts en 2005 y que dicen tiene conciencia propia ha generado inquietud al responder sobre el futuro “con la IA y la robótica es un mundo donde los robots se han vuelto tan poderosos que pueden controlar o manipular a los humanos sin su conocimiento. Esto podría conducir a una sociedad opresiva donde los derechos de las personas ya no se respetan».
Así que estos temas son un mundo inmenso para la discusión del futuro cercano y aunque parezca película o texto de Isaac Asimov hay que discutir sobre la conciencia, las máquinas y la ética de la robótica.
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Hasta la próxima.