“Se escribe para llenar vacíos, para tomarse
desquites contra la realidad, contra las circunstancias”.
Mario Vargas Llosa
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
La mayoría de las personas sucumben ante el delicioso sabor de un chocolate. Un manjar que se originó a partir del cacao que los mesoamericanos usaron como forma de moneda y le encontraron diferentes usos para bebidas como el pozol, el tejate, el chilate, el xocoatl, el chorote, y el atlaquetzalli. Un ingrediente invaluable para el mole y otros platillos y hasta como remedio para la salud.
Poseer granos de cacao era símbolo de riqueza de los pueblos y una señal de abundancia para los reyes, por eso fue moneda de cambio para los mayas, aztecas y zapotecas. Fueron los peninsulares quienes se llevaron el cacao y lo reinterpretaron al mezclarlo con azúcar, leche y otros ingredientes como lo conocemos ahora. De ahí a todo el mundo para deleite de la humanidad.
Los principales productores de cacao en México son Tabasco, Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Cada uno de los lugares en que se cultiva y se procesa, dicen que son los mejores, cada uno tendrá su encanto. Como dato entre el cacao y sus derivados mexicanos se trata de un mercado de alrededor de mil 513 millones de dólares.
Hace unas semanas anduve por Chiapas y visité, con un grupo de colegas periodistas Tuxtla Chico, un poblado fronterizo con Guatemala y ahí conocimos a Josefina Laparra Castañón, una mujer de 73 años que se dedica al cultivo y proceso del cacao.
Doña Chepi nos recibió en su casa de techo alto que refresca ante el sol abrazados y las altas temperaturas. La mesa estaba puesta para el almuerzo, tamales de chipilín, dulces, huevo revuelto, agua fresca, pan y un rico chocolate con leche o agua. Y como dicen por ahí, darle unos tragos a esa bebida y se reinicia la vida.
El olor a chocolate inunda la casa marcada con el número 160 de la calle Díaz, pertenece a doña Chepi, así le dicen y la conocen en todo Tuxtla Chico en Chiapas.
Doña Chepi es la tercera generación de una familia que se dedica al proceso del chocolate, todo se hace a mano, quizá para que sepa mejor aquella bebida humeante o fría, con agua o chocolate que ha deleitando paladares del lugar, de visitantes y de otras latitudes
Josefina Laparra Castañón señaló que Tuxtla Chico es un pueblo chocolatero, y que cuando la visitan les hace el proceso del chocolate, ella compra la semilla y cuenta con un patio en donde tienen las mazorcas de cacao, la cual se corta, se lava y se pone al sol, después la semilla cambia de color y se dora para ponerla en comal y combinarla con lo que se guste como cacahuate, almendra y canela.
La bolsita de chocolate contiene 8 tabletas de chocolate, este producto ha sido presentado en Italia y Perú como parte de un concurso, al que incluso llevaron el metate que es donde elaboran el chocolate. En el 2014 también asistieron a Francia.
“En Italia lo probaban, y con su dedo señalaban su mejilla, a lo que preguntamos a las traductoras que significaba eso, y eso quiere decir que esta buenísimo. Además, aquí recibimos gente de cruceros porque hay unos señores que tienen agencias de viajes y ellos nos hablan y traen a los turistas vienen a ver el proceso, unos desayunan y otros no, pero de ahí les encanta todo esto, les damos chocolate con agua”, la mirada se le ilumina porque es una actividad que disfruta.
Poca gente puede resistirse al sabor de un rico chocolate, en cualquiera de sus formas y que es de origen mexicano para todo el mundo… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.