Para la generación que antecede a los millenials el trazo de la vida estaba muy claro: estudiar, obtener un trabajo, formar una familia, tener un auto y una casa. En épocas recientes parece que el paradigma ha cambiado la historia antes mencionada.
La posibilidad de visualizar diferentes decisiones de los contemporáneos a través de las redes sociales, la elección de no tener pareja, al menos del modo tradicional, no tener hijos e incluso la pandemia; han reconfigurado la idea de éxito planteada por nuestros padres y antecesores.
La flexibilización del trabajo a través del trabajo remoto o los nómadas digitales han mostrado que otra forma de ser y estar es posible, así como el énfasis en la salud mental luego del virus global puso de manifiesto la necesidad de poner enfoque en otra forma de definir la felicidad.
Por poner un ejemplo, en México, un estudio elaborado por OCC Mundial, DGV Group y Grupo Azimuth, uno de cada 10 empleados considera la renuncia como una opción. De igual manera, en un estudio realizado por Gallup, un 72% de los trabajadores encuestados en toda Europa dicen estar practicando el quiet quitting, la renuncia silenciosa.
La búsqueda de la libertad y el equilibrio entre la vida personal y la laboral muestra que las prioridades han cambiado en esta nueva generación. Es más común ver millenials preocupados porque su trabajo, además de permitirles viajar o realizar otras actividades, les represente un sentimiento de estar realizando una contribución significativa en su entorno.
Y entonces, en un contexto donde nuevas posibilidades se abren, y en la conversación global se ha puesto sobre la mesa la salud mental, el manejo del estrés y el sentimiento de satisfacción o de autorrealización personal, resuena el replantear el éxito como una línea de vida trazada, y que es posible redefinirla como una combinación de motivaciones personales, encuentro con la naturaleza, viajar y retribuir a la comunidad.
A pesar de que el consumo, en algún sentido mueve al mundo, es posible que esta generación pueda y esté, de hecho, cuestionando este modelo heredado de cumplimiento, para abrir nuevas formas de definir qué nos hace felices y cómo sentir bienestar en una vida más allá de acudir a una oficina
por determinadas horas y realizar tareas mecánicas.
La era digital, también nos permite aprender nuevas cosas y replantear el camino que tuvimos que decidir a los 18 años y buscar formas nuevas de conectar con el espíritu de cooperación y de aportar al mundo que nos rodea.
Redefinir el éxito en los términos que nos enseñaron también abre nuevas reflexiones para innovar en todos aquellos aspectos que antes ni siquiera eran posibles ser cuestionados. CH