Una batería conformada por centenares de drones, misiles de crucero y balísticos lanzados desde Irán hacia Israel han sido destruidos con un 99% de grado de efectividad asombrando al mundo que, a través de las imágenes compartidas a los medios de comunicación, han podido ver unas horas después, cómo la lluvia de bombas era interceptada y neutralizada en el aire.
Desde la Guerra de los Seis Días (en junio de 1967) Israel supo que su existencia dependía de sus capacidades defensivas y decidió apostar por desarrollar su industria militar incorporando innovaciones tecnológicas y los avances de la ciencia.
Desde entonces, de media, Israel ha gastado el 5% de su PIB en el rubro de Defensa al tiempo que ha desarrollado un estricto programa de entrenamiento militar y servicio militar para todos los hombres y mujeres que, desde jóvenes, deben cumplir con el llamado obligatorio desde el Gobierno.
Tras neutralizar el ataque, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se fundió en abrazos con su Gabinete mostrando su regocijo por lo que acababan de demostrarle a Irán y al mundo.
La Cúpula de Hierro o Iron Dome, comenzó a construirse en 2007 con un presupuesto inicial de 210 millones de dólares, una parte financiada por Estados Unidos. Se probó en 2011 y a lo largo de los años se ha utilizado muchas veces más para neutralizar los misiles lanzados desde el Líbano por Hezbolá y por Hamás desde la Franja de Gaza.
En los últimos años, la Cúpula de Hierro se ha mejorado a través del uso de la Inteligencia Artificial (IA) gracias a ello ha podido destruir todos los drones iraníes HESA Shahed 136 de tipo kamikaze. La IA le ha permitido al ejército israelí añadir nuevos algoritmos que le ayudan a rastrear mucho mejor los misiles y otras amenazas que podrían volar a baja altura y ser de menor tamaño; de esta forma identificarlas en el radar y realizar los cálculos de tiro para destruirlos con una altísima precisión. Por eso el alborozo de Netanyahu porque la IA ha convertido a la Cúpula en un mecanismo infranqueable al menos ante la batería de las armas lanzadas por Irán.
Este fin de semana hemos visto cómo cuarenta años de inversión en defensa antimisiles de largo alcance, a través del programa Guerra de las Galaxias de Israel, ha dado sus frutos. En 1991, Irak atacó a Israel con misiles Scud de largo alcance, ese fue el parteaguas para que el Gobierno israelí decidiera desarrollar un mecanismo que blindase a sus ciudadanos.
A COLACIÓN
Me queda claro que Irán lleva buscando una guerra con Israel. Esto ya no va de las guerras del siglo pasado: del capitalismo versus el comunismo. Las guerras actuales van de defender la democracia y la libertad contra la tiranía, la opresión y una dictadura que subsume a regímenes arcaicos donde los derechos civiles no existen y las mujeres valen menos que los perros.
Ni Rusia quiere libre, democrática, ni próspera a Europa; ni Irán quiere progreso, ni paz, en Medio Oriente; bastó que se filtrase que Arabia Saudita e Israel firmarían la pipa de la paz en 2024 y que Riad reconocería la existencia del Estado de Israel para que Irán preparase, junto con Hamás, el cruel atentado del 7 de octubre de 2023 que masacró, violó, mutiló, secuestró salvajemente a ciudadanos israelíes y también a turistas que disfrutaban de un concierto.
El régimen de los Ayatolá son una dictadura que no solo oprime a sus ciudadanos, sino que quiere sembrar el terror y el caos en la región y en el mundo; son un enemigo desestabilizador que este año podría tener la bomba atómica.
Hace un par de meses, la CIA reveló que Takeshi Ebisawa, uno de los líderes de la Yakuza, intentó vender plutonio a Irán. La inteligencia norteamericana está demostrando que, después del 11 de septiembre de 2001, ha corregido sus errores y se ha convertido en el gran espía del mundo.
Que Irán logre la bomba nuclear sería una enorme preocupación en Medio Oriente y para el futuro del mundo. ¿Y si los misiles lanzados por Irán tuviesen ojivas nucleares?
En el programa De Cara a Mundo, que conduce mi colega y amigo Javier Fernández Arribas, en Onda Madrid, durante la tertulia del 5 de abril, Fernández Arribas me preguntó si yo creía que Irán cumpliría sus amenazas de llevar a cabo una represalia contra Israel por el ataque perpetrado contra el Consulado de Irán en Siria en el que murieron siete muertos entre ellos un alto comandante de la Guardia Revolucionaria; yo respondí que no dudaba que habría una respuesta contundente porque Irán ha decidido quitarse la careta y esta maniobrando contra Israel a través de Hamás; a través de los hutíes de Yemén; desde el Líbano con Hezbolá y financiando el terrorismo.
A mí no me queda ninguna duda que el régimen del ayatolá Seyyed Ali Jamenei, está dispuesto a pasar a otra fase tras seis meses de continuas provocaciones en las que inclusive ha buscado boicotear el comercio mundial llenando de terror al Mar Rojo y el Canal de Suez. Y, Netanyahu, con su Gabinete que es el más ultraderechista de los Gobiernos posibles está dispuesto en caer en la trampa iraní y responder a las provocaciones.
Le he visto envalentonado a Netanyahu. La respuesta que prepare Israel, esa incertidumbre, va a golpear a los mercados sobre todo a los petroprecios que podrían romper la barrera de los cien dólares y volver a jalar el crecimiento mundial a la baja y subir la inflación. Estos días regresamos a contener la respiración ante China que sigue poniéndose de perfil; ante Arabia Saudita que dice este problema no es mío; ante una Europa que ya tiene demasiadas preocupaciones con que Ucrania no caiga ante Rusia y con un Joe Biden, al que le siguen estallando en las manos estos conflictos que no hacen más que dinamitarle los votos.