Columna Por la Espiral
Tw: @claudialunapale
Economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales.
El más odiado del mundo
Ha llegado como un cuervo de alas largas y pico amenazante, Europa no quiere a Donald Trump, flota en el aire una corriente de antipatía contra el mandatario estadounidense que dificulta aún más el entendimiento con el posicionamiento geopolítico de la nación americana.
Durante su estancia en Reino Unido han sobrado las protestas en medio de la incomodidad de cierta parte de la clase política y empresarial que no comulga con la forma de hacer política y diplomacia por parte del mandatario de la Unión Americana.
En estos momentos, en el concierto internacional, no hay una figura política más odiada que despierte tal cantidad de pasiones encontradas como acontece con Trump, no existe con ningún otro líder con tal intensidad ni con Putin, ni con Erdogan, ni con Netanyahu ni siquiera con Rohaní.
La personalidad ecléctica y narcisista del magnate representante del Partido Republicano simplemente lo eclipsa todo, apenas arribar al aeropuerto de Stansted con el Air Force One abrió boca vía Twitter injuriando a Sadiq Khan, alcalde de Londres, al que calificó de “estúpidamente antipático”.
Llegó a comparar el trabajo del alcalde de la City, con el de su homólogo neoyorquino Bill de Blasio, iguales “de nefastos los dos” porque ambos, según tuiteó Trump han hecho “un pésimo trabajo”.
Con Khan no tuvo reparo alguno, le dedicó sendos improperios al político inglés al que calificó de “completo perdedor” que como dirigente es “incompetente” y encima “tonto”.
El lenguaje del presidente norteamericano utiliza tres palabras de forma recurrente si alguien le cae bien es “terrific”; todo lo que él hace y decide es “tremendous” y generalmente a sus detractores los categoriza y denosta como “loosers”.
A Reino Unido llegó con la espada desenvainada y la lengua afilada, envalentonado porque cree que la táctica de incrementar los aranceles como forma de castigo y presión es una arma de guerra comercial que le está dando resultado.
La economía europea está desacelerándose afectada por la guerra comercial de Estados Unidos con China y la nube de incertidumbre e inestabilidad que, desde Washington, ha salido para cernirse sobre del cielo de la geopolítica y la geoeconomía.
Europa teme que Trump, tras el paso inesperado de gravar a México (su socio comercial natural) y luego de retornar a Washington tome la decisión de cara al verano de anunciar la imposición de aranceles a la importación de automóviles fabricados en la Unión Europea (UE).
Se avizora como parte de la política de bullying de Trump y como medida coercitiva porque los europeos pretenden avanzar en la creación de sus propios proyectos de defensa en común.
Trump se opone férreamente a ello lo dejo muy claro previo a su visita a Reino Unido y Francia, es más, aseveró a los británicos que Estados Unidos está dispuesto a negociar con ellos “el tratado de libre comercio más grande de su historia” y que también incluirá el tema militar; aunque sus palabras ya suenan a papel mojado.
A COLACIÓN
No cejó en lanzar dardos envenenados destacando el papel de Estados Unidos como salvador de Europa, y cuyo eje, según sus tesis supremacistas, debe prevalecer en el tiempo.
En una entrevista para The Sunday Times, Trump subrayó que si él estuviese al frente de la nación británica no pagaría “bajo ningún concepto” los 45 mil millones de euros de la factura del Brexit que Reino Unido aceptó cubrir –como compensación- a la UE por irse del club europeo.
Fiel defensor de la línea dura del Brexit que significa irse del cónclave de los 28 países sin ningún tipo de convenio entre las partes (ni siquiera de mínimos para preservar los intereses comerciales y financieros) la presencia del mandatario estadounidense en la City le dio alas al ex ministro de Exteriores, Boris Johnson, para anunciar su intención de suceder a Theresa May como primera ministra a partir del 7 de junio. La diatriba de Trump envalentona a los que piensan como él.