Ya es inminente la reunión del G7 en Puglia, Italia. Y Estados Unidos pondrá sobre de la mesa qué hacer con los activos rusos congelados y cómo ayudar a Ucrania.
Por lo pronto, la UE prepara un préstamo por 50.000 millones de dólares para aliviar la carga financiera de Ucrania. Los líderes se enfrentan a desafíos sin precedentes por parte de un electorado descontento y se verán sometidos a una mayor presión para proporcionar resultados concretos, ya que sus tres días de debate abarcan una agenda interrelacionada que abarca la guerra en Ucrania, la migración, África, Oriente Medio, la crisis climática y el aprovechamiento de la inteligencia artificial (IA).
Además de los líderes del G7, la Italia de la primera ministra, Georgia Meloni, ha abierto de par en par las puertas y acogerá al Papa Francisco; Javier Milei, el presidente populista de Argentina; Narendra Modi, primer ministro indio; y Luiz Inácio Lula da Silva, presidente brasileño.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, ofrecerá una conferencia de prensa conjunta con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El objetivo es mostrar que Occidente sigue decidido a enfrentarse al «arsenal de la autocracia» de Rusia, pero no está preocupado por sus propios problemas.
La reunión también es considerada por el Departamento de Estado de Estados Unidos como la mejor oportunidad para aliviar las cargas financieras de Ucrania antes de las elecciones presidenciales en noviembre y enviar un mensaje a Rusia de la resistencia occidental. En la medida de lo posible, al G7 le gustaría que sus decisiones fueran a prueba de Trump.
La iniciativa clave de Estados Unidos, anunciada en la víspera de la cumbre, es una gran expansión de entidades, incluidos los bancos, que estarán sujetas a sanciones si se considera que están financiando no solo el complejo industrial militar de Rusia, sino cualquier entidad rusa sancionada. Este régimen de sanciones secundarias, ya desplegado por Estados Unidos en Irán y aplicado en diciembre a entidades que ayudan al ejército ruso, significará que muchos más ciudadanos y bancos no estadounidenses serán vulnerables a las sanciones, especialmente si comercian en dólares. Según una estimación, el número de entidades con las que nadie debería comerciar aumentará de unas 1.000 a 4.000. CH