A pesar de que la cuota de género tiene opiniones encontradas, se ha visto que los países que implementan esta medida cierran más rápido la brecha y a lo largo del tiempo dejan de colocar a mujer en los puestos solo por cubrir un número.
En México solo el 12% de los puestos en consejos de administración son ocupados por mujeres, es decir aún falta mucho por hacer para lograr la equidad de género. Ante esta situación, especialistas advierten que un paso para acelerar el cierre de la brecha es establecer cuotas de género.
Aunque la cuota de género tiene opiniones encontradas, porque podría considerarse que las mujeres llegan al puesto sólo para cubrir un número, se ha visto que los países que implementan esta medida cierran más rápido la brecha y a lo largo del tiempo dejan de colocar a mujer en los puestos solo por cubrir un número.
Durante la presentación del libro “Participación de las mujeres en los consejos de administración”, Diana Ávila, investigadora de la la Universidad Anahuac comentó que aunque no está muy a favor de las cuotas de género, considera que establecer un porcentaje es un paso para avanzar y lograr que más mujeres ocupen sillas en los consejos de administración.
De hecho, países como Brasil, Costa Rica y Panamá han avanzado en este tema luego de establecer cuotas. En América latina, los países que más han avanzado son los que tienen cuota de género, porque una vez que la gente sabe de la diversidad ya no es sólo la cuota, sino la aportación de las mujeres”.
Precisó que hoy en día las mujeres no se sienten un número para cumplir una cuota de género, porque conocen sus habilidades y saben que están en el puesto porque tienen las credenciales para hacerlo.
En México, el tema de cuotas de género ha pisado el Senado y los consejos empresariales lo recomiendan, pero no existe una política pública que lo respalde.
“Si hablamos desde el punto de vista legislativo, sí se tendría que generar toda una legislación, que es mucho más amplio que hablar solamente de las cuotas, donde se podrían establecer objetivos, pero también otros mecanismos de legislación que aseguren una paridad o por lo menos una mayor representación, que vaya creciente a lo largo del tiempo”, destacó Yvette Mucharraz y Cano, directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección (CIMAD) de IPADE Business School.
Señaló que también es importante establecer otros mecanismos, como los incentivos, a fin de que empresas que tienen una mayor participación de mujeres en sus consejos y formalidad en los procesos de selección puedan tener más posibilidades en las licitaciones o facilidad fiscal.
Pero también del lado de las empresas es importante que se tome en consideración y con seriedad la composición de los consejos, y que se busque al talento más competente y adecuado, no sólo por cubrir un número, “y que rompamos este paradigma de qué no hay mujeres en los consejos”.
Otro reto para que las mujeres tengan más presencia en los consejos es romper el techo de cemento, que son barreras que las mujeres se ponen de forma interna, por ejemplo, no se postulan a un puesto porque no se consideran con las suficientemente habilidades.
Por ello es importante que las universidades trabajen en fomentar las habilidades de las mujeres, a fin de que ellas se la crean y se atrevan a alzar la mano.
Durante la presentación del libro, que fue elaborado por la Universidad Anáhuac, Iberoamericana, Instituto Tecnológico Autónomo de México, el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Panamericana y el CIMAD del IPADE Business School, los especialistas coincidieron en la necesidad de poner foco en tres puntos a fin de cerrar la brecha de género en los consejos.
El primero es erradicar los estereotipos de género, pues es un tema cultural que hay que combatir, en segundo lugar trabajar en conjunto empresa, universidades y gobierno, para crea iniciativas que impulsen la presencia de las mujeres y que no se quede en esfuerzos aislados y finalmente fomentar el que las mujeres se la crean, que rompan el techo de cemento y que se postulen. Nota de Elizabethe Meza/El Economista.
