sábado, julio 27, 2024

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Palabras Más / El goce de leer a Márquez

“La escritura se me hizo entonces tan fluida

que a ratos me sentí escribiendo

por el puro placer de narrar,

que es quizás el estado humano

 que más se parece a la levitación”

Gabriel García Márquez

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

El 20 de octubre del 2011 acudí a la inauguración del restaurante el Cardenal de San Ángel, la invitación me la hizo un colega columnista, en aquellos entonces trabajábamos en el mismo diario, acostumbrábamos ir a desayunar a la sucursal del hotel Hilton en frente de la Alameda central, ahí acudían políticos, artistas y escritores, en una de tantas charlas platicamos de literatura, de Juan Rulfo, Octavio Paz y Carlos Fuentes, ahí quedó la cosa. Aquella noche de otoño el encargado de cortar el listón del lugar fue Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha de García Márquez.

Aquello era todo un acontecimiento, entre la concurrencia convivían los intelectuales, periodistas y políticos. En aquellos pasillos donde apenas se podía caminar nos abrimos paso para estrechar la mano del Gabo, la misma con la que trabajó “Cien años de soledad” o “Crónica de una muerte anunciada”, ya se imaginará estimado lector lo que significó conocer, por un instante, a uno de los escritores más importantes del siglo XX.

Alguna vez curioseando en una librería encontré unas cajas de plástico con unas ediciones no muy bonitas de obras de Gabriel García Márquez, de las cuales destacan “Entre Cachacos-1”, “Obra periodística, notas de prensa”, eran sus primeros escritos y recuentos de artículos y crónicas de sus viajes, solo 5 pesos, claro que compré la colección completa y muchos otros para regalar a los amigos y los colegas, esos textos son una verdadera delicia alejados de las ediciones de lujo que se ofertan en las grandes cadenas libreras.

Nadie puede pichicatear su legado en el periodismo, sobre todo en la literatura que profundo y trascendental, su influencia se extiende más allá de las fronteras de Latinoamérica y su obra se analiza en universidades más importantes, a través de sus textos presentó al mundo la riqueza cultural y la complejidad de América Latina, varios de sus personajes, sus mitos y sus tradiciones se convirtieron en símbolos de la identidad latinoamericana.

La influencia del autor de la “Hojarasca” llega hasta la música, se consideraba melómano y solía decir que su verdadera residencia no estaba en donde estaban sus libros, sino en donde tenía sus discos de los que tenía una gran colección, no me diga que cuando escucha las notas de “Macondo” no le dan ganas de mover los pies como lo hacía Gabriel.

De su última obra póstuma, es posible que Gabriel García Márquez haya expresado en algún momento su deseo de destruir el manuscrito de su última obra, pero lo cierto es que no lo hizo. Desde el punto de vista legal, la decisión de publicar o no dicho manuscrito recaía en sus hijos. Ellos consideraron que, en el momento en que su padre terminó el libro, su memoria estaba demasiado deteriorada como para evaluar la calidad y coherencia del texto.

Los libros de Gabriel García Márquez son un constante regreso para aquellos que nos gusta la lectura, desde sus primeras obras hasta la última, pasando por las ventas de unos 35 mil ejemplares de “En agosto nos vemos”. Por ahora me dispongo a leer esa novela póstuma que dicen los críticos que no es una obra maestra en comparación con otros trabajos, pero seguramente es un tesoro literario que nos habla de la fugacidad de las emociones y el goce que resiste al paso del tiempo… y eso es la literatura, el goce.

Escríbeme tus comentarios al correo suartu@gmaol.com y sígueme en la cuenta de Instagram en @arturosuarez_.

Hasta la próxima.

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