Lo importante es convertirte en un maestro
en tu vejez para adquirir el valor de hacer
lo que hicieron los niños cuando no sabían nada.
Ernest Hemingway
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
No cabe duda que Estados Unidos sigue siendo la potencia preponderante en el mundo, en eso se convirtió después de la segunda guerra mundial en que se reconfiguró el planeta. Y así se fue durante el siglo pasado. Muchos auguraban la caída del imperio con los atentados del 11 de septiembre del 2001 en que le pegaron a las torres gemelas e instalaciones militares, pero no sucedió.
Aquel país sigue siendo potencia en términos económicos con su PIB nominal que representa más de la cuarta parte del mundial y su dólar es la moneda de referencia dominante para las reservas. En términos militares, EU tiene uno de los ejércitos más potentes del mundo donde destaca su fuerza aérea, el espionaje y la inteligencia. En el caso de la tecnología, está se encuentra en todos los aspectos de la vida Industrial, negocios, educativa, científica y más, llevan mano a pesar de los esfuerzos de China, Japón y Rusia.
Es precisamente este último punto, la tecnología, la piedra angular que no ha dejado caer al gigante. Y es que la tecnología ha dejado de ser una herramienta y se ha convertido en el motor que impulsa a las naciones más poderosas, para ello no escatimar en inversión. Por ejemplo, EU hace una inversión en desarrollo tecnológico de 473 millones de dólares, China 409 mdd, España junto con la Unión Europea 388.3 y países como México apenas 148 mil millones de pesos.
El 20 de enero, Donald Trump tomó el cargo de presidente número 47 de Estados Unidos. Los invitados tomaron gran relevancia y se puede hablar de los expresidentes, los estrechones de mano, el sombrero de Melania Trump, las risas de Hilary Clinton. Pero, entre los mensajes se encuentra aquellos que mandaron los hombres más poderosos de la tecnología, todos reunidos en torno al presidente.
Ahí estaba Elon Musk. El que ha hecho posible que los lanzamientos de las naves espaciales sean de lo cotidiano y un tema empresarial para que pronto se regrese a la Luna y luego Marte. El de los autos Tesla. Un magnate que, con una fortuna de 421 mil 200 millones de dólares, que apoyó a Trump y que tiene prestaciones políticas. El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, y su esposa, Priscilla Chan, estaban junto al director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, y con el director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, todos ellos patrocinan a Trump.
La influencia de los multimillonarios en la política estadounidense no es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años ha cobrado una relevancia sin precedentes. Desde el financiamiento de campañas hasta la configuración de agendas políticas, los llamados «mega-ricos» desempeñan un papel clave en la definición del rumbo político del país.
A todo esto, se suma las amenazas de Trump al sector empresarial estadounidense, donde utilizó su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos para lanzar un mensaje contundente a las empresas internacionales: inviertan y produzcan en Estados Unidos o enfrenten la imposición de aranceles. Esta advertencia, alineada con su política económica proteccionista conocida como «América Primero», dejó claro que las prioridades comerciales y económicas de su administración se mantendrían centradas en el fortalecimiento de la industria estadounidense.
La tecnología es el nuevo campo de batalla para las grandes potencias, aquellas que logren su dominio, serán las preponderantes en economía, ciencia y milicia. Por eso no es poca cosa el acompañamiento de los grandes magnates de la tecnología en la investidura de Donald Trump y las implicaciones en la geopolítica mundial o sus intenciones expansionistas.
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Hasta la próxima.