El verbo leer, como el verbo amar y
el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’.
Jorge Luis Borges
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
No cabe duda que las competencias en París nos dejaron dos semanas para disfrutar de lo mejor del deporte, entendernos humanos, comprender los límites que tenemos como civilización, pero al mismo tiempo entendernos frágiles y sentirnos, aunque sea desde casa y por el televisor, grandes como esos hombres y mujeres de los que hablaba la “Ilíada” y la “Odisea”.
Fuimos testigos de una contienda que busca simplemente ser “citius, altius, fortius” (más rápido, más alto, más fuerte). La frase acuñada por el padre Henri Didon y adoptada por el Barón Pierre de Coubertin, resume el esfuerzo constante por superar sus límites y alcanzar la excelencia en cada competición.
En esta edición de los Juegos Olímpicos nos muestra la nueva jerarquía y el reflejo de las potencias mundiales. Estados Unidos ya no arrasa con las medallas como antes y por poco se va al segundo lugar porque China, el gigante asiático estuvo a punto de destronar a los norteamericanos, y en tercer lugar quedaron los japoneses. Por supuesto que faltaron los atletas rusos que por culpa de su gobierno cumplen la sanción por la invasión y la barbarie cometida en Ucrania, porque los Juegos también es protesta y política.
Aquella polémica por malas interpretaciones en la ceremonia inaugural se borró muy pronto, sucumbió ante lo importante, las competencias y el esfuerzo. Vimos escenarios majestuosos como una cancha de voleibol al pie del orbe Eiffel y ante las discusiones de las jugadoras brasileñas y canadienses por la pasión del juego, se escuchó “Imagine” de John Lennon mientras el público eufórico cantaba y las jugadoras recordaron de que se trata la justa.
Cómo no emocionarse ante la perfección de los clavados protagonizados por los chinos Lian Junjie y Yang Hao. La exactitud del tiro con arco de Li Wenwen. La fortaleza para cargar 470 kilos de Lasha Talakhadze. La velocidad de Noah Lyles en la prueba de cien metros y hasta disfrutar del “break dance” como nuevo deporte ganando el canadiense Philip Kim, de igual forma como no emocionarse con los españoles quienes ganaron al equipo anfitrión.
Lamentablemente México quedó en el lugar 65, definitivamente malos resultados, muy lejos de las grandes potencias como EUA con 40 medallas de oro, 44 de plata y 42 de bronce, mientras que China igual cantidad de oro, 27 de plata y 24 de bronce.
Los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido los primeros Juegos Olímpicos de una nueva era, como lo dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, durante su intervención en la ceremonia de clausura. Con estas palabras, Bach no solo marcó el fin de unos Juegos que serán recordados por su innovación y espíritu renovado, sino que también el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del deporte mundial.
Los Juegos Olímpicos de París 2024 han abrazado la diversidad y la inclusión de una manera sin precedentes. Con la introducción de nuevas disciplinas y un esfuerzo por garantizar la paridad de género en todas las competiciones, estos Juegos han reflejado un mundo más equitativo y diverso. La inclusión de deportes emergentes y urbanos como el break dance, ha conectado a los Juegos con nuevas generaciones, revitalizando el interés y la participación global.
El fuego olímpico se apagó, ahí está la cita para los Ángeles 2028, obviamente tendremos mucho que vivir, cambios políticos y económicos, la lucha de las potencias y los conflictos armados y mucho más. Qué vivan los Juegos Olímpicos y sus atletas que nos emocionan con lo que somos cuerpo, mente y espíritu…
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Hasta la próxima.