El hombre está condenado a ser libre,
ya que una vez en el mundo,
es responsable de todos sus actos.
Jean Paul Sartre
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
¡Vaya semana! El lunes pasado nos despertamos con la noticia del fallecimiento de Francisco, el Papa número 266 de la historia, un jesuita, por primera vez un latino en el trono de San Pedro y quizás pasaran muchos años más para que de nuevo, un americano, ocupe el cargo más alto de la iglesia católica.
Pero no solo se fue Francisco, con él terminó un papado polarizarte que buscó darle otro ángulo a lo monolítico de esa institución provocando abierta oposición. Un papa que se atrevió a desafiar a los más recalcitrantes abriendo el dialogo con la comunidad LGBTQ y bendecirlos, dando continuidad a las investigaciones por abuso sexual en contra de menores, a poner en el centro los problemas que ocasiona la contaminación y el cambio climático.
En el Vaticano hay periodo de Sede Vacante, ¡se busca papa!, y más que una cuestión celestial que por supuesto tiene su lado místico, se trata de una elección entre hombres para dirigir a la iglesia, así que es política dura y pura, de cabildeo y cambio de capital, ya se mueven las piezas del tablero mundial. Existen más de mil 400 millones de católicos en todo el mundo y su líder sigue teniendo influencia en temas de la geopolítica internacional.
Y si queda alguna duda de esa influencia, hay que regresar a la historia y revisar la caída del muro de Berlín y el comunismo. En el funeral de Juan Pablo II, donde los hombres más poderosos del mundo estuvieron en la plaza de San Pedro. Apenas habían sepultado a Francisco en la basílica de Santa María la mayor y en ese marco se reunieron los presidentes de Estados Unidos y Ucrania, Donald Trump y Volodímir Zelenski, los mismos que en la casa Blanca habían protagonizado un episodio de bravuconería en el que corrieron al ucraniano.
El cónclave está por iniciar y se dará en un reordenamiento y de grandes desafíos como la guerra entre Rusia y Ucrania, Israel y Palestina en la franja Gaza, la guerra civil en Sudán, en Myanmar, Siria, Yemen y los países africanos. En un marco de una guerra de aranceles por todo el orbe. La vorágine de la tecnología y la Inteligencia Artificial, que parece nadie pude escapar. El cambio en las formas de pensar y cambios culturales que en muchos sentidos van contra lo que pregona el catolicismo.
Será un tiempo de grandes retos y el hombre que salga de la Capilla Sixtina como sucesor de Pedro, tendrá una responsabilidad enorme para manejar los designios de una iglesia milenaria en pleno siglo XXI. El legado de Francisco será permanente, sería un gran retroceso que la nueva figura papal quiera regresar al pasado de una iglesia sorda y punitiva, medieval.
La elección no es solo la del pastor de la iglesia, sino la de un líder político con estatura para levantar la voz ante las injusticias y defensa de los más vulnerables…
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Hasta la próxima.
