Rishi Sunak, primer ministro de Reino Unido, convocó elecciones generales para el próximo 4 de julio cumpliendo así con los tiempos electorales en la nación insular.
Tras el breve paso de Liz Truss, cuyo mandato duró poco más de un año, Sunak se mudó a Downing Street con la promesa de encauzar la economía. Y lo ha hecho. La inflación ha pasado del 11% un 2,3% interanual, en abril, el nivel más bajo desde julio de 2021, indicó este miércoles la oficina de estadísticas.
Sin embargo, tras más de trece años en el poder -y con tres primeros ministros diferentes en apenas dos años- los conservadores muestran claros signos de fatiga. El Brexit no ha logrado terminar con las batallas internas y con más de 20 puntos de ventaja para la oposición laborista, todo apunta al fin de una era.
Sunak cosechó gran popularidad durante su etapa como ministro de Economía durante la pandemia. Pero al ponerse frente al Gobierno, ha demostrado ser mejor estadística que político. Es adicto al trabajo. Más moderado y pragmático que sus antecesores. Pero no tiene carisma como líder.
Tras el varapalo de las elecciones locales del 2 de mayo, donde los tories perdieron alrededor de la mitad de los escaños que disputaba, el liderazgo de Sunak había quedado aún más debilitado.
El Partido Conservador tiene una cultura «parricida» arraigada. Forzaron la salida de la propia Margaret Thatcher y más recientemente hicieron lo mismo con Theresa May, Boris Johnson y Liz Truss. Por lo que nos les iba a temblar el pulso para echar ahora Sunak. La destitución de un líder en la antesala de unas generales podría parecer un suicidio político. Pero todo es posible en una formación que actúa ya a la desesperada.
Según revelaba recientemente «The Spectator», biblia para los tories, “nadie cree que un nuevo mandatario salvaría a los conservadores de la derrota en las urnas», pero al menos “esperan reducir el tsunami a una mera inundación” para no quedar condenados a estar décadas fuera de Downing Street. La cuestión es que no existe un claro sucesor. El nombre de la presidenta de la Cámara de los Comunes y presidenta del Consejo, Penny Mordaunt, suena en las quinielas. Pero no ha ocupado ningún cargo relevante en el Ejecutivo. A fin de evitar ser derrocado, el premier ha decidido adelantarse a los rebeldes. CH