Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
Economista y escritora, experta en periodismo económico, geoeconomía y análisis internacional
El negocio de las vacunas
La salud pública es un asunto de impronta, no debe bajarse la guardia bajo ningún concepto, porque los efectos de una pandemia no son únicamente devastadores en términos demográficos sino también en su correlación con la economía.
No es la primera vez que inclusive la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) critica el papel de las farmacéuticas y de los laboratorios debido a su papel oligopólico.
Su actuación es cuestionada no nada más en los fármacos imprescindibles para contrarrestar los avances de enfermedades mortales sino por el control que ejercen sobre de las vacunas.
La más reciente crisis de salud en 2009 con la escalada global del virus H1N1 tuvo algunos países como epicentro de la gripe A, México por ejemplo lo padeció con todas sus letras y consecuencias porque lo resintió hasta en una caída en las divisas por las cancelaciones de turistas.
Las farmacias hicieron su agosto, de hecho hasta se especuló con el Tamiflu y el Oseltamivir, la gente quería adquirirlos a como diera lugar y los hospitales públicos no se daban abasto.
Hubo un momento en la cúspide del problema (en Europa se barajó inclusive cerrar los cielos para los países con mayores infectados) que prácticamente los seres humanos quedamos en manos de las farmacéuticas así como de las multinacionales dueñas de los principales laboratorios.
¿De qué sirve tener infraestructura sanitaria sin las suficientes medicinas y vacunas? La salud pública es una estructura muy parecida a la de un cubo de Rubik: para que funcione a cabalidad requiere que todas sus piezas encajen perfectamente en el color correspondiente.
Se trata de contar con suficientes camas per cápita, doctores, enfermeras y otros sanitarios pero también con el equipo quirúrgico así como desde luego con medicamentos y vacunas e insisto en este último renglón… aquí es donde subyace el verdadero punto flaco porque el control de nuestras enfermedades, de su cura, la tienen otros.
A COLACIÓN
Como lo informa la OMS: “El primer decenio del presente siglo ha sido el más productivo en la historia de la obtención de nuevas vacunas. Se han conseguido capaces de salvar vidas contra la meningitis meningocócica, la diarrea por rotavirus, la gripe aviar provocada por el virus H5N1, las enfermedades provocadas por neumococos y el cáncer cervicouterino causado por el papilomavirus humano (VPH)”.
Si hablamos de dinero, el organismos internacional señala que desde el año 2000 a nivel global se ha triplicado el mercado de las vacunas generando ingresos por arriba de los 17 mil millones de dólares.
Por supuesto seguirá siendo un mercado en expansión, el meollo es que todo apunta a que continuará igualmente en manos oligopólicas que controlan la producción, la distribución y el precio.
En España, la población adulta está vacunándose contra la Hepatitis A y la B, inclusive el stock anual de la A se ha terminado y Sanidad Pública está a la espera de que llegue la nueva dotación.
No son únicamente los bebés e infantes los que requieren protección (los padres deben esperar más de un año pagando de su bolsillo la vacuna contra la Meningitis B no contemplada en el calendario oficial) y es que la expansión de las ETS en el país ibérico así como del VIH en una de las sociedades más promiscuas de Europa ha vuelto a rescatar la vacuna de la Hepatitis A “principalmente para grupos de riesgo homosexuales y bisexuales que son los que están acudiendo a revacunarse”. La gonorrea también ha vuelto a España y no en pocos casos.
Pero imagine que tenga que quedarse en una lista de espera, haciendo cola, hasta que la farmacéutica realice el envío que puede ser entre seis o más meses. Y es salud pública.