viernes, abril 19, 2024

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Claudia Luna Palencia

Columna Por la Espiral

@claudialunapale

Economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales.

 

Estudiantes vs. cambio climático

 

Por Claudia Luna Palencia

 

Para Donald Trump, lo del cambio climático es una auténtica falacia, textualmente en sus propias palabras “un invento chino” y aunque su baza obra a favor de las industrias del carbón, las siderúrgicas  y las fabricantes automotrices lo cierto es que cada año empeoramos en materia climática y de contaminación.
 
 
A mi memoria reciente llega el 1 de julio de 1999, el año que por vez primera llegué a Madrid, sus cartelones de publicidad referían orgullosos aquello de “Madrid al cielo”; en aquel entonces, el cielo azul como un plato con una luz brillante parecía una invitación al más allá. No había un ápice de contaminación… en Ciudad de México ya se hablaba de smog y de programas para limitar la circulación vehicular.
 
 
Lamentablemente casi dos décadas después la nube gris de smog tiene rodeada a Madrid, es un mezcla de nitrógeno y otros agentes nocivos, pica la garganta, moquea la nariz y arden los ojos; en la capital azteca, su bomba nociva la forma el plomo y el dióxido de carbono.
 
 
Es decir, que el cielo ya no es un plato sino una boina gris marrón y empeora a pesar de las fórmulas de la Alcaldía, cuestionada porque los vehículos circulen a baja velocidad y cerrar el tráfico al cuadrángulo estratégico del centro de la ciudad.
 
 
El cielo no tiene patria, es decir, la contaminación terminará atrapándonos a todos si no se hacen denodados esfuerzos para frenarla, y la verdad no se ven sendos esfuerzos al respecto.
 
 
Simplemente los plásticos y la basura, ¿cuánto hace usted, amigo  lector, primero por no comprarlos, y segundo por reciclarlos y seleccionarlos antes de tirarlos? La verdad es que nada.
 
 
De acuerdo con la Universidad de Leeds, por hora se generan 228 mil toneladas de basura y el 30% no se levanta; lamentablemente casi toda va a parar al mar… hay verdaderas “islas de basura”. No hemos reparado como Humanidad ni como seres vivos el daño irreparable que estamos provocándonos a nosotros mismos y a las generaciones futuras.
 
 
En mi opinión, más allá de la retórica oficial, sigue el mismo tráfico, la situación empeora,  el clima no va a mejor y los verdaderos estudios oficiales los ignoramos a pesar de ser periodistas, y en parte es porque nadie quiere crear pánico.
 
 
Si para el presidente de Estados Unidos la alquimia pasa por hacer dinero y recoger votos pésele a quien le pese, para muchas organizaciones civiles es cuestión de salvar la especie.
 
 
A COLACIÓN
 
El viernes pasado aconteció un movimiento espontáneo a nivel global, no fue organizado por ONG´s ni por organismos oficiales, ni partidos políticos, ni políticos en el poder: emanó de la organización de los estudiantes de más de cien países que decidieron salir a las calles para denunciar que están en contra del cambio climático y que, sobre todo, notan muy escaso compromiso de la sociedad y de los gobiernos al respecto.
 
 
Se unieron gracias a la convocatoria en diversas redes sociales, lo hicieron en pro del #FridayForFuture inspirado en la quinceañera sueca Greta  Thunberg, ¿la recuerdan? Ella todos los viernes el año pasado, se plantó a las afueras del Parlamento sueco y del gobierno, con una pancarta para protestar contra el cambio climático.
 
 
Thunberg ya figura en las listas para el Nobel de la Paz, lo que implica hacerla figura clave de la juventud contra la inacción política real frente a uno de los desafíos más relevantes que ha enfrentado la raza humana.
 
 
Eso es lo que es, me he preguntado hasta qué niveles de ozono y de contaminación ambiental puede respirar nuestro cuerpo antes de asfixiarse y caer muerto.
 
 
Por qué seguir lubricando las ganancias de las automotrices, ¿por qué  no apostar por grandes redes de transporte urbano eléctrico y masivo? Estamos urgidos de éstas.
 
 
Me parece que los expertos en el tema no quieren asustarnos, por eso no sabemos bien a bien qué tan grave riesgo estamos de una extinción que pueda inclusive ir contra nosotros mismos. Pero,  se ha dado cuenta, cuántas especies están despareciendo, acaso, ¿no es esto indicativo de lo mal que vamos?
 
 
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
 

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