martes, octubre 15, 2024

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Europa arrastrada por una ola conservadora

Al parecer el efecto pandemia está fagocitando políticamente a Europa que en las urnas está votando por los partidos conservadores y de ultraderecha y castigando la gestión sanitaria del gobernante de turno. En Francia, en abril del año pasado, el presidente Emmanuel Macron sudó la gota gorda para derrotar, en segunda vuelta, a la ultraderechista Marine Le Pen en unas elecciones marcadas por una abstención récord y un ascenso histórico de la ultraderecha. Le Pen obtuvo el 41.5% de los votos frente al 58.5% de Macron.

Ya 2022 anunciaba el camino de las futuras elecciones europeas en medio de la crispación ciudadana aquejada por una combinación de factores: primero, la larga duración de la pandemia del Sars-CoV-2; segundo, el golpe en las expectativas de recuperación económica derivada de la invasión de las tropas rusas; y tercero, la confirmación de otra crisis económica que además afectará a la mayor parte de los países europeos.

Para septiembre de dicho año, las elecciones primero, en Suecia y luego, en Italia, terminaron de confirmar los pronósticos de sociólogos y politólogos que alertaban de una vuelta a las posiciones más conservadoras como una forma inconsciente, de cierta parte de la ciudadanía, de sentirse más protegidos y de buscar mayor estabilidad en medio de la incertidumbre desechando ideas arriesgadas.

A todos sorprendió que en la siempre moderada Suecia, una coalición de derechas (desde conservadores, grupos liberales hasta grupos ultranacionalistas y antinmigrantes) arrebatasen la victoria a la coalición de izquierda de la entonces primera ministra socialdemócrata, Magdalena Andersson. Los primeros ganaron con el 49.5% de los votos contra el 48.8% de los votos a favor de Andersson.

Después vendrían las elecciones en Italia (26 de septiembre) con la extrema derecha alzándose con la victoria y convirtiendo a Giorgia Meloni, en la primera mujer en convertirse en primer ministra.

La tercera economía de Europa gobernada por Hermanos de Italia con un discurso antiinmigrante, opuesto a la Unión Europea (UE) y profundamente nacionalista y que terminó aplastando las ilusiones de los partidos de centro izquierda que obtuvieron solo el 26% de los sufragios.

Meloni ha llegado al poder gracias a una alianza derechista que incluye a Liga, de Matteo Salvini y a Forza Italia, que se mueve dentro del espectro centroderechista. Esta coalición controla además el Congreso y el Senado. En las pasadas elecciones locales, del pasado 28 de mayo, nuevamente el votante italiano reforzó a la coalición de derechas que les gobierna.

“El éxito proporciona evidencia de que Meloni todavía está disfrutando de un período de luna de miel con los votantes italianos, ocho meses después de convertirse en la primera mujer primera ministra de Italia y la primera desde el final de la Segunda Guerra Mundial en provenir de un partido con orígenes fascistas”, señaló al respecto The Guardian.

Uno de los mayores logros de la derecha fue ganar la ciudad portuaria de Ancona en la región central de Marche después de más de 30 años de gobierno de centroizquierda.

«Hemos obtenido buenos resultados y algunas victorias que podrían definirse como históricas, como en Ancona; y esto para mi es una clara señal de que las fortalezas de la izquierda ya no existen”, declaró una eufórica Meloni tras confirmarse que la derecha arrolló en las urnas.

VotoLa única victoria significativa del centro-izquierda fue en la ciudad de Vicenza, en el norte de Italia, pero el margen fue ajustado: el candidato de la izquierda ganó con el 50.5% de los votos en comparación con el 49.5% del centro-derecha. «La derecha gana en todas partes, la izquierda solo en Vicenza», fue el titular del diario de izquierda La Repubblica.

El mapa político territorial europeo va pintándose de gobiernos conservadores ultranacionalistas, antiprogresistas y escorados hacia una derecha más rancia.

Algunos mandatarios como Víktor Orban, primer ministro de Hungría, celebran estos cambios porque consideran que al fin llegan al poder en otros países, gobernantes con los que guarda afinidad ideológica.

España se precipita al vacío

Inicialmente, el país ibérico tendría elecciones generales a finales de este año o bien a principios de 2024, pero el batacazo en los comicios municipales y autonómicos sufrido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del presidente Pedro Sánchez, ha terminado precipitando los acontecimientos.

El domingo 28, España entera se durmió con la victoria aplastante del Partido Popular (PP) que incluso arrebató capitales como Sevilla otrora bastión del PSOE; y, se despertó, con el presidente Sánchez convocando elecciones generales anticipadas para el 23 de julio y disolviendo las Cortes, tras notificar su decisión, muy temprano por la mañana, al rey Felipe VI.

Las pasadas elecciones municipales y autonómicas en España han sido un termómetro muy sensible del sentir del español de a pie que ha llegado harto a las urnas de la gestión de gobierno de Sánchez y de sus alianzas frankestein que han llevado a su partido, el PSOE, a entablar pactos con la ultraizaquierda de Unidas Podemos; y, en el Congreso, con fuerzas independentistas y nacionalistas con el fin de sumar votos para sacar adelante los presupuestos y algunas de sus reformas.

El Partido Popular no solo se ha posicionado mejor en muchos de los municipios en los que ya gobernaba, sino que incluso ha arrebatado alcaldías y comunidades autónomas a los socialistas: el PP gobernará en 30 de las 52 capitales de provincia y el PSOE pierde seis de las ocho comunidades autónomas en las que gobernaba. Prácticamente, Andalucía ha dejado de ser un bastión del PSOE.

El mapa político postelectoral deja un escenario bastante contrario para el PSOE y se entiende más que nada como un mensaje del español de a pie contra el sanchismo fundamentalmente.

Además en Madrid ha pasado un fenómeno interesante porque el PP, con José Luis Martínez Almeida, seguirá gobernando en el Ayuntamiento y lo hará con una mayoría absoluta; lo mismo para Isabel Díaz Ayuso que refuerza a los populares con su imagen y mantiene su fuerza electoral ganando con la mayoría absoluta.

Si en Madrid surgió de las calles el movimiento social que terminaría cristalizando en el partido político de Podemos que, en su momento su mentor Pablo Iglesias dijo, había surgido para “asaltar el cielo del poder”, pues bien la misma gente, con sus votos, ha terminado echándolos del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad de Madrid y no tendrán ninguna representación.

Era casi imposible que las feministas y otros grupos sociales no castigasen a Unidas Podemos, tras el error garrafal de la conocida como ley del solo sí es sí, cuya intención principal era penalizar más a los agresores sexuales pero que, lamentablemente, ha logrado el efecto contrario porque en su elaboración no se consideró todos los efectos jurídicos y los jueces han aceptado revisar las penas de cárcel de agresores y violadores que con dicha ley han visto reducir sus penas de prisión y algunos han sido hasta excarcelados.

En estas elecciones se han movido de manera importante las fichas de varios partidos: si el PP logra una posición muy relevante de cara a las elecciones generales para favorecer a Alberto Núñez Feijóo; ¿Qué ha pasado con los partidos que se convirtieron en bisagra en las elecciones pasadas? Ciudadanos ha quedado prácticamente borrado del mapa político porque ha perdido 2 mil 400 concejales y no entró en ningún parlamento autonómico y en Madrid están eliminados. Los errores de su mentor, Albert Rivera, que hace cuatro años se negó a pactar con Sánchez para formar gobierno marcaron el derrotero, no solo de un partido centrista como Ciudadanos, también del gobierno de Sánchez, que se vio forzado a pactar con los ultraizquierdistas de Unidas Podemos y con los independentistas y nacionalistas.

El partido Ciudadanos desaparece, mientras Unidas Podemos entra en una debacle nacional y en cambio, la ultraderecha se afianza como una tercera fuerza política con Vox. Pero tampoco lo hace de forma escandalosa porque en varias ciudades en las que ya gobernaba el PP incluso con un pacto con VOX, el elector ha decidido darle más votos al PP para que no tenga que pactar con VOX. Es un aspecto interesante, porque se aprecia un cambio de rumbo en estas elecciones municipales y autonómicas.

VotoEn esta democracia madura que tradicionalmente se ha movido en el bipartidismo con gobiernos, del PSOE o del PP, en los últimos años la fragmentación política llevó al multipartidismo que originó que tanto el PSOE como el PP no lograsen, respectivamente mayorías en varias ciudades y comunidades autónomas y los pactos fuesen necesarios. En estas elecciones, la gente ha votado más por la estabilidad de cara al futuro que por la incertidumbre de si la coalición saldrá bien o mal; por ende, los votos han vuelto más a reorganizarse hacia los dos grandes partidos. Aunque Vox es ya la tercera fuerza política y está lista para pactar con el PP allá donde le necesite.

Erdogan el tótem turco

Comenzó siendo alcalde de Estambul (1994 a 1998) fue encarcelado por intolerancia religiosa por leer un poema del poeta turco Ziya Gokalp razón por la que no terminó su período como alcalde y decidió fundar su partido político, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, que se convirtió en su plataforma para llegar al poder: durante once años fue primer ministro y en 2014 fue elegido presidente y desde entonces no ha soltado el poder.

Y tras más de veinte años gobernando ininterrumpidamente a la nación turca ha vuelto a ganar muy a pesar del dolor social generado por los terremotos aunado a la creciente inflación que en marzo pasado fue del 50.5 por ciento.

Lo ha hecho además con un discurso todavía más conservador que el habitual para este político islamista con una fobia racial contra el pueblo kurdo al que acusa de tener líderes terroristas.

Mientras España atendía su vorágine electoral interna, en Turquía la ultraderecha liderada por Sinan Ogan (obtuvo el 5% de los votos en la primera vuelta) pedía que se votase a Erdogan y no a Kilicdaroglu, del Partido Republicano del Pueblo que aglutinó un frente de centroizquierda en el que incluso incluyó a una facción política kurda. Erdogan venció con más del 53.71% de los votos a su favor.

¿Qué significa la victoria de Erdogan? Para las turcos la continuidad de sus políticas conservadoras. A sus 69 años, Erdogan ha prometido que devolverá a los sirios a su país y que coadyuvará a la reconstrucción de sus viviendas en Siria.

El primero en felicitarlo por su nuevo triunfo fue Vladimir Putin. El dictador ruso destacó “el trabajo desinteresado” de Erdogan al frente de la República de Turquía y su buena labor por fortalecer “la soberanía estatal” y tener una “política exterior independiente”.

El mandatario turco es el único líder que ha logrado sentar en la mesa a los ucranios y rusos durante unas iniciales pláticas de paz el año pasado que terminaron fracturadas luego de que Putin reconociese en la Constitución a Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón como territorio ruso.

Ha sido además, el único que ha tenido la iniciativa de mediar entre rusos y ucranios (luego se sumó la ONU) para sacar adelante un acuerdo de exportación de granos y cereales de Ucrania en los puertos controlados por los rusos en el Mar Negro y el Mar de Azov.

A su vez, la UE ha hecho un llamado para profundizar la relación: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, escribió un tuit felicitando a Erdogan por su reelección.

En el mismo sentido, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, tuiteó sus felicitaciones y manifestó su esperanza por “continuar construyendo la relación UE-Turquía”.

Turquía es miembro de la OTAN desde 1952 y, en cambio, no ha podido ingresar en la UE: en octubre de 2005 se iniciaron las negociaciones bilaterales para la adhesión plena de Turquía en el bloque europeo y desde entonces a la fecha, sigue esperando. En 1999, se le concedió el estatus de candidato oficial para ingresar pero por el momento no ha logrado entrar al selecto club europeo.

Gracias a Erdogan y a Orbán es que Finlandia logró ingresar a las filas de la OTAN porque, Turquía y Hungría, eran los dos países cuyos parlamentos se oponían mientras los otros 28 países miembros ya habían dado su visto bueno. No ha sido favorable para Suecia, país al que Erdogan acusa de proteger a terroristas kurdos. Erdogan tratará de capitalizar para sí cualquier apoyo, tanto a Europa como a Rusia o bien a Estados Unidos… el mundo ya lo conoce.

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