El periódico británico The Guardian aborda a la inmigración ilegal como un gran negocio y también como una potencial arma de guerra para desestabilizar, en este caso, a Europa. En un análisis, el prestigioso periódico aborda el impacto que ha tenido en Europa las diversas corrientes migratorias en momentos en que los países de África y de Oriente Medio han experimentado diversos conflictos.
“En el caso de Libia, cuando gobernaba Gadafi él no renunció a sus amenazas e insistía en que Europa sería invadida por migrantes; de hecho, sus tropas trataron de cumplir su amenaza, obligando a los trabajadores africanos a abordar embarcaciones no aptas para navegar a punta de pistola”, de acuerdo con el diario.
En dicho artículo se menciona que diversos señores de la guerra han mantenido esta tradición combatiendo y facilitando simultáneamente la migración, recibiendo generosas recompensas mientras amenazaban a Europa con nuevas invasiones.
Ya van varios quinquenios que van hilándose, unos tras de otros, en que la UE está atrapada en una política de chantaje no solo por parte del gobierno turco, sino de otros países, en este caso africanos que piden más recursos para contener las oleadas migratorias que terminan siendo utilizadas como “armas de migración masiva” cuyo objetivo esencial es romper la unidad europea, erosionar los sistemas sanitarios europeos y confrontar a la población entre sí. Y estos flujos no están exentos de las presiones geopolíticas, ni geoeconómicas, porque detrás habrían intereses de Rusia o de Irán por socavar la capacidad de entendimiento y de unidad de los europeos de la UE.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, habla de la necesidad de contar con los mecanismos para agilizar que las personas ilegales que incluso se niegan a cooperar con las respectivas autoridades, al negarles información esencial, y que no cumplan con los requisitos de asilo, puedan ser expulsadas más rápidamente.
El año pasado, a las costas italianas, que son la principal puerta de entrada a Europa llegaron casi 200 mil inmigrantes. Solo en tres días, durante los meses de septiembre, Italia recibió 10 mil personas desde ultramar.
Meloni señala una crisis migratoria que amenaza con colapsar los servicios sanitarios y asistenciales: los centros de acogida tienen capacidad promedio para alojar a 400 personas, por ende, las autoridades italianas han debido recurrir a utilizar hoteles para el alojamiento temporal.
Llegan a Lampedusa, desde Túnez, una distancia de 150 kilómetros por el mar, la primera ministra Meloni declaró el estado de emergencia ante la presión migratoria y se ha mostrado interesada en frenar las salidas en los propios países de origen a través de sinergias con los países expulsores.
A España, lo hicieron 56 mil 852 inmigrantes irregulares, según datos de Frontex siendo las islas canarias el principal punto de llegada por la vía marítima por su ubicación en el Atlántico, frente a la costa noroeste de África. Se trata sobre todo de personas que salen de Senegal, de Marruecos, Gambia y Guinea muchos son menores no acompañados.
Mientras que a Grecia arribaron 27 mil personas el año pasado. Atendiendo a sus propias necesidades internas, el pasado 19 de diciembre, el Parlamento de Grecia, aprobó una enmienda presentada por el gobierno conservador para conceder sendos permisos de residencia y de trabajo a 30 mil inmigrantes irregulares aduciendo “una enorme escasez de mano de obra” sobre todo en el campo griego. El Parlamento votó una legislación que permite trabajar de forma legal en Grecia tras haber residido al menos tres años en el país (en lugar de siete) y no tener antecedentes penales.
A COLACIÓN
Desde hace años, varios países europeos han logrado acuerdos casi siempre económicos con Turquía, Libia, Túnez, Ruanda o Albania para que detengan en sus territorios a los potenciales migrantes y persigan más a los tratantes de personas y a las mafias.
Este semestre entrará en vigor en la UE, el nuevo Pacto sobre Migración y Asilo será supervisado por Hungría, Polonia y Dinamarca en sus respectivas presidencias de la UE; nada menos que tres países que se han resistido a la solidaridad y al reparto de cupos.
¿Se hace más difícil el derecho de asilo dentro de la UE? Digamos que más bien facilita su regulación y lo hace más eficiente para que, verdaderamente llegue a las personas que realmente lo necesitan.
El texto del pacto sigue consagrando el derecho de asilo y permite que los solicitantes sean tratados de acuerdo con lo que sigue siendo uno de los más altos estándares de protección en todo el mundo.
El bloque en su conjunto quiere frenar las llegadas masivas de inmigrantes ilegales en este punto todos están de acuerdo. Ya hay quienes avizoran que si el nuevo Pacto no las frena podría la impaciencia de varios países europeos minar la capacidad del nuevo acuerdo bajo la tentación de la autorregulación y de normas más estrictas.