Es una gran verdad que somos el resultado de todos los libros que hemos leído, de toda la música que hemos escuchado y de todos los sitios en los que hemos estado. Pero, sobre todo, somos el resultado de todas las personas que han llegado y se han ido de nuestras vidas. La gente que llega tiene más que ver con causas fortuitas que la que se va. Hasta donde sabemos, no hemos elegido a la familia en la que nacemos ni al entorno en el que crecemos. Pero más adelante tenemos la posibilidad de elegir a las personas de las que nos rodeamos. El rompimiento, la distancia, el aburrimiento, la decepción el desinterés y la muerte, son sólo algunos de los motivos por los que somos abandonados o por los que nosotros mismos abandonamos a los demás. Algunas veces nos dan explicaciones y otras ni siquiera eso. También es cierto que no todo el que se va lo hace del todo, tampoco todo el que se queda lo hace por completo. John Donne escribió: «Ningún hombre es una isla…». Nadie existe en un vacío aislado, sino que formamos parte de un todo más grande. Todos tenemos algo de las personas con las que hemos estado y todas las personas tienen algo de nosotros y eso es algo grandioso, pero también implica una enorme responsabilidad.
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