Cada día que pasaba, y en ambos lados de mi mente,
el moral y el intelectual, me fui acercando más a aquella verdad
por cuyo conocimiento parcial fui condenado a tan aterrador
naufragio: que el hombre no es uno realmente, sino dos.
Robert Louis Stevenson
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, hace dos entregas escribí sobre el estado mexicano de Guerrero ya que tuve la posibilidad de visitar Taxco, en aquellas líneas le daba cuenta de la problemática que vive una de las regiones donde su población se dedica en gran medida al turismo y el comercio de artesanías como es la platería, comentaba del hartazgo ciudadano por sentirse abandonados por la autoridad y a merced de la delincuencia, aunque claro hacían un llamado para que los turistas no dejen de acudir a ese destino.
Sin embargo, la semana pasada nos enteramos de una historia dramática que le dio la vuelta al mundo. Primero, la desaparición y secuestro de una niña de 8 años por parte de una amiga de su mamá que terminó en el asesinato de la menor. Segundo, al enterarse el pueblo del acto atroz se convirtió en una turba iracunda, sacó a los presuntos responsables y los linchó en un acto de barbarie que recorrió frenéticamente las redes sociales, la madre murió por la golpiza que recibió y de los otros dos hombres relacionados se sabe que uno de ellos sufrió una fractura en el cráneo, mientras que el otro presenta una doble fractura en uno de sus brazos, todo escudado en aquello de hacer justicia por propia mano, por el vacío de autoridad que existe y que se solapa por el mismo presidente López Obrador en aquello de “abrazos y no balazos”.
En pleno siglo XXI, en la era de la inteligencia artificial y la inmediatez de las comunicaciones debemos reflexionar sobre la barbarie en la que se puede caer, regresar a lo más primitivo sin leyes ni recato escudados en actos de “justicia”. Para el filósofo inglés Thomas Hobbes, “el estado pleno de libertad del hombre es la guerra” donde se puede hacer de todo sin freno, una visión sombría de la naturaleza humana. En su obra destaca la importancia del Estado y el contrato social para mantener la paz y el orden en los pueblos.
También podríamos echar mano de José Ortega y Gasset con “El hombre masa”, un individuo descrito conformista y arto pero que en conjunto es fácilmente manipulable que puede convertirse en “muchedumbre”, son los sin voz y sin rostro, uno igual al otro, que escudados en el anonimato pueden hacer cualquier cosa con consecuencias negativas, ahí se pierde la individualidad y la diversidad se es manipulable y accionar creyendo que se hacen actos de “justicia” o creer que se actúa de manera correcta como en nuestro ejemplo original.
Esos terribles acontecimientos no son nuevos y hasta el cine mexicano ha dado cuenta de ellos. Como ejemplo está el film “Canoa: memoria de un hecho vergonzoso”, la película está basada en una tragedia ocurrida el 14 de septiembre de 1968 en el poblado de San Miguel Canoa en el estado de Puebla. Cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se dirigen a escalar la Malinche, pero debido al mal tiempo, se ven obligados a refugiarse en la localidad mientras el sacerdote del pueblo ínsita a los habitantes a la violencia porque los confunden con comunistas y deciden lincharlos. Como dice el título un caso vergonzoso y real, la película se puede ver en la plataforma YouTube.
Insisto estimado lector, es momento para la reflexión sobre los actos de barbarie que se viven no solo en México, sino en todo el mundo, a pesar de los avances científicos, tecnológicos y de comunicación seguimos teniendo esa parte primitiva, como en la novela de Robert Luis Stevenson, un doctor Jekyll lleno de bondad, pero al mismo tiempo está latente Hyde…
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Hasta la próxima.