domingo, diciembre 8, 2024
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She’s gone – Ella se ha ido…

Cualquier ser humano experimenta un escalofrío cuando penetra en la sala de exposiciones del Espacio de Igualdad Carme Chacón en Madrid. Una sensación extraña invade al visitante que se encuentra inmerso en un conjunto de prendas femeninas. Una camiseta verde, un par de vaqueros, un largo vestido bordado, un abrigo de piel sintética, una sudadera de la suerte que se usaba antes de entrar a cada examen, un top y una chaqueta comprados especialmente para una boda… 

Destacan todas y ninguna porque todas son auténticas, han sido portadas por mujeres jóvenes, maduras o mayores, todas ellas asesinadas por sus maridos, novios o parejas, en soledad o ante la mirada horrorizada de sus hijos, a menudo también víctimas mortales de la violencia machista. Noa, Michal, Simona, Irene, y también Ana Orantes, la granadina sometida durante cuarenta años al maltrato sistemático de su marido. Pende del techo el vestido rojo que llevaba cuando se atrevió a denunciar su calvario públicamente, en directo en un programa de televisión. Esa denuncia fue su sentencia de muerte definitiva porque su maltratador la asesinó quemándola viva. 

Keren Goldstein Yehezkeli, comisaria de la instalación, explica a Atalayar cómo concibió esta muestra: “Fue hace seis años cuando una joven compatriota israelí fue asesinada por su pareja junto con sus dos hijos de corta edad. Era un suceso más, uno de tantos del mismo estilo que se producen desgraciadamente todos los días a escala global. Pero, aquello me revolvió las tripas y decidí concebir una expresión artística capaz de provocar un choque emocional en todo aquel que la contemplara. Así nació esta exposición, que como las mismas tragedias que evoca y recuerda, no tiene fecha de caducidad”. 

Foto: Rodica Radian Gordon
Foto: Rodica Radian-Gordon

Coincidiendo con el primer mes del ataque realizado por Hamás a Israel, el proyecto, que viaja de ciudad en ciudad por todo el mundo, ha sido presentado en Madrid por la embajadora israelí, Rodica Radian-Gordon, quién insistió en la descarnada violencia que sufren las mujeres en las guerras, con especial énfasis en la perpetrada por Hamás contra ellas, tanto las que fueron asesinadas en condiciones espeluznantes como las secuestradas y llevadas a la fuerza a Gaza aquel fatídico 7 de octubre. 

En relación con el ataque de Hamás, Rodica Radian-Gordon dijo: «Además de las masacres y las atrocidades indiscriminadas y sistemáticas contra la población civil vulnerable e inocente, los terroristas de Hamás atacaron sexualmente a mujeres de un modo brutal y sistemático». «No hay ninguna duda de que el hilo conductor corre entre el reconocimiento de la violencia de género como delito y el reconocimiento de la violencia de género sistemática como crimen de guerra y como crimen contra la humanidad. Solo en un mundo más igualitario, las niñas, las mujeres y, en general, los individuos vulnerables podrán conseguir un derecho tan básico como el de vivir con seguridad física y dignidad», señaló. 

Las 22 prendas expuestas, símbolos vivos todas ellas de otras tantas vidas únicas e irrepetibles, truncadas a tiros, cuchilladas o por las llamas de un fuego provocado, proceden de otras tantas mujeres judías, árabes y cristianas de Israel, Costa Rica, Honduras, República Checa, Trinidad Tobago, Aruba, Chipre, Grecia o España, se irá incrementando con las prendas de una mujer asesinada de cada país en los que se vaya exhibiendo la instalación. Contemplar ésta mientras se oye a la soprano Mercedes Benzaquén entonar la canción sefardí “Duerme mi angélico”, completa una atmósfera capaz de avivar los sentimientos más dormidos. 

Cuando Keren Goldstein fraguó su idea en casa del presidente Rivlin y su esposa Nechama, el objetivo era tocar los corazones y provocar las mentes, crear conciencia, fomentar la introspección y promover un discurso significativo e inclusivo contra la violencia de género. Y, a partir de ahí, instar a los responsables a formular políticas en todo el mundo para que hablen, adopten medidas, desarrollen herramientas y alcancen soluciones concretas. Porque todas las formas de opresión a las mujeres y basadas en la violencia por ser precisamente eso, mujeres, pueden y deben ser eliminadas. 

Y hay tajo. Según Naciones Unidas, 47.000 mujeres y niños en todo el mundo son asesinados cada año por sus parejas u otros miembros de la familia. Además, desgraciadamente, no pocos casos no logran resolverse nunca.
 

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