El aceite de oliva es conocido y apreciado a nivel internacional por sus numerosos beneficios para la salud, respaldados por numerosas investigaciones científicas. El efecto más conocido es su encontramos evidencia sobre su relación con un corazón saludable. Varios trabajos asocian el consumo de aceite de oliva virgen extra con una vida más larga, ya que mantiene alejadas las enfermedades cardiacas. Esto se debe a que el oro líquido español es muy rico en ácidos grasos monoinsaturados, que ayudan a regular el colesterol y disminuir la presión arterial.
Pero los beneficios del aceite de oliva también están relacionados con su poder antiinflamatorio. Contiene compuestos fenólicos, que pueden promover la reducción de la inflamación y de enfermedades crónicas relacionadas con ésta, como la artritis. El aceite de oliva también presenta elementos antioxidantes, asociados con una disminución del riesgo de padecer cáncer.
Además, se ha relacionado el consumo de aceite de oliva con el control de los niveles de azúcar en sangre y la salud de los huesos. Y, por si fuera poco, un estudio reciente conducido por la Universidad de Harvard sugiere que incorporar aceite de oliva a la dieta podría ayudar a reducir el riesgo de morir de demencia.
Pues bien, ahora, un nuevo efecto secundario del aceite de oliva en nuestro cuerpo se añade a la lista de beneficios, según revela un nuevo estudio. Liderado por científicos españoles de las universidades de Jaén y Granada, ha revelado el poder regulador del aceite de oliva virgen extra (AOVE) sobre las bacterias intestinales.
Esta investigación ‘marca España’ se publica en la revista especializada a nivel internacional, Frontiers in Nutrition. El estudio detalla cómo el AOVE equilibra las funciones de cepas bacterianas cercanas en el intestino, reduciendo su resistencia a antibióticos y la producción de compuestos tóxicos durante la digestión.
Para demostrarlo, los investigadores analizaron genéticamente 75 cepas de Enterococcus, aisladas a partir de heces de ratones a los que alimentaron con una dieta estándar o con dietas ricas en grasas enriquecidas con un suplemento del 20% de mantequilla, aceite de oliva refinado o aceite de oliva virgen extra.
Esta bacteria, el enterococo, causa diversas infecciones. Entre ellas encontramos la endocarditis (válvulas del corazón), infecciones urinarias, prostatitis o celulitis. Las muestras en heces se estudiaron en la semana 0, a las seis semanas y a las doce semanas de dieta. En cada toma, se caracterizaron en busca de factores de virulencia y resistencia a antibióticos.
El equipo de investigadores demostró así que los ratones alimentados con la dieta enriquecida con AOVE presentaban menos resistencia a los antibióticos y menor tendencia a la virulencia bacteriana. Este descubrimiento sugiere un papel prebiótico del AOVE en la regulación de la microbiota intestinal.
Además, se observó un aumento en la presencia de cepas asociadas con enfermedades en los grupos alimentados con dietas enriquecidas con mantequilla. Los resultados destacan la importancia de la dieta en la regulación de la microbiota intestinal y abren nuevas vías para el desarrollo de tratamientos que promuevan la salud digestiva.
El estudio fue financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía y la Universidad de Jaén. En el futuro, los investigadores planean continuar sus estudios para comprender mejor cómo la dieta afecta a la microbiota intestinal y su impacto en la salud.
Es importante recordar que estos beneficios se obtienen mejor cuando el aceite de oliva se consume como parte de una dieta equilibrada y saludable en general, y que la moderación sigue siendo clave debido a su alto contenido calórico.
Con información de La Razón.