“La capacidad para acumular y procesar más información ya la tenemos en un ordenador. El salto debería ser también cualitativo: que entienda cosas que no podemos entender, que piense más allá de los paradigmas que hemos desarrollado. Con mayor capacidad de abstracción y de comprensión, expandiendo los límites de lo pensable y pensar lo todavía no pensado”
Carlos Blanco, filosofo, autor del libro Las fronteras del pensamiento (Dykinson, 2022)
Si algo va a caracterizar al año que irrumpe con las incógnitas tradicionales de un comportamiento incierto, son estas dos siglas: IA. No debe extrañar que estemos familiarizándonos con las mismas, un nuevo acrónimo, que acabará por lexicalizarse, lo que es lo mismo, por incorporarse al léxico general del idioma. Hablamos no de algo distinto que, de la inteligencia artificial, suponiendo o va a suponer la disrupción más importante de este siglo y es la tecnología a la que se le supone mayor impacto en los años venideros.
Antes de nada, confesar, que penetrar o sumergirse en la información sobre la materia es misión complicada, máxime cuando es tema que en absoluto domina el que suscribe que, desde su supina inopia en la materia, quiere, sin embargo, dar unas ligeras idas, que tendrán la virtud sabiendo de donde proceden de venir mejor al profano que al experto, para quien, éste último, sería demasiado atrevimiento fueran dirigidas.
Lo primero que hay que observar es que no es algo nuevo, que su origen se encuentra en la publicación del articulo Computing Machinery and Intelligence del matemático y lógico británico Alan Turing en 1950. Proponía la idea de una maquina universal que pudiera simular cualquier proceso de cálculo que un ser humano pudiera hacer. Esta propuesta conocida ahora como la máquina de Turing, sentó las bases teóricas para la computación moderna y la IA. Después, en la conferencia de Dartmouth, año 1956,
McCarthy, Marvin Minsky y Claude Shannon, visionarios científicos, anticipan que la sociedad estaría rodeada de máquinas inteligentes en menos de una década.
Precisamente, es en la década de los años 90 del pasado siglo, cuando las empresas comienzan a realizar inversiones en este campo, al darse cuenta de su necesidad para mejorar su capacidad para procesar y analizar la vasta cantidad de datos que se avecinaba, y que superaban la capacidad humana y de la tecnología existente. IBM sería la pionera al lanzar a Deep Blue en 1997, superordenador capaz de derrotar a Garry Kasparov, el campeón mundial de ajedrez. Década donde surgen los agentes inteligentes, sentando las bases para la creación de sofisticados chatbots y los asistentes virtuales que ahora se conocen. A IBM, se une en sus inversiones espectaculares Microsoft, avanzando con la innovación en este campo. El camino estaba abierto, como vemos, mucho antes de nuestros días, surgiendo con la proliferación de las inversiones de multitud de empresas y adelantos logrados, la necesidad de contar también con la ética en este campo, un campo aparentemente sin límites.
La evolución en los últimos años ha sido colosal, especialmente con los adelantos que ha incorporado herramientas como el ChatGPT, un modelo capaz de generar contenido en texto, voz, imágenes, videos y código.
Estimulando a empresas de la talla de Navidia, Google, Amazon, Salesforce e infinidad de startups emergentes, como Anthropic, Huggingg Hugging Face y OpenAIa a invertir y desarrollar en plataformas de inteligencia artificial de gran tamaño basadas en técnicas de aprendizaje profundo y grande conglomerados de datos.
La empresa Alphabet (matriz de Google) ha presentado en el pasado mes a Gemini, un proyecto que entiende texto, imágenes, audio y código. Según esta empresa en los últimos meses la “IA generativa ha ocupado una posición relevante en el debate mundial sobre tecnología y negocios, con expectativas de un impacto empresarial significativo. Con la seguridad de que en el 2024 esté a la altura de las enormes expectativas creadas”. En este año las nuevas plataformas combatirán el contenido generado por la propia imaginación de los diferentes modelos para dar respuestas de mucha más calidad. Y, en apoyo de ello, surgirán plataformas que proporcionarán herramientas para que las empresas aprovechen la IA generativa, sin necesidad de tener grandes conocimientos.
ANTE ESCENARIOS CONTRAPUESTOS
Se plantean según los entendidos dos escenarios, uno de ellos con buena cara y el otro absolutamente inquietante. El primero entrañaría la capacidad, sirvan ejemplos, de encender TV con la mente, transmitir y permitir la transmisión instantánea y precisa de pensamientos entre personas eliminando la barrera del lenguaje (de hablar con alguien pasaríamos a pensar con alguien), aprender habilidades nuevas en fracción de segundos, recordar experiencias, nombres y detalles con claridad cristalina. La cara negativa, que la maquina pueda predecir tus decisiones, que terceras personas accedan a tus pensamientos más íntimos, vivir en un estado de vigilancia perpetua, experimentar manipulaciones de percepciones o incluso de recuerdos. Toda una amenaza. “Conectar la mente a un ordenador es algo que está cada vez más cerca”, afirma Daniel Soufi, profesor de la Carlos III de Madrid. Los escenarios que se abren van de la esperanza a la hipervigilancia, ¿será el fin de nuestra capacidad de decidir?
Una tecnología, que como explica Beatriz Sanz, responsable de la IA en Ernst & Young, que siempre empieza grande, cara y lenta. Los modelos van a evolucionar a ser menos grandes, más especializados y van a consumir menos recursos. Se están creando 4.000 patentes registradas semanalmente a nivel global, cada una va a tardar en comercializar entre 12 y 18 meses, por eso el cambio lo vamos a notar dentro de 12 meses, un años y medio y dos años. La mayor disrupción se producirá precisamente con las aplicaciones de los modelos que salgan de esas patentes.
El factor clave de las economías es la productividad y el debate será cómo revertir el incremento de productividad que se va a generar cuando se va a hacer lo mismo con menos personas, sin que se resienta el empleo. Es una tecnología en fase de research, pero desde el primer momento se ha avisado cómo serán los riesgos y se está trabajando en ello.
EN BUSCA DE PRIVACIDAD, TRANSPARENCIA Y ÉTICA
JP Morgan calcula que la IA inyectará 7,5 billones (con “B”) en la economía, el equivalente a sumar los PIB de Alemania y Reino Unido. Será la innovación de la próxima década, por lo que la protección física y tecnológica se convierte en vital para afrontar los desafíos que acarrea este gran avance digital. Pero es necesario equilibrar su desarrollo con la privacidad, la transparencia y la ética. Sin duda, el gran desafío actual. De ahí el acuerdo alcanzado por la Unión Europea, que se convierte en el primer continente en establecer normas claras para el uso de la IA. Una legislación atrevida que, previsiblemente, servirá de base para terceros países.
Se caracteriza por un marcado carácter proteccionista del consumidor, si bien al mismo tiempo se ha puesto especial cuidado en potenciar la innovación y del desarrollo de las tecnologías en la UE para ganar competitividad respecto a otros países y situarla como “big player” a nivel internacional.
Sin embargo, esta propuesta europea podría quedar obsoleta por la rápida evolución de la tecnología. Estados Unidos por ahora ha optado por una aproximación centrada en revisar normas sectoriales, centrándose más en la seguridad de las plataformas de IA, especialmente de su protección contra ciberataques, enfatizando también la transparencia al informar a los usuarios sobre el uso de sistemas automatizados y la fiabilidad del funcionamiento de los algoritmos. En el caso de China, viene regulando diferentes soluciones de IA con medidas que incluyen el control sobre cómo se construye y despliega esta tecnología, mediante un repositorio gubernamental que recopila información sobre cómo de crean los algoritmos y exige una autoevaluación de seguridad.
En nuestro país ya se viene asistiendo a su aplicación práctica en distintos campos, sobre todo parta detectar fraudes y en la previsión financiera. En el caso de la banca española, la detección de fraudes antes que se produzcan avisando de movimientos extraños en las cuentas. La lectura automática de documentos o imágenes, asegurar los cumplimientos normativos, o adelantarse a la evolución de los clientes en el otorgamiento o seguimiento de operaciones de riesgos. En el caso de las entidades de seguros la implantación y los resultados se vienen produciendo con inusitada rapidez, desde el momento que pueden predecir riegos climáticos que afecten a los activos de los. La tramitación y decisiones automáticas en siniestros, verificando daños a distancia con una precisión cercana al 100%. Algo parecido ocurre ya en la industria, la construcción, el transporte y logística, telecomunicaciones, sanidad, formación etc.
De hecho, se ha constituido una asociación, IndesIA, de grandes empresas en España, entre las que se encuentran: Repsol, Telefónica, Navantia, Técnicas Reunidas o Microsoft, con un papel divulgador de las ventajas de la IA para las empresas y después, facilitar su adopción por estas, especialmente las pymes donde esta altísima
tecnología se puede ver con recelo o con demasiada complejidad. Como vemos, la IA va a marcar a partir de ahora, viene haciéndolo ya, no solo al mundo de las empresas, sino al de las personas, a nuestras propias vidas.
PERSPECTIVAS ECONOMICAS EN AÑO DE INCERTIDUMBRES
Nuestra economía ha cerrado un año mejor de lo esperado, especialmente si se compara con sus vecinos de la eurozona y la UE. Un crecimiento que se prevé del 2,4%, casi doblando el europeo.
Las causas del milagro: el turismo y la demanda interna, tomando el relevo del sector exterior que hasta el segundo trimestre del 2023 mantenía una alta contribución al crecimiento, al igual que el consumo público con un apoyo que se puede cuantificar superior al 2%. También la moderación del precio de la energía echó una mano en esta dirección, mientras que las subidas de tipos del BCE, su impacto, todavía puede seguir llegando con retraso a la economía española.
También hay que resaltar el buen comportamiento de la población activa, apoyada en la población emigrante, más de un millón de personas de aumento de los residentes en España, hasta acercarnos a los 48,5 millones de habitantes, lo que ayuda a que se dinamice el mercado de trabajo y se consuma más. No es ajeno a todo ello que la renta bruta de los hogares aumenta por el buen comportamiento del empleo y el de los salarios, así como por la contención de la inflación: 3,1% la general; 3,8% la subyacente. Mientras en Europa, la general: Alemania 3,8%; Francia 4,1%; Grecia 3,7%; Portugal 1,8%; Italia 0,5%… Media europea: 2,9%.
España está aguantando mejor que el resto de Europa (en el continente se espera solo un crecimiento del 1%) las consecuencias del encarecimiento del gas y las materias primas causadas por el conflicto ruso-ucraniano, Al igual que los problemas surgidos en el Canal de Suez y mar Rojo, aunque solo afectan al 10% de nuestros suministros.
Hay que prestar atención, sin embargo, a la caída del ahorro de los hogares que desciende al 9,1%, bajando 2,8 puntos en el último trimestre tras nueve meses de alza, anticipándose por los expertos que volverá a un 6,7%, media histórica. Por ello, el consumo tampoco las tiene todas consigo en los próximos meses. Asimismo, los fondos europeos la gran esperanza salvadora, siguen sin marcar transparencia en cuanto a su ejecución y, aunque en el 2024 se debería notar más el impacto de estos fondos, no debe olvidarse que, cuando se esperaba una aportación anual superior al 1% del 2020 al 2027, hasta hoy no está superando más del 0,6 % (según BE) e, incluso, esperándose ahora por los analistas de CaixaBank Research para este año una aportación no superior a las cuatro décimas ¿un fiasco?
LA DISYUNTIVA PARA LOS INVERSORES
En el año en curso, una disyuntiva para los inversores: bonos o Bolsa, siendo la clave lo que pase con los tipos de interés, y el “timing” de su posible bajadas. En el caso de las acciones, después del rally en el tramo final del 2023, y en el buen ejercicio en general de las mismas durante todo el año (Ibex ha subido un 22,76%, su mejor comportamiento desde 2009), los analistas ven mejor la segunda parte del año, cuando se empiece a ver cierta mejora económica, inflación controlada y el precio del dinero haya bajado por parte del BCE.
Pocos son los analistas que se atreven a dar previsiones; sí las encontramos en Bankinter: subida del 12% en Ibex, del 14% en casos del S&P 500 y del Eurostox 50. En Fidelity ven potencial en los valores que se asemejan a los bonos, como los servicios públicos, consumo básico y atención sanitaria, que lo suelen hacer bien en desaceleraciones cíclicas como la que estamos sufriendo. En dividendos, Enagás (11,29%), Endesa (8,57%) y Telefónica (8,47%), lideran el ranking de los mismos.
En el caso de la renta fija, vuelve a ser el activo estrella este año y, esta vez en nuestro caso estamos más convencidos de ello, salvo cisnes negros o acontecimientos imprevistos que hicieran cambiar la dirección de la economía. En escenario de bajadas de tipos de interés por parte de los bancos centrales en la segunda mitad del año, los inversores quieren asegurarse los altos cupones que ahora se están pagando, al mismo tiempo que después confían obtener con las bajadas de tipos plusvalías en los mercados. Idea que no nos parece en absoluto descabellada.
De todos modos, si se quiere ser prudente y no confiar en exceso en esa bajada de tipos oficiales, se aconseja entrar por ahora en duraciones cortas e ir aumentando ésta en las carteras cuando el panorama previsto se vaya confirmando. Dentro de los productos conservadores y en consonancia a que los bancos españoles, sin problemas de liquidez y poca demanda de crédito, siguen sin retribuir los depósitos a plazo, aunque si lo hacen con las cuentas corrientes que están ligadas al negocio y generan comisiones. No nos estaría mal para clientes conservadores seguir las retribuciones de las compañías de seguros, que lanzan productos que garantizan lo aportado con rentabilidad adicional sin riego.
VIVIENDA, CONTINÚA LA ESCALADA DE PRECIOS
En el apartado inmobiliario, han seguido las subidas del precio de la vivienda, un 4,1 % de media nacional en el IV trimestre del año. Con casos en Andalucía como el de Almería 9,6%, Málaga 9% o Córdoba 6,7%, donde se observa que el desequilibrio entre la reducida oferta y la demanda es mayor. Se sigue esperando en el 2024 un mercado inmobiliario dinámico y con alza de precios, en el segundo semestre la bajada de los tipos de interés podría seguir manteniendo la fortaleza de la demanda. En el caso de los alquileres, continúan subiendo hasta cotas prohibitivas.
En Andalucía, en concreto Málaga han subido un 10,5%; en Granada un 8,7%; Sevilla, 8,6%. Casos que contratan con el bajo aumento en Cádiz, 2,6%; Córdoba, 1,9%; Almería, 1,9%; Jaén 1,7%; Huelva, con crecimiento negativo del -4,8%. El caso, que la mayoría de los potenciales inquilios presentan grandes dificultades para poder alquilar una vivienda por su precio o por su escasez. La nueva Ley de vivienda como se esperaba (experiencia negativa anterior en Cataluña) cercenado la oferta de alquiler, hasta el punto que hay bolsa en espera que proviene de este mercado para, conforme bajen los tipos de interés de las hipotecas, optar por la compra en vez del alquiler.
Comentando en este punto que el esfuerzo (porcentaje de ingresos del hogar necesarios) para la compra de una vivienda se aproxima al 30% en España, igualándose al mismo esfuerzo para alquilar, dada la subida de estos. Aunque en algunas provincias como Barcelona (39%), Las Palmas (35%) o Málaga (33%) se supera significativamente la media. Todo esto conlleva a que en determinadas plazas invertir para alquilar eleve la rentabilidad por encima del 8%. Por todo ello, al precio del alquiler le asignamos aún recorrido y podría crecer otro 5% a lo largo del año en curso. Lo que acentúa, junto al precio de la vivienda y su mantenido ritmo de crecimiento, el gran problema actual en nuestro país de acceso a la misma. CH