viernes, mayo 3, 2024

Macron advierte que Europa afronta un peligro inminente

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, advirtió  que Europa se enfrenta a un peligro inminente en materia de seguridad a raíz de la invasión...
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Francia prohíbe la venida de nuevos imanes islámicos

Lo que el presidente francés Emmanuel Macron denominaba el “separatismo islámico” era una de sus principales obsesiones, sobre todo a raíz de la oleada de atentados que sacudieron a Francia, desde la matanza en la redacción de Charlie Hebdo a la de la sala Bataclán, además por supuesto de la creciente conformación de guetos urbanos cuyos moradores viven prácticamente al margen de las leyes y costumbres de la República Francesa, o bien aterrados por la imposición de un poder islamista radical del que no les es posible zafarse.

Desde 2020 Macron se propuso atajar un problema que estaba cuarteando los cimientos mismos del Estado por la puesta en tela de juicio de los valores de la república. Tanto el presidente como su ministro del Interior de entonces, Christophe Castaner, consideraron que el foco de la infección estaba en los imames importados, actualmente unos 300, procedentes principalmente de Argelia, Marruecos, Turquía y Egipto.

Estos predicadores visitantes, financiados en su mayor parte por los gobiernos de sus países de origen o por organizaciones dependientes de los mismos, realizaban estancias de entre uno y tres años, durante las que, además de hacerse cargo de la atención espiritual de la feligresía de sus mezquitas asignadas, realizaban en muchos casos labores de proselitismo en las que transmitían a jóvenes desencantados su propia radicalidad. Francia precisamente fue uno de los países europeos que más individuos “combatientes” aportó al Daesh durante el tiempo en el que éste intentó asentar su califato universal aprovechando la guerra de Siria.

Pues, bien, desde este primero de enero Francia ha prohibido la venida e instalación en su territorio de nuevos imames sobre los que no tenga el control o la supervisión de sus ingresos y, sobre todo, de sus actividades de enseñanza y adoctrinamiento. Así se lo ha hecho saber el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en una carta dirigida a los gobiernos de los países que enviaban a estos misioneros islámicos.

Paralelamente, París pretende que los clérigos que rigen las mezquitas francesas estén formados, al menos parcialmente, en Francia, no solamente desde el punto de vista cultural sino también en alguna especialidad universitaria, de manera que se imbuyan de los valores republicanos de la sociedad francesa, y por lo tanto también europea. A menudo contempladas como islas aparte en  esa sociedad, las mezquitas deberán insertarse en el tejido social galo, y responder por consiguiente respecto de si sus actividades pudieran tener rasgos o aspectos delictivos.

El Gobierno galo da un breve periodo transitorio, hasta el próximo 1 de abril, para que los imames expatriados en Francia cambien su estatus y se incluyan en la categoría de imames residentes, aceptando todas las obligaciones ciudadanas inherentes. Ello significa que las asociaciones que gestionan las mezquitas se responsabilicen ellas mismas de reclutar a sus predicadores, y especialmente de pagarles sus nóminas con sus propios fondos, que obviamente podrán entonces ser fácilmente rastreados por Hacienda.  Queda, pues, terminantemente prohibido que a estos clérigos les pague su estipendio un gobierno u organización extranjera, un factor que llevaba a los órganos de la seguridad a asimilarlos a una suerte de agentes infiltrados por cuenta de quienes les abonaban su sueldo.

De momento quedan excluidos de la medida los llamados “imames del Ramadán”, los cantores y recitadores que vienen a Francia durante el mes sagrado musulmán, y durante el cual aportan y enriquecen los ritos y ceremonias de ese periodo.  Suelen ser entre 300 y 400 los clérigos que vienen cada año a Francia con ese motivo, con un permiso temporal de estancia.

El Gobierno francés pretende también impulsar un Foro del Islam en Francia (Forif), con el objeto tanto de que en él participe el mayor número posible de actores de la que ya es la segunda religión del país, como de unificar un islam que en Francia está aquejado de una fuerte y divisiva fragmentación. Acabar con ella se considera un paso fundamental para acometer la deseada y general aceptación de los valores republicanos por parte de los 6,77 millones de musulmanes franceses, que representan el 10% de la población. Vía Atalayar.

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