Los activistas contra el régimen dictatorial de Vladimir Putin y de sus amigos están despareciendo sin dejar rastro, incluso en las propias cárceles ha donde han sido confinados. Sea en Rusia o en Bielorrusia.
Ya ha pasado más de un año desde que familiares y amigos tuvieron noticias de Maria Kolesnikova. La activista bielorrusa es una de los 1.416 presos políticos encarcelados como parte de una represión que ha mantenido el ritmo este año antes de las elecciones parlamentarias de este fin de semana.
«La última carta de María se recibió el 14 de febrero de 2023», escribió su hermana la semana pasada. «Desde entonces, hace exactamente un año, no hemos recibido ninguna información fiable sobre ella».
Kolesnikova, activista prodemocracia y exflautista cercana al candidato presidencial opositor Viktar Babaryka, fue detenida en septiembre de 2020 tras unirse a un triunvirato femenino que encabezaba la oposición al líder bielorruso, Alexander Lukashenko. Fue condenada a 11 años de prisión por «extremismo» y otros cargos. En febrero de 2022, sus abogados perdieron el contacto con ella y dejó de escribir cartas, una de las varias activistas políticas de alto perfil que desaparecieron en prisión en Bielorrusia tras la represión contra la oposición.
La muerte en la cárcel del líder opositor ruso Alexei Navalny agregará más ansiedad a las familias de los presos políticos no solo en la Rusia de Vladimir Putin, sino también en Bielorrusia, que es el aliado más firme de Moscú entre los estados exsoviéticos.
En una entrevista el año pasado, la hermana de Kolesnikova, Tatsiana Khomich, dijo que creía que Kolesnikova había sido colocada en una celda punitiva en una colonia penitenciaria, muy probablemente en aislamiento, donde estaba recluida en régimen de incomunicación, con solo 30 minutos fuera de su celda cada día y sin acceso a comunicaciones.
«Estas son las condiciones en las que se encuentran los presos políticos más públicos y famosos de Bielorrusia», dijo, refiriéndose a los posibles opositores de Lukashenko en las elecciones presidenciales de 2020, como Syarhey Tsikhanouski y Babaryka, junto con muchos de sus principales partidarios y destacados abogados de derechos humanos.
«Por supuesto que es muy difícil estar en esta situación y es triste ver a otros que tienen familiares que han estado tras las rejas durante dos o tres años», dijo Khomich, cofundador de FreeBelarusPrisoners. «El ambiente dentro de Bielorrusia es muy duro. Pero la gente está tratando de apoyarse unos a otros porque no tenemos otra opción. No tenemos otra situación».
Kolesnikova se había establecido como músico y organizadora en Stuttgart, pero ayudó a establecer organizaciones culturales en Bielorrusia, incluido el espacio de arte juvenil OK16 que fue cerrado por el gobierno en 2021. «Durante los 12 años que vivió en Alemania, mantuvo una conexión muy fuerte con Bielorrusia (…) quería llevar las cosas que vio en Alemania a Bielorrusia», dijo su hermana.
Entró en política a través de su conexión con Babaryka, un banquero y figura pública que intentó oponerse a Lukashenko en las elecciones presidenciales de 2020, pero fue arrestado y finalmente condenado a 14 años de prisión por soborno y evasión fiscal, cargos considerados de motivación política. En ese momento, Kolesnikova era su directora de campaña, y más tarde fue detenida después de protestas públicas por el fraude electoral masivo.
«Nunca intentamos convencerla de que no lo hiciera», dijo Khomich sobre el activismo de Kolesnikova. Cuando Babaryka y su hijo Eduard fueron arrestados durante la campaña, ella optó por permanecer en el país y convertirse en una de las líderes de la oposición prodemocrática. «Ella dijo: ‘Mis amigos y colegas están tras las rejas. No puedo dejarlos. No puedo abandonarlos'».
En prisión, Kolesnikova tuvo problemas de salud debido a los malos tratos y fue hospitalizada en noviembre de 2022, sometida a una operación por una úlcera perforada.
Khomich dijo: «Necesitamos el apoyo de los países europeos para apoyar a los bielorrusos. Incluso si no se ven protestas en las calles, no significa que los bielorrusos hayan optado por rendirse. Por supuesto, el gobierno todavía tiene miedo si continúan arrestando a personas por las protestas que ocurrieron hace más de tres años». CH
