A los desequilibrios en el comercio mundial que se arrastran desde la etapa de la pandemia por el coronavirus, al crecimiento mundial le seguirán condicionando las tensiones geopolíticas propiamente marcadas por la invasión de las tropas rusas a Ucrania desde el 24 de febrero de 2022 y por el reciente conflicto bélico entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza que amenaza con extenderse de forma regional.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es clara al respecto, en la presentación de su más reciente informe Perspectivas Económicas de la OCDE en el que prácticamente actualiza su visión analítica en la prospectiva de los dos años por venir.
El texto señala que la economía mundial sigue enfrentándose a los desafíos de la inflación y las bajas perspectivas de crecimiento. El crecimiento del PIB ha sido más fuerte de lo esperado en lo que va de 2023, pero ahora se está moderando debido al endurecimiento de las condiciones financieras, el débil crecimiento del comercio y la menor confianza de las empresas y los consumidores.
Los riesgos para las perspectivas a corto plazo siguen inclinados a la baja e incluyen el aumento de las tensiones geopolíticas, por ejemplo, debido a la evolución del conflicto tras los ataques terroristas de Hamas contra Israel; y un impacto mayor de lo esperado del endurecimiento de la política monetaria. Por el lado positivo, el crecimiento también podría ser más fuerte si los hogares gastan más del exceso.
El informe que en París fue presentado por Mathias Cormann y Clare Lombardelli, economista jefe del organismo, estima un PIB mundial de 2.9% para 2023 y de 2.7%, para el próximo año y si la inflación se controla a la baja ya en 2025, podría retomarse un PIB superior al 3 por ciento.
Para la inflación, la perspectiva es alentadora fruto del esfuerzo de los bancos centrales, en casi todos los países, de subir las tasas de interés y aplicar una política monetaria restrictiva a fin de enfriar el consumo.
“En ausencia de nuevas perturbaciones importantes en los precios de los alimentos y la energía, se espera que la inflación general proyectada vuelva a niveles compatibles con los objetivos de los bancos centrales en la mayoría de las principales economías para fines de 2025. La inflación general anual estimada por la OCDE disminuirá gradualmente hasta el 5.2% y el 3.8% en 2024 y 2025, respectivamente, desde el 7.0% de 2023”, aventuró Cormann.
A su vez en Madrid, una delegación de la OCDE, encabezada por Luiz de Mello, director de la Subdivisión de Estudios Políticos del Departamento de Economía de la OCDE, se reunió en la Casa de América para presentar el informe en español ante embajadores, ejecutivos del ministerio de Exteriores y también de Economía de España y otros funcionarios.
“Hay muchos retos: desde las tensiones inflacionistas, el desequilibrio en las cuentas públicas, problemas de suministros, el desequilibrio en las cadenas de valor; y, por supuesto, el más importante de todos que es mantener un crecimiento sostenible e inclusivo y avanzar en la desacarbonización y en la transición digital”, subrayó Ana Esmeralda Martínez, directora general de Diplomacia Económica de España.
La directiva refirió que es muy importante que tanto España, como la UE, sigan siendo aliados de América Latina a fin de que pueda construirse un nuevo partenariado beneficioso para ambas regiones.
“Y es que compartimos un sustrato sólido, el compromiso por un mundo multilateral y abierto; una sintonía en visiones en un modelo social y de desarrollo que son sin duda el cimiento básico para construir esta relación. La parte económica de esta relación hemos avanzado en un diálogo reforzado entre ambas regiones y espero que tengamos muy buenas noticias muy pronto con respecto a un acuerdo que nos quita el sueño a más de uno”, refirió Martínez.
En medio de la creciente adversidad primero, por la guerra comercial entre Estados Unidos y China que precedió a la irrupción de la pandemia en 2019; luego, derivada de la invasión rusa de Ucrania, los países cuyas economías están mostrando una mayor resiliencia y fortaleza para seguir creciendo son las economías emergentes.
Por ejemplo, en 2023, la Zona Euro tiene estimado un PIB de 0.6% y para 2024, de 0.9% y en 2025, de 1.5; recientemente, Alemania que es la locomotora económica de la eurozona reportó una caída de 0.1% en el tercer trimestre y se espera que en 2024 tenga un PIB de 0.6%, Francia lograría el próximo año un crecimiento del 0.8% e Italia y Reino Unido, cada uno, con PIB de 0.7 por ciento.
De hecho, la OCDE en este informe ha revisado a la baja el crecimiento económico de la zona euro y la Unión Europea (UE) e incluso también han alterado el pronóstico para España que venía comportándose con cierta estabilidad. Así su PIB esperado para 2023, sería de 2.4% y de 1.4% para 2024.
Tampoco, Estados Unidos observa una mejor perspectiva: este año cerrará con un PIB de 2.4% pero bajará a 1.5% el próximo año y seguirá siendo bajo en 2025, con un PIB de 1.7 por ciento. Canadá es otro país por la misma senda:un PIB esperado en 2024 de 0.8% y de 1.9% en 2025.
En contraste, México según la OCDE, lograría un crecimiento económico de 3.4% este año y de 2.5% en 2024 y de 2% al año siguiente. Es decir, que en 2024, el país azteca sería la sexta economía del mundo (de un total de siete) que podría experimentar un PIB superior al 2% como se muestra a continuación: India con 6.1%; Indonesia, 5.2%; China 4.7%; Arabia Saudita de 3%; Turquía de 2.9%; México de 2.5% y Corea, un 2.3 por ciento.
“Los emergentes tienen buenas noticias gracias a que están bajando los precios de la energía, sus crecimientos pueden ser moderados pero están sosteniéndose y la inflación empieza a controlarse”, añadió Aída Caldera, experta del Departamento de Economía de la OCDE.
Caldera puntualizó que en general para el mundo el escenario que observa la OCDE es de crecimientos moderados y en otros más bajos y el de una inflación que seguirá siendo alta de manera dominante en la mayoría de los países.
“El crecimiento que vemos en los próximos dos años para la economía mundial es básicamente plano alrededor del 3% eso lo que quiere decir en términos históricos está por debajo de los crecimientos históricos que vimos en la década antes del Covid. Los países de la OCDE van a tener un crecimiento bajo y cuando miramos a los emergentes, vemos buenas noticias; en realidad, el crecimiento mundial viene apuntado por los países emergentes”, puntualizó Caldera.
De la inflación, apuntó que todo dependerá de los precios de los energéticos y como están cayendo aunado a las políticas monetaria restrictivas implementadas por los bancos centrales, el escenario a mediano plazo es de volver a inflaciones bajas.
Los emergentes lo hacen mejor
Para el organismo con sede en París, las economías de mercados emergentes consideradas son Brasil, Bulgaria, Chile, China, Colombia, Costa Rica, India, Indonesia, México, Perú, Rumania, Arabia Saudita y Sudáfrica
La política monetaria sigue siendo restrictiva en la mayoría de las economías de mercados emergentes, y la inflación subyacente a menudo sigue estando muy por encima de los objetivos de los bancos centrales.
Sin embargo, el impacto del endurecimiento de la política monetaria en la inflación está apareciendo a un ritmo variable entre los países. En algunas economías en las que el endurecimiento significativo de las políticas comenzó en una etapa relativamente temprana, como Brasil y Chile, los bancos centrales han comenzado a reducir las tasas de política monetaria a medida que disminuye la inflación.
En otros, como India, México y Sudáfrica, los tipos de interés oficiales permanecen sin cambios y la inflación se mantiene contenida, pero no disminuye rápidamente. Por el contrario, ante las elevadas presiones inflacionarias o de depreciación de la moneda, Argentina, Indonesia, Rusia y Turquía han aumentado los tipos de interés oficiales.
“China es una excepción notable, ya que la inflación sigue siendo muy baja y las tasas de política monetaria se han reducido recientemente para ayudar a respaldar el crecimiento”, indicó la OCDE.
En la mayoría de las economías de mercados emergentes, el margen de maniobra de la política monetaria sigue estando limitado por las condiciones financieras mundiales restrictivas y la necesidad de mantener ancladas las expectativas de inflación y se necesitan tasas de interés reales positivas para ayudar a moderar la inflación.
Por lo tanto, en muchos países, se prevé que las tasas de política monetaria disminuirán en 2024 y en particular, en América Latina, se proyecta que sea Brasil el que lidere esta moderación.
Por su parte, el organismo internacional proyecta que México bajará sus tasas a partir del segundo semestre de 2024, cuando la inflación general, como la subyacente, reducirán por debajo del 4 por ciento.
Ojos con las deudas del G7
El volumen de deuda en las economías de mercados emergentes es elevado y ha subido considerablemente en algunos países desde la crisis financiera mundial, erosionando los márgenes de maniobra fiscales para mitigar los shocks y aumentando los riesgos de refinanciamiento.
En la presentación del informe en Madrid, los expertos recomendaron que los gobiernos reconstruyan su espacio fiscal a fin de garantizar la sostenibilidad fiscal.
“Unos marcos fiscales creíbles basados en normas fiscales transparentes, proporcionarían una mayor flexibilidad para responder a las perturbaciones. En los países ricos en materias primas, los marcos fiscales podrían diseñarse de manera que se desvinculen de la volatilidad de los precios de las materias primas”, recomendó la OCDE.
Quizá sea la nueva crisis que reventará en el corto plazo y tiene que ver con los elevados niveles de sobreendeudamiento no solo en los países de bajos ingresos.
Los economistas del organismo internacional explican que en ausencia de ajustes compensatorios en la composición del gasto o en el nivel de ingresos, la deuda pública aumentará.
“Lo vemos en todos los países incluido el G7 de cara a 2040. Son necesarios cambios en las políticas para prevenir riesgos considerables para la sostenibilidad fiscal a largo plazo en muchos países, teniendo en cuenta que no existen umbrales específicos para ningún indicador fiscal; sea de deuda pública, saldo fiscal, tasas de interés”, señaló la OCDE.
En conjunto, estas proyecciones ilustrativas prevén un aumento de la deuda pública neta de alrededor de 70 puntos porcentuales del PIB para 2040 en el promedio de los países del G7.
Otro indicador útil de la presión fiscal es la evolución proyectada de las necesidades brutas de financiamiento de las administraciones públicas, definidas como las nuevas necesidades de endeudamiento más la deuda que vence durante el año.
Tras alcanzar un pico de más del 35% del PIB durante la pandemia, las necesidades anuales de financiación se sitúan ahora en torno al 28% del PIB promedio de los países del G7.
“En el escenario de ausencia de cambios de política esbozado anteriormente, en el que los saldos presupuestarios se deterioran debido a las presiones del gasto, las necesidades anuales de financiamiento aumentan sustancialmente en los próximos años, en particular en Estados Unidos debido a un gran déficit primario inicial; así como en Japón e Italia debido a los altos niveles de deuda inicial”, acota el organismo.